Sacar el pequeño mecenas que llevas dentro

  • Ahora que los fondos destinados a la cultura no son precisamente generosos, surgen inevitablemente nuevas maneras de financiación que involucran a una mayor cantidad de personas.
Clare Cooper, australiana y residente en Berlín, toca el arpa desde hace 15 años
Clare Cooper, australiana y residente en Berlín, toca el arpa desde hace 15 años
somaya - http://www.flickr.com/photos/somayalangley/1801087051/
Cristina Ramos

Clare Cooper, australiana y residente en Berlín, toca el arpa desde hace 15 años, los últimos nueve ha estado utilizando la de un amigo, pero el año pasado tuvo que devolverla, así que durante dos meses se ha dedicado a reunir 9.000 dólares (casi 6.900 euros) para comprarse una propia. A través de su página de internet, correos electrónicos y otras acciones a través de la red ha pedido a amigos, conocidos y a cualquiera que estuviese interesado que la ayudasen a financiar el arpa a cambio de un CD con la grabación de uno de sus conciertos e incluso con una cubierta pintada a mano para todos aquellos que donasen más de 100 dólares (unos 76 euros). Más de cien personas decidieron echarle una mano.

Ahora que los fondos destinados a la cultura no son precisamente generosos y gracias al papel fundamental que desempeña internet en la difusión de información e ideas y al peso que tienen las nuevas redes sociales como facebook o twitter a la hora de mover nuevas iniciativas, surgen inevitablemente nuevas maneras de financiación que involucran a una mayor cantidad de personas y que permiten que determinados proyectos salgan adelante.

Un gran ejemplo de esto es Kickstarter, una plataforma digital fundada en Estados Unidos en abril de 2009 por Perry Chen y Yancey Strickler que permite dar a conocer proyectos de carácter artístico, científico, tecnológico o simplemente originales que necesitan financiación. Esta plataforma no se dedica a la caridad ni tiene fines lucrativos como donorschoose.org, prosper.com o lendingclub.com, sino que ofrece a todo el mundo la oportunidad de aportar su granito de arena en aquellos proyectos que consideren interesantes.

Funciona de la siguiente manera: artistas, inventores y creativos en general cuelgan sus proyectos en la página web y establecen el presupuesto que necesitan para llevarlos a cabo y lo que se llevarán los donantes a cambio de sus aportaciones, desde una camiseta o un ejemplar de un libro a una cena en casa, cuánto más original y divertido, mejor. A partir de ahí, existe un plazo de tiempo para la recaudación y si al final de ese plazo se ha conseguido reunir al menos la cantidad establecida en un principio, entonces se cargan las donaciones a las tarjetas de los donantes, si no se logra el objetivo, nadie da nada. Este es un sistema democrático en el que uno puede ver de primeras la aceptación que tienen sus ideas y en el que otras personas optan por involucrarse en un proyecto ajeno motivadas ya sea simplemente por colaborar con la causa, por participar en un mundo con el que no tienen mucha relación normalmente o por lo que se puedan llevar a cambio. Cuando Kickstarter empezó, sólo un 20/30% de los proyectos se financiaban con éxito, ahora son un 50%.

Sin embargo, debido a la forma de pago y a la necesidad de una cuenta bancaria estadounidense Kickstarter sólo permite proyectos con base en Estados Unidos, así Tilo Schmidt y Konrad Laut decidieron desarrollar una versión alemana. Inkubato verá la luz en septiembre y ya acepta proyectos que les ayuden a poner el mecanismo en marcha.

Los proyectos, al igual que en Kickstarter, son previamente valorados por un equipo de la plataforma para asegurar la calidad de los mismos y en un principio, no quieren sacar más de 5 ó 6 nuevos al día para facilitar el seguimiento de la página. A diferencia de su predecesora, que utiliza Amazon Payments como método de pago, Inkubato utiliza PayPal por lo que no se excluyen proyectos ubicados en otros países, no obstante los creadores de esta página quieren recalcar la importancia que tiene el carácter local de los proyectos a la hora de involucrar a una comunidad. Por suerte para todos aquellos con un par de buenas ideas en el bolsillo, vivimos en la era de las comunidades digitales y, en todo caso, si todo va bien, en un futuro podremos ver versiones locales de Inkubato en más países.

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