Rusia muestra la cara simpática de Brezhnev

  • Mostrando su cara más amable, una exposición oficial rinde homenaje en Moscú a Leonid Brezhnev, líder soviético entre 1964 y 1982, conocido en Occidente por la invasión de Checoslovaquia y la persecución de disidentes como Alexander Solzhenitsyn y Andrei Sájarov.

"El objetivo es presentar a Brezhnev de la forma más objetiva posible, y mostrar cómo era de verdad en su época la Unión Soviética", afirma el comisario de la exposición, Mijail Prozumenchikov.

La exposición, organizada con motivo del 109º aniversario del nacimiento de Brezhnev, ofrece una imagen muy positiva de quien dirigió la Unión Soviética durante buena parte de la Guerra Fría.

En ella se destaca el lado simpático del difunto dirigente, con fotos de cacerías y de bailes.

"Era un hombre alegre, al que le gustaba la danza, las mujeres y beber una cerveza con los amigos", comenta Prozumenchikov a un grupo de visitantes.

En cambio, la represión política de la época aparece de forma muy elíptica.

En una vitrina aparecen por ejemplo dos decretos firmados por Brezhnev: uno que priva al disidente y premio Nobel de la Paz Andrei Sájarov de sus galardones, y otro que despoja de su nacionalidad al ajedrecista Viktor Korchnoi.

Sin embargo no se dice nada sobre el hecho de que Sájarov fue entonces detenido, enviado al exilio y aislado del mundo durante años.

Tampoco se cuenta que durante los 18 años de poder de Brezhnev numerosos opositores murieron en el gulag, que el escritor y premio Nobel de Literatura Alexander Solzhenitsyn fue expulsado y que la práctica del internamiento psiquiátrico para los disidentes conoció un desarrollo sin precedentes.

"No se puede contar todo, necesitaríamos mucho más espacio", responde el comisario de la exposición.

Igualmente no aparece nada sobre la vida gris de los soviéticos en los tiempos de Brezhnev, cuando faltaban productos de primera necesidad y las tiendas estaban medio vacías.

Algunos objetos recuerdan el culto a la personalidad que se desarrolló progresivamente alrededor del dirigente: un enorme jarrón de porcelana con su retrato, una estatua de bronce, cuadros en los que figura en uniforme de comisario político o paseándose por un bosque...

"El culto de Brezhnev lo creó su entorno, no él", precisa Prozumenchikov.

El gusto desmesurado de Brezhnev por las condecoraciones se menciona de forma muy discreta, y sólo se exponen algunas medallas.

Al número uno soviético le gustaba aparecer y ser retratado con uniforme, luciendo una cuarentena de distinciones, como la Orden de Lenin o las medallas de Héroe de la Unión Soviética.

La exposición consagrada a Brezhnev no es actualmente la única que promueve una imagen positiva del pasado soviético, una tendencia que se ha reforzado en los últimos años por iniciativa del Kremlin.

A comienzos de febrero se abrió en Moscú una gran exposición dedicada al pintor Alexander Guerasimov, uno de los creadores del realismo socialista y famoso por sus cuadros a la gloria de Lenin y Stalin.

"Alexander Guerasimov era conocido porque Stalin lo apreciaba mucho", destacó el ministro ruso de Cultura, Vladimir Medinski, al inaugurar esta exposición en el Museo de Historia, en la Plaza Roja de Moscú.

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