Una nueva producción de "Don Giovanni" que no llega a convencer

  • Londres.- El "Don Giovanni" que acaba de estrenarse en la English National Opera (ENO) y puede verse hasta el 1 de diciembre es una producción un tanto confusa desde el punto de vista escénico y sin la necesaria fuerza orquestal, a la que salvan las voces.

Una nueva producción de "Don Giovanni" que no llega a convencer
Una nueva producción de "Don Giovanni" que no llega a convencer

Londres.- El "Don Giovanni" que acaba de estrenarse en la English National Opera (ENO) y puede verse hasta el 1 de diciembre es una producción un tanto confusa desde el punto de vista escénico y sin la necesaria fuerza orquestal, a la que salvan las voces.

El coliseo londinense, especializado en ofrecer óperas siempre cantadas en inglés, ha encomendado la puesta en escena esta vez al conocido director de teatro y musicales Rufus Norris.

Con fama de más innovadora y valiente en sus producciones que su hermana mayor, la Royal Opera House -en ella se han visto trabajos de Calixto Bieito, precisamente con otro "Don Giovanni", y la Fura del Baus-, esta vez no parece haber, sin embargo, acertado pese a los aplausos del público la noche del estreno.

Precedido por el éxito de otros trabajos escénicos como "Cabaret", "Dangerous Liasons" (Amistades Peligrosas) o "Festen", Norris ha tropezado sin embargo a la hora de plantear una ópera tan compleja y rica en matices como es esta obra maestra de Mozart.

Antes incluso de que comience la obertura aparece en el escenario una extraña estructura a base de arcos de metal suspendidos que sueltan de pronto mientras suena la música un par de chispazos como los de un súbito cortocircuito.

En las escenas siguientes, una especie de diablos con máscaras de luchadores mexicanos empujan de un lado para otro trozos del decorado que quieren simular interiores o exteriores en un continuo movimiento que sólo distrae y no aporta más que confusión al espectáculo.

Hay un ambiente de violencia, un poco a la manera de la de "La Naranja Mecánica", de Kubrick, con violaciones en grupo como las que sufre, nada más salir a escena, una más bien vulgar Doña Ana a manos de esos enmascarados vestidos con camisetas en las que aparece -¿irreverencia, acaso?- la faz de Cristo con la corona de espinas.

Luego veremos proyecciones en tipo "power point" en la cómica escena en la que Leporello cuenta las conquistas de su amo, y globos, muchos globos, uno no sabe muy bien a cuenta de qué, y una escena, la del banquete final en desafío al Comendador, que parece más bien "un picnic" pobre.

Vestido con su traje blanco de calle ensangrentado, el padre de Doña Ana, regresado de la ultratumba para castigar al seductor, resulta en realidad más patético que inquietante.

Don Giovanni a su vez es aquí un personaje brutal, que aterroriza gratuitamente, sin el poder de seducción y la ambigüedad moral del original.

No ayuda tampoco demasiado la dirección musical del ucraniano Kirill Kabatis, correcta en todo momento, pero sin la energía que uno podría esperar.

Se salvan sobre todo las voces, en concreto el excelente bajo Brindley Sherratt, Leporello, en un papel de excelente comicidad.

También suena excelente la del propio Don Giovanni, el bajo-barítono escocés Iain Paterson, que supera así la falta de carisma y el carácter un tanto unidimensional de su personaje.

La soprano dramática Katherine Broderick, como Doña Anna, tiene en su voz un instrumento potente, que debería controlar pese a todo mejor.

A su vez, Sarah Redgwick, que sustituyó en el último momento por enfermedad a Rebecca Evans, estuvo en la noche del estreno, el pasado sábado, totalmente a la altura de su papel salvo un pequeño fallo de sincronización con la orquesta en la gran aria de Doña Elvira.

La soprano Sarah Tynan como Zerlina y el bajo John Molloy, en el papel de su novio, el campesino Masetto, componen una divertida pareja

Joaquín Rábago

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