Trapero abre una ventana en Cannes para mostrar la realidad de la miseria

  • El realizador argentino Pablo Trapero presentó hoy en el Festival de Cannes "Elefante Blanco", una película con la que ha querido abrir "una ventana para mostrar una realidad para mucha gente desconocida", la de los barrios marginales en los que millones de personas tratan de sobrevivir.

Por Alicia García de Francisco

Cannes (Francia), 21 may.- El realizador argentino Pablo Trapero presentó hoy en el Festival de Cannes "Elefante Blanco", una película con la que ha querido abrir "una ventana para mostrar una realidad para mucha gente desconocida", la de los barrios marginales en los que millones de personas tratan de sobrevivir.

Una historia protagonizada por Ricardo Darín, Martina Gusman y el belga Jérémie Renier, que compite en la sección "Una cierta mirada" y que trata de plantear una reflexión sobre "qué es lo que pasa para que algo que es tan cercano parezca tan lejano", explica Trapero en una entrevista con Efe en Cannes.

"Elefante Blanco" es una edificio cercano a Buenos Aires que se planeó en los años treinta como hospital para que fuera el más grande de Latinoamérica y con el paso del tiempo la obra se paró y "se convirtió en el hogar impensado de mucha gente".

Ahí se sitúa la historia protagonizada por dos sacerdotes -Darín y Renier- y una trabajadora social -Gusman- que tratan de ayudar a las miles de personas que se hacinan en un espacio que a la pobreza une la droga y las actividades de redes mafiosas.

Son "barrios que están a la vuelta de nuestras casas", mucho "más complejos de lo que se ve desde afuera", con viviendas muy precarias pero que para muchas personas se convierten en un lugar en el que se sienten protegidas.

Algo que Trapero creía propio de Argentina, de Latinoamérica, pero que lo ha empezado a ver en muchas otras partes, lo que le ha sorprendido aún más.

"Es una ficción que se vuelve realidad tangible en muchos países de Europa, no con esa magnitud, de asentamientos cerca de las ciudades", explicó.

Y para ayudar a esa gente, se acercan distintas personas, de organizaciones no gubernamentales, religiosas o de otros tipos.

Aunque la película se centra casi en exclusiva en los curas a los que comenzaron denominando del tercer mundo en los años 60 y 70, que empezaron con la Teología de la Liberación y que ahora se les conoce como curas villeros, explicó Trapero, que tenía esta historia en la cabeza desde hace más de 10 años.

En películas anteriores del realizador, como "Carancho", los protagonistas vivían de la desgracia ajena, pero "Elefante Blanco" es sobre la gente que dedican su vida a los otros, sobre unas personas que son "como pequeños superhéroes".

Trapero estaba interesado no sólo en mostrar el lado religioso de esos sacerdotes, sino la fe que tienen en otras personas.

"Son personas que toda su vida gira alrededor de trabajar con el otro. Me gustaba esta otra manera de ver la religión", agregó.

Uno de esos sacerdotes es Darín, con el que Trapero ya trabajó en "Carancho".

Lo más importante de Darín, señala apasionado el realizador, es "que es muy buen actor y a partir de eso se pueden construir grandes personajes".

Un actor que trabaja mucho con la intuición, que tiene muchísimos años de oficio y que conoce muy bien el mundo del cine, una combinación que le lleva a aceptar ir por nuevos caminos.

"Es fundamental para un actor esa búsqueda de nuevos caminos y poder enfrentar esos miedos. Ricardo toma esos riesgos y se enfrenta a los problemas que se le plantean con mucha fuerza".

Junto a Darín, Martina Gusman es otra habitual del cine de Trapero, a quien le gusta rodearse de gente que conoce.

"Es muy lindo. Al igual que en roles técnicos trabajo con personas desde la escuela del cine, es lindo poder repetir con la gente con la que funciona, te da mucha confianza".

Pero, aunque son dos actores que le gustan mucho, aún no sabe si repetirá con ellos. Todo dependerá de si desarrolla un guión que tiene entre manos o si acepta rodar una película sobre una historia ya escrita.

El tercer protagonista de la película es Renier, un sacerdote amigo de Darín. Un papel que el actor belga tuvo muchas dudas de aceptar por su desconocimiento del español.

Los primeros que le hablaron del proyectos fueron los hermanos Dardenne y luego Trapero le dio el guión y le pareció increíble, pero imposible de realizar por el problema de la lengua.

Tras 10 días de dudas aceptó el papel y se muestra encantado del resultado en una entrevista en Cannes.

Por la experiencia, por el lugar donde se rodó la película, por trabajar con Darín, "un increíble ser humano" que le facilitó mucho el trabajo y por el director.

"Hice esta película por mis hijos, por abrir los ojos de la gente" sobre el problemas de esas villas, de esos barrios marginales.

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