André Viard
Dax (Francia), 17 ago.- El diestro Fernando Robleño salió a hombros en el festejo celebrado hoy en Dax, en el que se lidió una buena corrida de José Escolar, y en el que Rafael Rubio "Rafaelillo" perdió las orejas del cuarto.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de José Escolar, el tercero como sobrero, bien presentados aunque algo vareado el primero. Muy bueno el sobrero, muy noble aún sin humillar el cuarto, buenos, segundo y quinto, noble también y algo apagado, el ultimo; y más encastado y espabilado el primero.
Rafael Rubio "Rafaelillo", ovación y vuelta al ruedo tras dos avisos.
Fernando Robleño, oreja y oreja.
Thomas Dufau, silencio y silencio tras aviso.
La plaza tuvo lleno de "no hay billetes".
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Rafaelillo se peleó con el primero, un toro muy vareado y asaltillado, bravo en dos encuentros con el caballo, encastado y "listo". Consiguió lo mejor por el pitón derecho y perdió una posible oreja al fallar con la espada.
El cuarto fue un toro de ensueño para toreros de arte, por sus dulces embestidas, su nobleza y su fijeza. Eso si, nunca humilló, pero siguió siempre los engaños con mucho temple. Rafaelillo disfrutó de sus embestidas en una faena larga por ambos pitones, sin poder ahondar y llevando al toro a su altura.
Quizás se pasó de faena de lo a gusto que estaba y se atracó de toro en una estocada contraria, pinchando repetidamente con el descabello, escuchando dos avisos y perdiendo las dos orejas. Hubo ovación en el arrastre y vuelta para el torero.
Los dos toros de Robleño fueron de condición similar: obedientes, con buen son, pero transmitiendo poco. Toreó muy bien al segundo en el recibo de capote, y no lo apretó nunca a lo largo de la faena que culmino en una serie de derechazos en redondo, largos y templados. El final por manoletinas apretadas y la buena estocada justificaron la oreja.
Otra cortó del quinto, un toro noble pero apagado, después de una faena seria y rica en buenos muletazos aún sin poder ligar mucho. El mérito del torero fue de no aburrirse y conseguir lo mejor al final. Un estoconazo letal hizo caer la oreja para abrir así la puerta grande.
A Tomas Dufau le devolvieron su primero por cojear demasiado, y fue sustituido por un sobrero del mismo hierro y tamaño superior. Buen son tuvo el toro, y Dufau se acopló con intermitencia a sus buenas y serias embestidas, en una faena a la que le faltó continuidad por las muchas pausas que intercaló entre serie y serie. Pinchó antes de dejar una casi entera y su labor fue silenciada.
El último de la tarde y de la feria fue un toro muy entipado, cariavacado, asaltillado, y de buen son también aunque con menos movilidad. Embistió con nobleza, aunque a veces algo dormido, con lo cual la faena nunca tomó vuelo. Pinchó y escuchó un aviso.
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