Rodrigo Cortés: "Con 'Buried' quería que el público abandonara la sala con dos kilos menos y buscando un masajista de guardia"

  • El director gallego presenta su película en el Festival de San Sebastián mientras espera el estreno mundial del filme en más de 4.000 salas.
Tráiler 'Buried (Enterrado)'
Tráiler 'Buried (Enterrado)'
lainformacion.com
Julio Vallejo / Aviondepapel.tv

"Buried (Enterrado)" es una experiencia cinematográfica y sensorial que el espectador tarda en olvidar. Desde los títulos de crédito, un homenaje a las películas de Alfred Hitchcock, el largometraje ya nos da pistas de lo que vamos a encontrar: un thriller inquietante en el que nos faltará hasta la respiración. La audiencia se sentirá totalmente identificada con su protagonista, Paul Conroy, un hombre que ha sido enterrado vivo. Con poco más que un mechero y un móvil, este contratista americano en Irak tendrá que hacer lo posible para que localicen su paradero sin que lo descubra el terrorista que le ha metido en ese horrible agujero.

Con un presupuesto reducido y la ayuda del actor Ryan Reynolds, el director Rodrigo Cortés ha realizado una de las películas del año: una cinta que, más que verse, se siente, algo que ya ocurría en su debut, la estupenda "Concursante". Después de su paso por Festivales como Sundance y San Sebastián, el realizador español espera que el filme se estrene en más de 4.000 salas de todo el mundo, un récord nunca antes conseguido por una producción íntegramente española. Antes que ese acontecimiento se produzca, hablamos con el cineasta de lo que promete ser un verdadero acontecimiento cinematográfico mundial.

¿Cuál era tú propósito a la hora de sumergirte en una película como "Buried (Enterrado)"?

Mi empeño absoluto era convertir la película en una experiencia física. No quería que la película se viera; quería que se experimentara. Mi objetivo era que el público abandonara la sala con dos kilos menos de peso y buscando un masajista de guardia. La forma adecuada de meter al espectador en el cerebro de Paul Conroy, el protagonista, era hacerle experimentar lo que él experimenta y que supiera lo que él sabe. De tal manera que, si se apaga la luz, no hay una falsa penumbra que el público asuma como una convención. Si no hay luz, no hay luz para nadie. La gente tiene que estar durante hora y media en esa caja, y experimentar la falta de oxígeno, la ansiedad extrema, el pánico primario de verse enterrado vivo, la esperanza, la furia, la ira, la indignación, la rendición o cualquier sentimiento posible dentro de este catálogo de emociones que muchos no experimentan en toda una vida, y que yo les obligo a vivir en noventa minutos.

¿Cómo llegaste a interesarte por el guión de Chris Sparling?

Los responsables de Versus Entertainment me llamaron para pedirme mi opinión sobre un guión que llevaba año y medio circulando por Hollywood, pero nadie se atrevía a llevarlo al cine por considerar que no se podía producir. Me dijeron que era la historia de un tipo metido en una caja durante noventa minutos. Yo les dije que me interesaba porque era algo que me parecía lo suficientemente insensato, aunque estaba convencido que el guión podía naufragar. Sin embargo, cada vez que leía diez páginas llamaba a Versus para decirles que bloquearan el guión, porque me parecía muy, muy grande. Al terminar de leerlo, propuse que hiciéramos la película en España y con un completo control creativo. Mi obsesión era hacer "Indiana Jones" dentro de una caja. Teníamos que crear el mismo sentimiento de viaje y de recorrido. La gente acaba de ver la película como si terminase de recorrer 55 kilómetros.

¿De qué manera interviniste en el guión?

Sólo intervine en la reescritura, potenciando algunos aspectos o gadgets visuales para que la película se reinventara visual, narrativa y estilísticamente cada cierto tiempo. También introduje algunos toques de humor negro y dos escenas, una de ellas es una de las sorpresas de la película.

¿Qué te llevó a pensar que Ryan Reynolds era el actor ideal para protagonizar el largometraje?

Había descubierto a Ryan Reynolds en The Nines. Me pareció un actor con un sentido del timing único y una sensibilidad increíble. Le enviamos el guión y nos contestó de inmediato. Aunque reconoció que le gustaba mucho, nos dijo que no era posible hacer un largometraje de 90 minutos con él. Fue entonces cuando le mandamos "Concursante", mi anterior película. Mientras veía los títulos de crédito, me llamó diciendo que quería saber más. A continuación le hice llegar una memoria de dirección, donde detallaba página a página cómo quería abordar el proyecto. Dos días después de aquello, nos reuníamos en Los Ángeles y, a los cuarenta minutos, nos estrechábamos las manos. Sólo dos meses después, rodábamos la película en tan sólo 17 días. La implicación física y emocional de Ryan Reynolds fue increíble. Volvió a Los Ángeles sangrando por la espalda, con los dedos achicharrados y la piel hecha tiras.

Aunque utilices la guerra de Irak como trasfondo del largometraje, parece que sólo es una excusa para hablar de la indefensión del ciudadano medio ante unas autoridades e instituciones que no dan solución a sus problemas.

La guerra de Irak me interesa poco en la película. Para mí sólo es el Macguffin, como diría Hitchcock. Es simplemente la localización de un sitio que la gente percibe como real, aunque en ningún caso estemos ante un thriller político. Me interesa más esa parte más universal y menos específica en la que la gente se puede sentir más identificada. Es esa misma sensación que tienes cuando llamas a una compañía de móviles o tienes que informar de una incidencia con el ADSL. Te pasas treinta o cuarenta minutos marcando teclas y, cuando consigues hablar con un ser humano, te das cuenta que eres el problema de alguien y que la única obsesión de la otra persona es que te conviertas en el problema de otro.

Mostrar comentarios