Steven Spielberg tiene miedo a los muebles con patas

  • El libro Vidas secretas de grandes directores de cine desvela las intimidades, manías y fobias de realizadores como Quentin Tarantino, Pedro Almodóvar, los hermanos Coen, Woody Allen, George Lucas o David Lynch, entre otros.
Steven Spielberg, durante el rodaje de una de sus películas
Steven Spielberg, durante el rodaje de una de sus películas
lainformacion.com
Julio Vallejo | aviondepapel.tv

Steven Spielberg nos ha hecho pasar miedo en una cuantas ocasiones. Sin embargo, pocos saben que el director estadounidense es el colmo de los terrores. El responsable de Tiburón tiene verdadero pavor a los muebles con patas, pero también a los ascensores, las ratas, los insectos o las serpientes.

Es una de las muchas curiosidades recogidas en Vidas secretas de los grandes directores (Océano), un libro de Robert Schnakenberg, que bucea en las pasiones, fobias, filias y rarezas de algunos de los mejores cineastas de la historia del séptimo arte.

Lynch, el destripador

Famoso por películas tan extrañas e inusuales como Cabeza borradora o Carretera perdida, David Lynch es hombre con pasatiempos peculiares. Uno de los más curiosos es la disección de animales. El director ha explicado que realiza este tipo de prácticas "para estudiar las texturas". Por si fuera poco, el cineasta deja constancia de sus carnicerías en una colección de fotos no precisamente agradables.

El lenguaje de los Coen

Otro tándem que recoge este libro son los hermanos Coen. Algunos creen que los directores de Sangre Fácil o Valor de Ley, son una misma criatura en dos cuerpos diferentes. Razones no les faltan. Ambos visten prácticamente igual, uno termina las frases del otro y los dos utilizan un lenguaje propio para hablar entre ellos. Así, en el peculiar idioma de los Coen, un "tapacubos" es un efecto de sonido y un "embajador" designa un fragmento de diálogo que desvela la actitud del personaje. Lo más curioso es la palabra que utilizan para hablar del visor de la cámara: "pequeño Elvis", apodo con el que el rey del rock se refería a su pene.

Los pies de Tarantino

Quentin Tarantino también aparece en Vidas secretas de grandes directores de cine. Todos recordamos el famoso diálogo de Pulp Fiction entre Samuel L. Jackson y John Travolta donde ambos comentan lo caro que le resultó a un matón masajearle los pies a la mujer de un mafioso. Lo que quizá muchos ignoren es la obsesión del autor del filme, el gran Tarantino, por las extremidades inferiores. El realizador, que ha reconocido su fetichismo, ha dado rienda suelta a su pasión por los pies en escenas de Abierto hasta el amanecer, donde actuaba y firmaba el guión, o las dos partes de Kill Bill.

Las neurosis de Woody

Pero quizás es Woody Allen el que se lleva la palma en este ensayo de Robert Schnakenberg. El autor de Midnight in Paris es el colmo de los miedos. Allen tiene fobia a los barcos, los aviones, la luz del sol, la oscuridad, los colores vivos, los espacios cerrados, los ascensores y, sobre todo, los gérmenes. Se cuenta que, para evitar ningún tipo de contagio, incluso prohibió a Mia Farrow, su entonces pareja, que utilizara la vajilla, y le obligó a que la sustituyera por platos y cubiertos de usar y tirar.

Las gafas de Almodóvar

El libro compendio de todas estas manías de los grandes del cine actual también pone el acento en el máximo exponente del cine español fuera de nuestras fronteras. Si algunos cinéfilos se preguntan por qué Pedro Almodóvar lleva gafas cuando se encuentra en una sesión fotográfica, la razón es muy sencilla: el realizador manchego sufre fotofobia. Esta particular enfermedad, heredada de su familia paterna, se recrudeció después de la intensa gira promocional de Volver. El cinesta pasó meses con un persistente dolor de cabeza que le llevó a consultar al neurólogo.

Obsesión por el detalle

Vidas secretas de grandes directores de cine, además, constata que George Lucas es un obseso de los detalles. Su extremo perfeccionismo le llevó incluso a inmovilizar con cinta adhesiva el busto de la princesa Leia durante el rodaje de La Guerra de las Galaxias. La razón que el realizador dio para fijar los senos fue que "los pechos no rebotan en el espacio". Carrie Fisher, encargada de interpretar a Leia, tampoco pudo llevar sujetador porque, en opinión del famoso realizador, si una mujer llevara un sostén en un entorno sin gravedad terminaría asfixiada por la propia prenda.

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