Salamanca vive su Lunes de Aguas con hornazo y recuerda la vuelta de rameras

  • Con el fin de la religiosa Cuaresma la carne vuelve a ganar terreno en Salamanca, donde hoy se degusta el tradicional hornazo y se rememora la vuelta de las prostitutas a la ciudad, cuando en el siglo XVI el rey Felipe II las obligaba a marcharse a la otra orilla del río para evitar tentaciones carnales.

Justino Sanchón

Salamanca, 8 abr.- Con el fin de la religiosa Cuaresma la carne vuelve a ganar terreno en Salamanca, donde hoy se degusta el tradicional hornazo y se rememora la vuelta de las prostitutas a la ciudad, cuando en el siglo XVI el rey Felipe II las obligaba a marcharse a la otra orilla del río para evitar tentaciones carnales.

A mediodía, como cada año y ocho días después del fin de la Semana Santa, las calles de Salamanca comienzan a llenarse de gente, en dirección a las afueras de la ciudad. Los salmantinos salen al campo, acompañados de bolsas en las que llevan las bebidas y las viandas, entre las que destaca el hornazo, una empanada típica de Salamanca rellena de chorizo, jamón y lomo.

Carne, pura y dura, tras meses sin poderla probar por cuestiones religiosas. O, por lo menos así ocurría años atrás, cuando las costumbres religiosas estaban arraigadas y convivían con las paganas.

Las calles ya están llenas de salmantinos que, por tradición, van hacia las orillas del río a comer, cantar y disfrutar de una jornada festiva.

Como casi todos los años, las miradas apuntan al cielo, con la esperanza de que el agua no empañe esta tradición, una fiesta que une la religiosidad con lo pagano.

Así, cuenta la tradición que este día se empezó a celebrar después de que el rey Felipe II dictara, en 1570, una orden por la que se establecía que "en días de fiesta, cuaresma, cuatro témporas y vigilias, no estén las dichas mujeres ganando".

Es decir, durante la Cuaresma, las prostitutas de Salamanca cruzaban el río Tormes, hacia Tejares, donde eran recluidas hasta el lunes de la octava de Pascua, ocho días después de concluida la Semana Santa.

Su regreso a la ciudad se hacía con una barca, engalanadas con ramas y los salmantinos se agolpaban a las orillas para recibirlas.

Hoy, años después, la muchedumbre ya no busca a las prostitutas, sino que anhelan una tarde de amigos, una estancia para disfrutar, un momento para reír, según señalan a Efe un grupo de amigos que van dirección a Huerta Otea, enfrente del barrio de Tejares, el lugar donde nació el Lazarillo de Tormes.

El folclorista de Salamanca, Gabriel Calvo, tiene una canción que representa de manera fidedigna lo que se hace hoy en esta capital: "se sale al campo, con la vianda, se come hornazo, se canta y baila, hoy es el Lunes, Lunes de Aguas, día de alegría, día de jarana, de olor a encina, tomillo y jara".

Los lugares elegidos son, de forma fundamental, los que bordean al río salmantino, lugar que escogen grupos de amigos y de familias que encuentran en la tradición una forma más de comer en el campo.

Si hace unos años, el Ayuntamiento disponía de charangas que recorrían las principales zonas de esparcimiento, hoy la fiesta debe ir con los propios ciudadanos, salvo un festival privado de música y tendencias, junto al Puente Romano, y para los más jóvenes.

Pedro, uno de los que se ha animado a celebrarlo, reconoce que para él el Lunes de Aguas es el día elegido para degustar el hornazo. Es más, sin esta fiesta "el bocado de empanada no sería igual", agrega.

Mientras, su hija Sara comienza a dar las primeras patadas a un balón, como símbolo, uno más, del Lunes de Aguas. Y es que esta fiesta sin balón, tampoco es fiesta.

"No juego nunca a fútbol, pero este día traigo el balón para disfrutar con toda la familia", indica la pequeña María, de escasos diez años.

Como canta Gabriel Calvo, a golpe de gaita y tamboril, "gente y estudiantes finos, oficios y libros aparcan, que este día que se viene, hay que vivirlo con ganas, comiendo, cantando y bailando, al son de la lujuria sana".

Un año más, el Lunes de Aguas habrá llegado al final bajo un cielo encapotado, con frío en el ambiente, transformado en calor por la carne del hornazo y las ganas de disfrutar de los salmantinos.EFE

1010946

Mostrar comentarios