Sigmund Freud fue cocinero antes que psicoanalista

  • El libro 'Las recetas del Dr. Sigmund Freud' descubre las conexiones entre la gastronomía y los mecanismos de la mente humana. Una tarta de manzana sería para Freud en un increíble pastel edípico para tener una buena relación con las madres. Y a la comida basura, también la denominó `Comida Jung´, en alusión a su alumno.
Sigmud Freud, el padre del psicoanálisis
Sigmud Freud, el padre del psicoanálisis
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Julio Vallejo | aviondepapel.tv

"El yo vive una vida de indigestión, una vida sencilla con comida sencilla. Por eso, buena parte del arte culinario está dirigido a apaciguar los ataques de ansiedad y el sentimiento de culpa haciendo a un lado el efecto inhibitorio del superyó. Nada en mi experiencia ayuda, en esta terapia del apoyo del yo, aliviando las restricciones del superyó, más que un antiquísimo pharmakon: licor fuerte fermentado o destilado".  

Son palabras de Sigmund Freud, el maestro del psicoanálisis. El doctor proponía que, para este tipo de casos, se preparara un Ponche superyóico, un brebaje a base de ron, huevos, leche, azúcar, nata montada y nuez moscada.  

Es sólo un ejemplo de la pasión por la gastronomía del autor de La interpretación de los sueños. Su labor como cocinero se recoge ahora en Las recetas del Dr. Sigmund Freud, un libro editado en español por la editorial Gedisa. 

Comida y psicoanálisis 

El volumen recoge platos que el psicoanalista recopiló a lo largo de su vida. Así, junto las recetas de su querida mamá, también recoge otras comidas inspiradas en la escritora Lou Salomé o el psicoanalista Albert Adler, entre otros. 

En la mayoría de ellas, muestra que la línea entre la cocina y los vericuetos de nuestra mente es verdaderamente fina. Una simple tarta de manzana se convierte para Freud en un increíble pastel edípico con el que fomentar una buena relación con las madres. 

De la misma manera, la Ternera neurasténica, un simple plato de carne de vaca horneada con pimienta y guindilla, puede ser un plato bastante recomendable para aquellos enfermos con depresión. 

Lo que no falta nunca en este peculiar libro es el humor. El lector no podrá contener la risa cuando, en su receta de tomates inconscientes, el célebre doctor compara a los hombres con la famosa hortaliza roja. Según Freud, lo que buscan las mujeres en los varones es "un tomate fresco y jugoso bien cosechado o, por lo menos, bien conservado".  

La carcajada también aparece cuando recomienda utilizar los coladores como retenedores anales. Según Freud, estos utensilios nos darán un agradable sentimiento de control si estamos preocupados por la cuenta del agua o el remanente que se va por la cañería.  

Jung y su estómago 

El recetario es también una oportunidad única para que el maestro del psicoanálisis nos desvele algunas anécdotas y cotilleos sobre aquellos grandes personajes que se cruzaron en su camino. Entre todos ellos, destaca Carl Jung, otro de los grandes del psicoanálisis.  

A través de las palabras de Freud, somos conscientes del rencor que sentía el profesor por el que fue su discípulo más aventajado. El doctor no duda en definir la comida basura como Comida Jung o justificar los desmayos del que fuera su alumno como fruto de la contemplación de ciertos platos de la gastronomía italiana.  

En definitiva, Las recetas del Dr. Sigmund Freud permiten acercarnos al maestro del psicoanálisis de manera más íntima. Alejado de sus grandes teorías, el libro nos dibuja a un hombre de gran sentido del humor con sus grandezas y debilidades.

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