Roma celebra la visionaria pintura del italo-argentino Kokocinski

  • La Fundación Roma inauguró este miércoles en la capital italiana una espectacular exposición del italiano criado en Argentina, Alessandro Kokocinski, con 70 obras visionarias, entre pinturas, esculturas e instalaciones dedicadas al circo, entre sueño y realidad.

"Por primera vez dedico mi arte al tema del circo. Era un secreto que tenía bien guardado en un baúl muy íntimo", confesó a la AFP el artista, de 68 años.

Hijo de una judía rusa y de un polaco que fue héroe de la Segunda Guerra Mundial tras combatir el nazifascismo en Italia, su abuelo paterno era gitano, mientras el materno tuvo que huir de las persecuciones de Stalin.

Nacido en Italia poco después de la guerra, creció en Argentina donde la familia se refugió y allá vivió con los indios guaraníes, se educó con un circo uruguayo, fue militante de izquierda, vivió en el Chile de Salvador Allende, huyó de la dictadura argentina y giró por toda América como acróbata y domador de caballos, todos elementos presentes en su obra.

"La exposición se convirtió en la historia de un hombre atormentado, que experimentó sobre sí mismo el exilio, la persecución política, la discriminación racial, un 'mundo malo' que el artista transforma en arte", escribió Emmanuele Emanuele, presidente de la Fundación Roma.

Instaladas en los refinados espacios del Palazzo Cipolla, en el corazón de Roma, las obras de "Koko", con payasos, toreros, caballos alados, ángeles y cornetas, se convierten en un viaje en un mundo mágico y a la vez inquietante.

"El circo es un mundo autárquico, contiene todo el bien y todo el mal en un único espacio, donde la realidad es sueño y el sueño realidad", explicó pasando con total ductilidad de un idioma a otro, de una vida a otra, de un mundo a otro.

Unas 40 obras inéditas, realizadas entre 2012 y 2014, buena parte de ellas hechas con varios materiales, telas, piedras, arena y pinceladas, con enormes máscaras, rostros de papel maché y alas de cobre que salen de los enormes cuadros, juegan con el tema de la marioneta y la máscara de Pulcinella, el personaje de rufián, buen orador y cantor, en la comedia del arte italiana.

"Hoy en día, paradójicamente, dejaron de existir las máscaras, porque el hombre es tan violento que no necesita la máscara. Estamos viviendo momentos trágicos", sostiene el artista, cuyas esculturas y enormes pinturas hablan de dolor, de tragedia.

"La belleza puede salvar el mundo, aunque siento el dolor del mundo, desde adentro, soy un pintor intuitivo", confiesa Kokocinski.

La exposición, que permanecerá abierta hasta el 1 de noviembre, resulta una monografía del artista, con obras inclusive de los años 70, que ilustran su recorrido artístico y revelan quienes son sus maestros inspiradores: Goya, por el dramatismo y Caravaggio, por el uso del claroscuro.

"Metamorfosis", "El hijo del payaso", "Bajo el calor de la luna", "Todavía canción", "Acariciar las estrellas", "Estoy solo en el patio de mi corazón", son obras impactantes, que de alguna manera permiten descubrir sus demonios, pero también sus sueños, sus esperanzas.

"Llegué a este mundo en un momento doloroso para la humanidad, soy hijo de gente guerrera en fuga y con grandes dolores, pero también con grandes ideales y esperanzas. Soy mi propio cielo y mi propio infierno", dice Kokocinski.

Pese a los problemas de salud que ha tenido, el reconocido artista plástico no para de trabajar en su taller de Tuscania (a pocos kilómetros de Roma) y tiene listo una serie de proyectos, entre ellos un monumento para recordar las víctimas en 1994 del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires.

kv/dmc

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