Un abogado, un guardia civil, dos médicos... "Los Hijos del Sabrosón"

  • Lo que la música une, que no lo separe el hombre... y mucho menos sus profesiones. Esta sería la tarjeta de presentación de un grupo alicantino de músicos aficionados en el que plañen y cantan un guardia civil, un abogado, un par de médicos, otros tantos consultores y varios docentes, entre otras maestrías.

Alberto Santacruz

Alicante, 18 may.- Lo que la música une, que no lo separe el hombre... y mucho menos sus profesiones. Esta sería la tarjeta de presentación de un grupo alicantino de músicos aficionados en el que plañen y cantan un guardia civil, un abogado, un par de médicos, otros tantos consultores y varios docentes, entre otras maestrías.

"Los Hijos del Sabrosón", como así se denominan, ensayan los martes y actúan viernes o sábado en locales de ocio y auditorios, pero todos los días, incluidos los fines de semana, responden como los primeros a sus obligaciones profesionales.

Frank, "hermano" del timple, trabaja en el Hospital General de Alicante; Víctor, que acaba de ser padre, es guardia civil en un cuartel de Alicante; Joaquín, con la toga de abogado en su cartera, "pelea" en los juzgados, y Manuel trabaja en una empresa de servicios aeroportuarios. "Dícese, maletero", comenta con humor.

A ellos se unen Mariano, "un médico de los dientes"; Gonzalo, creativo en una agencia de comunicación y la persona que más carga en el grupo (toca el contrabajo); Marcos, biógrafo y guitarra de punteo; Alfredo, experto en 'empleHabilidad', los docentes Otilio y Enrique, y Lucas, un consultor que no tuvo necesidad de consultar si era apto para la música. "Sí, claro que sí, me dije", apunta sin dudarlo.

Este batiburrillo de profesionales han decidido juntarse para crear "Los Hijos del Sabrosón", un grupo de música cuya horquilla de estilos abarca desde el bolero al chachachá, del mambo a la cumbia, aunque sin pasar por el vodevil ni el rap.

Lo curioso es que estudiaron en facultades diferentes. Lo increíble es que en sus ámbitos laborales ni se ven. Pero lo más insólito es que cuando se juntan son capaces de armonizar sus inquietudes con instrumentación y armonía.

Son capaces de cantarle a "la cándida niña de la sociedad" y a cualquier mujer que se precie, de encender amores entre quienes les escuchan aunque luego haya que "apagar el cuarto" que haya cogido "candela" y de sacar una sonrisa merced a sus ritmos alegres.

La música les ha unido y "eso no hay Dios que lo deshaga", ha afirmado a EFE Joaquín, cuya guitarra, que no entiende de leyes, sabe "más por vieja que por diabla".

Amores y desamores, alegrías y desengaños son excusas -o no- para juntar en sus guitarras "la armonía y la percusión". "Por el amor de una mujer" uno se desvive, sostiene Alfredo, quien ha hallado en este grupo "una forma de sentir y hablar".

Sus vidas, "las controlan las leyes", pero en su corazón, "que es el que siente amor", tan solo mandan ellos. "Es el amor por la música lo que nos ha unido", afirma Mariano, cuya casa sirve de lugar de ensayo y de "viandas".

Quien asiste a uno de sus conciertos puede pensar que ensayan todos los días y que se dedican a la música, pero la verdad, lo cierto, es que no.

Cada uno tiene un horario ajustado a su vida laboral y personal, sus economías son bien distintas, sus aspiraciones cabalgan por separado... pero la música, "que es lo que nos gusta", apunta Otilio, es "nuestro rasero".

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