¿Rio olímpico, otro Barcelona?

  • La construcción de centros deportivos y autopistas para los Juegos Olímpicos avanza en Rio de Janeiro, pero la cruda crisis económica y algunos fracasos empañan el deseo de los organizadores de imitar "el milagro olímpico" de Barcelona en 1992.

La 'cidade maravilhosa', icónica pero deslustrada, desea brillar a partir del 5 de agosto, cuando se convierta en la primera ciudad olímpica de Sudamérica.

Algunas mejoras ya son visibles, como varios estadios, un tranvía que atraviesa la principal avenida del centro hasta el aeropuerto doméstico y grandes proyectos de transporte que incluyen rutas expresas de buses y una extensión del metro.

"Vamos a dar mil vueltas a Barcelona", se jactó el año pasado el alcalde de Rio, Eduardo Paes.

Pero la ambición parece desmedida en esta ciudad en gran parte pobre y violenta, con embotellamientos de tránsito y una espectacular pero contaminada bahía donde se celebrarán las pruebas olímpicas de vela.

Cuando la antorcha olímpica se apague el 21 de agosto, Rio contará con un sistema de transporte ampliado, que permitirá incrementar el porcentaje de pasajeros de 38% a 66%.

Un total de 16 km de metro conectarán en 13 minutos los turísticos barrios de Ipanema y Copacabana con Barra, un recorrido que antes duraba una hora en el tránsito infernal. "Será el mayor legado de los Juegos Olímpicos", dijo el subsecretario de Transporte de Rio, Bernardo Carvalho.

Si es terminada a tiempo, la nueva línea 4 transportará a 300.000 personas por día e impulsará la salida de circulación de 2.000 autos por hora en las horas pico.

El subterráneo estará integrado a un sistema de autobuses en 116 km de carriles exclusivos (BRT), y se estima que cada unidad sacará de circulación a 126 automóviles.

No obstante, el crítico Comité Popular de la Copa y las Olimpíadas considera que el nuevo sistema beneficia principalmente a barrios acomodados e ignora a los más pobres, los que más lo precisan.

Con más de 4.000 familias desalojadas de sus casas por las obras olímpicas, en su mayoría en zonas de fuerte potencial inmobiliario, el Comité cree que los Juegos dejarán una ciudad "más segregada".

El alcalde de Rio garantizó que los gimnasios, canchas, campos y piscinas no terminarán convertidos en "elefantes blancos" como ocurrió con muchos de los estadios del Mundial de fútbol de 2014.

Dos de las instalaciones del parque olímpico fueron construidas con lo que se conoce como "arquitectura nómada": la cancha de balonmano será desmontada y convertida en cuatro escuelas públicas, mientras que el estadio acuático será dividido en dos centros de natación.

De las instalaciones fijas, uno de los gimnasios será transformado en un colegio experimental deportivo y otro en un centro de entrenamiento de alto rendimiento. El parque olímpico de Deodoro será abierto a 1,5 millones de personas de una de las zonas más pobres.

Con la economía en serias dificultades, sin embargo, crece la incertidumbre sobre el interés inmobiliario post-Juegos en los nuevos apartamentos de la Villa Olímpica.

También es incierto el uso que se dará al polémico campo de golf, construido en una reserva ecológica y el primero público de Brasil, aunque este deporte no es nada popular en el país.

La mayor deuda con la promesa olímpica es la bahía de Guanabara, donde se celebrarán las competencias de vela y windsurf y donde se vierten cada día toneladas de basura y aguas servidas, en su mayoría sin tratamiento.

Los fracasados proyectos de limpieza han consumido en varios años un estimado de 2.500 millones de dólares.

El gobierno del estado de Rio había prometido limpiarla en 80% para los Juegos, pero la meta fue abandonada al llegar al 49%. Un nuevo plan fue anunciado en agosto pasado y estará listo... para 2035, 20 años después de los Juegos.

También quedó pendiente la descontaminación de la laguna donde tendrán lugar las pruebas de remo, aunque las autoridades aseguran que los atletas no corren peligro.

"Brasil tiende a aprovechar la euforia de estos grandes eventos para prometer más de lo que se entrega efectivamente. Creen que los eventos por sí solos van a resolver elementos estructurales de la ciudad", consideró Pedro Trengrouse, asesor de la ONU durante la Copa y coordinador del curso de derecho deportivo en la universidad Getulio Vargas de Rio.

"La influencia de Barcelona en muchos aspectos todavía sigue y ha tenido un peso no menor en los Juegos de Rio", dijo a la AFP Emilio Fernández Peña, director del centro de estudios olímpicos de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Barcelona dedicó un 80% de su presupuesto en mejorar la ciudad y su turismo pasó de 1,7 millones en 1991 a 7,9 millones en 2014.

Rio invierte 64% de su presupuesto olímpico de casi USD 10.000 millones en obras de legado, y recibe actualmente unos 1,5 millones de turistas al año.

Pero con la economía en franco declive y una seria crisis política en curso, superar a Barcelona no será sencillo.

Entre las áreas renovadas se destaca la zona portuaria, que ahora exhibe una nueva cara, con un museo diseñado por Santiago Calatrava con una plaza espectacular, grandes avenidas y túneles modernos, así como nuevas ciclovías.

Sin embargo, los cinturones de pobreza se mantienen intactos y la violencia ha ido retomando el control de áreas que estaban "pacificadas" por un programa de ocupación policial.

A la tasa nacional de desempleo de 9% se agrega la duda sobre qué pasará con los 30.000 obreros que trabajan en las obras olímpicas.

¿El nuevo Barcelona? Los años lo dirán.

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