Selma Ancira: "Traduzco por la necesidad de compartir lo que me entusiasma"

  • Alfredo Valenzuela.

Alfredo Valenzuela.

Sevilla, 5 may.- La mexicana residente en Barcelona Selma Ancira, Premio Nacional de Traducción en 2011 y traductora de Tolstói, Pushkin, Gógol, Dostoievski, Bulgákov y Pasternak, ha dicho a Efe que traduce por "la necesidad de compartir" lo que le entusiasma y "por el amor por las palabras y por la música".

También "por el amor por la creación y la recreación" se dedica a la traducción literaria desde hace treinta años, periodo en el que además ha traducido a poetas rusos como Marina Tsvietáieva y Ósip Mandelstam y a autores griegos como Giórgos Seféris, Yannis Ritsos, Yákobos Kampanellis y María Iordanidu.

Ancira ha presentado en la Feria del Libro de Sevilla su nueva traducción de "Cartas del Verano de 1926" (Minúscula), que reúne la correspondencia que se cruzaron los poetas rusos Tsvietáieva y Pasternak con el que consideraban su maestro, el poeta autro-germánico Rainer Maria Rilke.

Este libro, según ha confesado la traductora, determinó su vocación como traductora, y su traducción fue la primera que efectuó, por lo que ahora ha vuelto a traducirlo, tras treinta años de experiencia trabajando con autores rusos y después de haber vertido del ruso al español la obra poética de Tsvietáieva.

"Para mí, éste es un libro muy especial, muy querido, porque gracias a él, gracias a mi descubrimiento de Tsvietáieva a través de estas cartas, encontré mi vocación de traductora; fue tan grande el sentimiento que despertó en mí la poeta, que quise traducir aquellas frases, aquellas cadencias misteriosas, aquellas imágenes y símbolos, y compartirlos con la gente que habla mi misma lengua".

Ancira ha recordado que, cuando hace treinta años terminó de leer en ruso "Cartas del verano de 1926", sólo pensaba "en compartirlo, en darlo a conocer; era una necesidad vital y me puse a traducirlo, sin haber traducido nunca nada; me estrené en el oficio con este libro tan extraordinariamente difícil; desde la perspectiva de hoy, lo pienso y me estremezco".

Con sus maestros ha reconocido a "los grandes autores de nuestra lengua; he aprendido mucho no sólo de grandes traductores como Tomás Segovia, sino de grandes escritores, y mucho también de los escritores que yo traduzco, como Tsvietáieva, que me ha enseñado varias de las lecciones decisivas de este oficio".

Sobre la cultura rusa y griega, a cuyos autores traduce, ha diferenciado: "Son países muy distintos; tienen una forma muy diferente de ver y entender la vida; en muchas cosas, pese a tener una misma tradición religiosa, son sencillamente opuestos, pero eso me enriquece, este ir y venir de un universo a otro es muy estimulante".

De la responsabilidad de traducir a maestros como Tolstoi, ha señalado que "la responsabilidad que el traductor tiene, por un lado con el autor y por el otro con el lector, es siempre enorme", pero "eso no es agobiante sino fascinante", porque "es un reto que varía con cada autor, un reto que varía con cada libro".

Acerca de su actividad como fotógrafa -la portada de esta nueva edición de "Cartas del verano de 1926" reproduce una de sus fotos- y su conexión con la traducción ha señalado: "Una buena traducción es la que refleja los juegos de luz del original, la que sabe de claroscuros, la que siendo la misma es, desde luego, distinta".

Selma Ancira nació en la ciudad de México en 1956, estudió filología rusa en la Universidad Estatal de Moscú, en donde se especializó en literatura rusa del siglo XIX, y después cursó estudios de lengua y literatura griegas en la Universidad de Atenas, y, entre otras distinciones, posee la Medalla Pushkin y, en México, el Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia.

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