Salomón Shang, con la sospecha en los talones

  • Esta semana ha saltado a las primeras páginas por su sonado intento de manipular los Premios Gaudí del cine catalán. Pero no es la primera vez que se escuchan quejas y acusaciones sobre Salomón Shang, un peculiar productor, director, guionista, actor y exhibidor. La familia de su padre son acróbatas chinos y la de su madre una saga de payasos. "La Academia es un circo", dijo hace pocos días en 'La Razón'.
Salomón Shang, con la sospecha en los talones
Salomón Shang, con la sospecha en los talones
lainformacion.com
Fernando de Luis-Orueta
Fernando de Luis-Orueta

Antes que cineasta, Salomón Shang Ruiz (Barcelona, 7 de octubre de 1976) fue un hombre de circo. Su madre pertenece a una larga y prestigiosa estirpe de payasos. De hecho, según contaba él mismo en una entrevista, su tío abuelo era el más famoso de todos, el gran Charlie Rivel. Su padre era equilibrista de una saga de acróbatas chinos. "Cuando se nace en una familia de circo se establece cual va a ser tu destino. En mi caso, por mi estructura, más de la familia de mi madre, porque no tenía la fortaleza de un acróbata, pues me tocó ser payaso",contaba en El País.

Y así, el joven Salomón fue miembro de la troupe de los Rudi Llata hasta los 25 años, aunque simultaneaba esta actividad artística con su formación como cineasta en el CECC (Centre d'Estudis Cinematogràfics de Catalunya) y rodó varios cortos (Te quiero pero no mucho, 1997; Veinticuatro Noche; Bambino, ambos en 1998). Finalmente, en enero de 1999 se lanza a rodar su primer largometraje, Después de la luz. Sin embargo, la cinta no cobra cuerpo hasta tres años más tarde.

Al final, la llamada del plató pudo más que la atracción de la pista. En 2000 Shang decidió crear una productora para hacerse cargo de la que sería su segunda película, Metropolitan. La ironía del caso es que la bautizó con un nombre fantasma: Producciones Kaplan. George Kaplan: la identidad que hizo que Cary Grant corriera de una punta a otra de Estados Unidos Con la muerte en los talonescuando alguien le confundía con un espía de la CIA. Once años después, Kaplan vuelve a protagonizar una historia de anónimos y sospechas:la supuesta trama para falsear los Premios Gaudí consistente en inscribir nuevos miembros en la Academia del Cine Catalán mediante la falsificación de créditos de películas anteriores, que deberían luego votar al dictado de la empresa.

A lo largo de este tiempo, Shang ha rodado varias sagas de películas, muchas de ellas a caballo entre la ficción y el documental: cinco largometrajes (Después de la luz y las cuatro entregas de El viaje de la luz) sobre el supuesto hallazgo de unas cintas rodadas por un comerciante francés en varios pueblos catalanes en vísperas de la Guerra Civil; dos sobre el escultor Xicu Cabanyes (La mujer sin alma y La mujer del bosque); otras dos sobre un juez de instrucción de lo penal en Barcelona; otro a partir de una entrevista censurada del filósofo Carl Gustav Jung en 1957; otro más sobre el rodaje de la mítica Solaris de Tarkosvsky; y un largo etcétera, a ritmo de entre dos y cuatro obras al año.

Dos cines en Barcelona

En los últimos tiemposha gestionado dos salas de cine en Barcelona: los Casablanca Kaplan y los Casablanca Gràcia. Sin embargo, las deudas y el mal estado de las instalaciones le llevó a clausurar estos últimos. El proceso de cierre lo retrató en otra película, Cinéclub,de nuevo mezclando elementos de ficción (una historia de amor entre un espectador y la taquillera) y de reality. El Premio Gaudí (y otras tres nominaciones) que obtuvo el año pasado son ahora parte fundamental de la polémica.

Cineclub fue distribuida por la propia Producciones Kaplan y no por una de las compañías habituales del circuito, lo que se traduce en que la cinta se ha exhibido casi exclusivamente en los cines Casablanca Kaplan. Sin embargo, según los datos registrados en el Ministerio de Cultura, la película ha recaudado 438.014 euros y la han visto casi 70.000 espectadores, mucho más que cintas distribuidas por empresas de primera línea por toda España. La mayor sala del Casablanca tiene 178 butacas y proyecta cuatro pases diarios: para alcanzar esos números, Cineclub habría tenido que pasarse durante más de tres meses con todas las butacas vendidas, de lunes a domingo. Ni Avatar.

Este año las películas de la polémica han sido La leyenda del innombrable y Uruguay. La primera, dirigida, escrita y protagonizada por él mismo, ha tenido un fugacísimo paso por las salas: se estrenó el 10 de diciembre y ya es imposible encontrarla en cartel. De la segunda nadie sabe nada: ni figura en la parrilla de estrenos de ninguna compañía ni tan siquiera aparece en la web de su cine. Llama la atención que, según los datos incritos en Cultura, terminó de rodarse el 5 de noviembre de 2010 y el 30 ya se estrenó (aunque no figura dónde). Tres semanas para montar, sonorizar, talonar, tirar la copia… Todo un récord.

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