Una escuela de samba ayuda a montar exposición sobre una emperatriz brasileña

  • Una de las escuelas de samba que anima el carnaval de Río de Janeiro está ayudando al Museo Histórico Nacional de Brasil a montar una exposición sobre la vida de María Leopoldina de Austria (1797-1826), la primera emperatriz de Brasil, y sobre su legado en el país.

Por Javier García

Río de Janeiro, 31 jul.- Una de las escuelas de samba que anima el carnaval de Río de Janeiro está ayudando al Museo Histórico Nacional de Brasil a montar una exposición sobre la vida de María Leopoldina de Austria (1797-1826), la primera emperatriz de Brasil, y sobre su legado en el país.

La inédita colaboración es ofrecida por los integrantes de la Escola de Samba Imperatriz Leopoldinense, un gremio carnavalesco cuyo nombre es un homenaje a la archiduquesa de Austria, esposa del emperador Pedro I de Brasil y madre del emperador Pedro II de Brasil.

"Se trata de la más importante contribución realizada hasta la fecha por una escuela de samba para el montaje de una de nuestras exposiciones temporales", ha dicho a Efe Luis Antonelli, responsable de Dinámica Cultural del museo.

La escuela ofrecerá a la exposición "diferentes objetos que vinculan la imagen de la emperatriz a la cultura popular brasileña", como baúles, coronas y disfraces usados en el desfile del carnaval de marzo pasado y la propia bandera de la agrupación.

Pero sin duda el aporte más espectacular serán las colosales reproducciones, igualmente confeccionadas para un desfile de carnaval, de los animales que tanto sorprendieron a la esposa de Pedro I cuando llegó a Brasil procedente de Viena: las aves y especialmente los jaguares.

Dos de estas reproducciones, de enormes proporciones, serán, según describe Antonelli, "el principal atractivo de la muestra, que se abrirá al público el próximo octubre y se clausurará en febrero de 2015".

A la espera de su traslado al Museo Histórico Nacional, esos objetos se encuentran amontonados actualmente, y sin un aparente esmero en su conservación, en la nave que Imperatriz Leopoldinense tiene en la Cidade do Samba.

En esa "ciudad" levantada junto al puerto de Río, las principales escuelas del carnaval carioca crean y montan, para después desmontar, todos los elementos que usan en sus desfiles en el sambódromo.

Allí, Wagner Tavares, director de carnaval de Imperatriz Leopoldinense, ha destacado a Efe la importancia que para su escuela tiene esta colaboración de la cultura popular, representada por el carnaval, con la cultura más elitista, simbolizada por los museos.

"Es muy importante no porque vayamos a obtener beneficio financiero alguno sino porque participar de lo que teóricamente es un espacio de 'cultura VIP' o 'clase A' significa que se está abriendo ese espacio a todas las clases sociales", ha dicho.

Por lo general, cuenta Tavares, el material que no se recicla para el siguiente año "se destruye o se cede a otras escuelas más pequeñas que lo piden, no solo de Río de Janeiro, sino también de otros estados del país, o a compañías de teatro de aficionados".

"Esta vez, además, vamos a nutrir con nuestras piezas la exposición que el Museo Histórico Nacional dedica al personaje que da nombre al barrio donde está nuestra sede y a nuestra propia escuela", ha agregado..

Pero no solo esta agrupación lleva ese nombre. Algunas ciudades del país e innumerables calles, monumentos y obras públicas recuerdan a María Leopoldina de Austria, o "doña Leopoldina" como comúnmente se le llama.

Su legado alcanza desde la música popular hasta las marcas comerciales.

"Hay toda una cultura en torno a su nombre y ese va a ser, con la aportación de los materiales de la escuela, el núcleo inicial de la exposición", según Antonelli.

La historiadora Solange Godoy, comisaria de la muestra, ha valorado para Efe "la importancia de esta mujer, sobrina-nieta de María Antonieta y cuñada de Napoleón Bonaparte, tanto desde el punto de vista social como político, porque además de ejercer de regente en las ausencias de su marido, Pedro I, también era muy activa en materia de asistencia a los necesitados".

Multitud de ciudadanos, relata la historiadora, "hacían fila todos los días en las puertas del palacio real para pedirle ayuda y muchas veces la obtenían, lo que le hizo granjearse una gran simpatía, sobre todo entre los cariocas".

Su prematura muerte, con tan sólo 29 años, provocó gran consternación y consolidó su reputación de mujer bondadosa e inteligente que ha resistido muy bien el paso del tiempo.

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