Suspense total en el estreno en español de la autora sueca Marie Hermanson

  • La claustrofobia, el engaño de las apariencias y, en definitiva, el suspense llenan las páginas de "El santuario del diablo", la primera novela traducida al castellano de la escritora sueca Marie Hermanson, que sitúa su trama en una idílica clínica de reposo en Suiza donde nada es lo que parece.

Madrid, 13 dic.- La claustrofobia, el engaño de las apariencias y, en definitiva, el suspense llenan las páginas de "El santuario del diablo", la primera novela traducida al castellano de la escritora sueca Marie Hermanson, que sitúa su trama en una idílica clínica de reposo en Suiza donde nada es lo que parece.

"¿Qué se esconde detrás de una fachada de perfección?" es la pregunta que se plantea en una entrevista con Efe Hermanson, autora de cerca de una decena de obras de las que ha vendido más de un millón de ejemplares.

La narración de "El santuario del diablo" (Alevosía) tiene lugar en una exclusiva clínica de reposo en un idílico valle de los Alpes suizos donde está internado Max, el hermano gemelo de Daniel, quien acude a visitarle.

Max, con un pasado un poco turbio, pide a su idéntico hermano que ocupe su lugar intercambiando sus identidades un par de días para poder solucionar unos asuntos fuera de la clínica, pero no regresa.

A partir de ese momento, lo que parecía un reducto de paz para la rehabilitación de personas adineradas que padecen estrés se convierte en una cárcel de la que Daniel, al que creen Max, no puede escapar.

Y es que en realidad, el objetivo de la clínica es estudiar a los psicópatas que alberga, muchos de ellos autores de graves crímenes, en un ambiente intensamente controlado que aparenta normalidad.

La claustrofobia es un tema recurrente en la obra de Hermanson, que confiesa que cada vez que se pone a escribir "vuelven a aparecer esas cuevas, pasadizos subterráneos", quizá debido a que ella misma sufre esos miedos a los espacios cerrados.

La idea de este libro comenzó, explica, a raíz de un estudio que concluía que los psicópatas tienen una anatomía cerebral diferente al de los demás seres humanos.

"La cuestión es que, si es así, se trata de una minusvalía y entonces surge el problema de cómo plantearse la situación de los psicópatas que cometen crímenes, si es que realmente no pueden remediarlo", indica.

"Si se debe a una malformación en el cerebro no es culpa del individuo el comportamiento que tiene", señala Hermanson, quien se pregunta sobre cómo habría que tratar entonces a esas personas, si deben ser encerradas y castigadas o deben ser sometidos a algún tipo de tratamiento para intentar curarlos.

En la novela no se plantea el incorporarles o integrarles en la sociedad, ya que los psicópatas están condenados a pasar toda su vida en el valle, pero si el permitir que lleven una vida medianamente agradable mientras se investiga su comportamiento, explica la autora.

Hermanson está muy interesada en los gemelos como lo demuestra el hecho de que, además de esta novela, tiene otra llamada "Las hermanas gemelas" que habla de dos jóvenes que a pesar de ser idénticas físicamente, son dos polos opuestos, al igual que ocurre en "El santuario del diablo".

"Me gustan las historias un poco retorcidas", dice Hermanson, una gran aficionada a las películas de los hermanos Cohen o de Tarantino, que considera que en un futuro no demasiado lejano pueden existir "clínicas" como las que relata en su novela.

El paisaje idílico de un valle suizo es lo contrario de lo que se espera encontrar en este sitio claustrofóbico pero, dice, que le gustan mucho los contrastes.

"Se me ocurrió Suiza porque es un país misterioso. Es tan perfecto, tan bonito, con su aire alpino, esas casas idílicas llenas de geranios. En esa perfección encuentro algo siniestro y desagradable, algo que te remueve por dentro", sostiene Hermanson.

La escritora reconoce que estas consideraciones son "prejuicios y tópicos" que tiene sobre este país.

Sobre el "boom" de la novela nórdica, sostiene que lleva años pensando "que ya se acabó esto", pero que han transcurrido "muchos más años de los que había pensado".

Pero, sus novelas "se diferencian bastante de las policíacas y de crímenes: no quiero seguir -dice- la receta tradicional".

Su receta es "robar" de todos los géneros: "me encanta que haya un enigma y que el lector quiera averiguar qué está pasando. Al suspense le añado un poco de matiz fantástico pero no demasiado".

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