Un gran sobrero y un sorprendente Sergio Felipe, sin espada, en Las Ventas

  • Un gran sobrero de Julio García con el que el debutante Sergio Felipe causó una grata y sorprendente impresión fue lo único destacado de un festejo largo y aburrido hoy en Las Ventas, condicionado por la invalidez y poco juego del ganado titular.

Javier López

Madrid, 28 jul.- Un gran sobrero de Julio García con el que el debutante Sergio Felipe causó una grata y sorprendente impresión fue lo único destacado de un festejo largo y aburrido hoy en Las Ventas, condicionado por la invalidez y poco juego del ganado titular.

FICHA DEL FESTEJO.- Cuatro novillos de La Ventana del Puerto, bien presentados, inválidos y deslucidos, a excepción de quinto y sexto, que se prestaron algo más, aunque sin llegar a "romper". Primero y tercero fueron sendos sobreros de Julio García: sin fuelle el primero, y con ritmo y calidad el otro.

Cayetano Ortiz: media perpendicular y atravesada, y descabello (silencio tras aviso); y estocada (silencio).

Rafael Cerro: pinchazo y estocada (silencio tras aviso); y dos pinchazos y bajonazo (silencio).

Sergio Felipe: media defectuosa, dos pinchazos y seis descabellos

(ovación tras aviso); y estocada atravesada (vuelta tras leve petición).

En cuadrillas, eficaz brega de Curro Vivas al primero.

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del accidente ferroviario de Galicia.

La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde fresca.

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EL MILAGRO DE UN SOBRERO

Muchas veces el baile de corrales es sinónimo de aburrimiento y desesperación en ruedo y tendido. Pero hay excepciones como la de hoy en la que un sobrero obra el milagro de levantar un festejo abogado al fracaso.

Hasta ese momento no había por donde coger la tarde por el poco juego de los novillos de La Ventana del Puerto, sin fuerzas casi ni para aguantar la divisa, obligando a que la suerte de varas fuera un simulacro. Sólo el quinto y el sexto se movieron algo más, pero también acabarían apagándose pronto.

Sergio Felipe se acordará toda su vida del primer novillo que mató en Las Ventas, un segundo sobrero de Julio García que hizo cosas raras en los primeros tercios, pero que se vino arriba en la muleta, por donde respondió con movilidad, ritmo y franqueza a los avíos de un Felipe firme y sereno.

Toreo con gusto, temple y ligazón en las primeras series por el derecho. Al natural hubo más sintonía si cabe, abandonándose el albaceteño por momentos, con quietud, verticalidad y suma confianza.

Grata sorpresa la de este Felipe, que supo dosificar y medir su labor, pues a la mínima que vio que el animal iba a venirse abajo se fue a por la espada para que aquello no bajara el diapasón.

Manoletinas en el epílogo y ¡ay la espada!, el único lunar de una faena de altas cotas, que acabaría casi en nada precisamente por fallar en la suerte suprema. De un triunfo grande a unos aplausos de consolación. Eso sí, la ovación al novillo en el arrastre, de ley.

En el que cerró plaza ya no fue igual, también porque el novillo no respondió ni una milésima parte que el anterior, pero igualmente se vio un Felipe tenaz, aunque, esta vez, menos resolutivo.

El francés Cayetano Ortiz hizo su debut en Las Ventas con un primer sobrero mansurrón, que derribó en el primer encuentro con el caballo, hizo hilo en banderillas y que apenas aportó nada en la muleta, embistiendo al paso hasta pararse.

Ortiz diseñó una faena compuestita, con muletazos cadenciosos y hasta con cierto relajo, aunque el conjunto no llegó a tomar altura por la poca "transmisión" el utrero.

El cuarto tampoco se prestó, un novillo sin clase y pegajoso con el que Ortiz, que lo recibió de hinojos en la puerta de toriles, llevó a cabo una labor tan afanosa como anodina, quede claro que por la nula condición del astado.

Cerro, que cumplía su cuarto paseíllo este año en Madrid, tuvo en primer lugar un novillo sin fuerzas, al que no hicieron sangre en varas ni para un análisis, y ni así aguantó en la muleta, defendiéndose y sin terminar de pasar antes de negarse en rotundo.

Con semejante "material" a Cerro no le quedó otra que justificarse a base de voluntad, dentro de una faena de escaso contenido artístico.

El quinto fue el novillo con más opciones de los titulares, al que Cerro cuajó mejor por el lado derecho. Gusto por bandera y hondura como distinción. La pena fue que el animal sólo duró dos tandas, pues al cambiarle al izquierdo empezó a perder un fuelle que ya no recuperaría.

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