Una decepcionante corrida de Miura arruina la encerrona de Ferrera en Málaga

  • El mal juego de las reses de la legendaria ganadería sevillana de Miura en la tercera de abono de la Feria de Málaga (sur) redujo el balance de la encerrona del diestro extremeño Antonio Ferrera a cuatro silencios, una ovación tras petición, y palmas de despedida.

Málaga (España), 19 ago.- El mal juego de las reses de la legendaria ganadería sevillana de Miura en la tercera de abono de la Feria de Málaga (sur) redujo el balance de la encerrona del diestro extremeño Antonio Ferrera a cuatro silencios, una ovación tras petición, y palmas de despedida.

Se lidiaron seis toros de Miura, correctos de presentación y faltos de fuerzas en general. El primero flojo, el segundo noblón, el tercero y cuarto inválidos, y el quinto y sexto descastados.

Antonio Ferrera: tres pinchazos y estocada (silencio), estocada (ovación), estocada (silencio), pinchazo y estocada corta (silencio), estocada caída (silencio) y cuatro pinchazos y estocada trasera (palmas de despedida).

La plaza registró dos tercios de entrada en tarde agradable.

Saludaron los banderilleros David Adalid, Fernando Sánchez, Javier Abel, Jaime Padilla y Marcos Galán y el picador Tito Sandoval.

El pobre juego de las reses de la ganadería de Miura condicionó la encerrona del diestro extremeño Antonio Ferrera en la Feria de Málaga. Había muchas esperanzas puestas en esta corrida, llamada a convertirse en histórica, pero la flojedad de las reses que fueron saltando al albero de La Malagueta llevaron al traste todas las ilusiones generadas.

Pese a estar bien presentadas, las reses que llegaron desde la finca Zahariche, en Lora del Río (Sevilla, sur), fueron acusando una tras otra una alarmante falta de fuerza, fundamentalmente en los cuartos traseros. Esta circunstancia fue determinante para que los momentos de brillantez quedaran limitados a instantes muy limitados de la lidia.

No obstante, Antonio Ferrera lo puso todo de su parte para lograr el triunfo, tal y como quedó patente desde que saltara el primero de la tarde, un astado tan noble como inválido que no tenía fuerzas ni para defenderse. Banderilleó con solvencia, estuvo técnicamente correcto ante un toro protestón, pero el lucimiento era imposible. En este caso estuvo poco acertado con los aceros.

Más certero se mostró en el segundo, un toro en el que se le solicitó una oreja que el palco no concedió. Fue un miura con el que se pudieron vivir pasajes de calidad por el pitón derecho, ya que por el izquierdo sabía lo que se dejaba atrás y rehusó el toreo al natural. No obstante, se apreció que Ferrera estaba muy por encima de este toro, y de toda la miurada en general.

En el tercero se volvió a las andadas. En este caso compartió tercio de banderillas con los subalternos David Adalid y Fernando Sánchez, habitualmente en la cuadrilla de Javier Castaño, brillando los tres a gran altura; aunque nuevamente el burel echó por tierra todo el empeño del diestro.

Tras brindar al matador de toros murciano Rafaelillo, bastante tuvo con mantener en pie a un inválido al que estoqueó con solvencia.

Nuevamente pareó acompañado de subalternos que le acompañaban en esta tarde tan especial al cuarto. En este caso fueron Javier Ambel y Jaime Padilla los que pusieron prólogo a una faena en la que el miura hizo lo mismo que había hecho con los capotes, buscar las vueltas y no tragarse ni un pase por el pitón derecho.

Con honestidad, insistió a pesar de que había poco que sacar, y así arrancó algún natural a un toro que embestía con la cara por las nubes.

Por instantes pareció que el quinto podía levantar la tarde, pero fue un espejismo. Ferrera lo recibió con una larga cambiada y por primera vez en la encerrona pudo estirarse con el capote. Se arrancó largo al caballo, aunque sin mucha fiereza, y cumplió en un tercio de palos compartido esta vez con Marcos Galán. Pero en la muleta demostró que estaba falto de casta y no arremetió a los engaños.

Sólo quedó la vía del arrimón en una labor que tampoco pudo tener la emoción necesaria para sacar lucimiento.

El sexto y último tampoco mejoró el sabor que dejaba la tarde, a pesar de que Ferrera peló por ella hasta el final como lo demuestra el garboso recibimiento a pies juntos con el capote, dejarlo largo al caballo que montaba Tito Sandoval, o colocándole cuatro pares de banderillas; uno por cada uno de los componentes de la habitual cuadrilla de Castaño, y otro él mismo.

Se llegaba a la faena con esperanzas, pero ya en las primeras arrancadas el burel demostró que no iba a tragarse ni un muletazo y además fue el que desarrolló más peligro de una corrida para olvidar. Las palmas de despedida sirvieron de consuelo para Antonio Ferrera en su fallida apuesta por los toros de Miura para encerrarse en solitario en una plaza de primera categoría como es la de Málaga.

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