Unas memorias para "flipar" con Frank Zappa

  • Javier Herrero.

Javier Herrero.

Madrid, 1 ene.- Éxito y fracaso, sexo y compromiso, irreverencia, libertad y música se dan cita con Mick Jagger, Eric Clapton, Jimi Hendrix, John Wayne e incluso Al Gore en "La verdadera historia de Frank Zappa. Memorias", obra de gran calado sobre este artista fundamental que permanecía inédita en España hasta ahora.

Fue en 1989, en un momento álgido de su carrera, cuando escribió este recorrido autobiográfico por su vida artística y sentimental, así como por sus encontronazos con las autoridades, como gran activista sociocultural que fue.

"No me apetece escribir un libro", reconoce desde la primera línea de estas memorias, antes de explicar las razones por las que acometió dicha empresa, "la proliferación de libros estúpidos" que, según lamenta, fabulaban sobre su vida. "Pensé que debería haber al menos uno que tratase temas reales", apostilla.

También deja claro desde el comienzo que su objetivo no es trazar una historia "completa", sino "entretener". Esa misión la asume con el humor y la ironía como principales herramientas para, por ejemplo, echar tierra sobre algunas de las leyendas más extendidas sobre su persona.

"Que conste en acta: nunca he cagado en un concierto, y lo más cerca que he estado jamás de comer mierda fue en el bufé del Holiday Inn de Fayetteville, Carolina del Norte, en 1973", asegura, desmontando con su acidez característica uno de los rumores más extendidos sobre sus directos.

De ascendencia siciliana, griega, árabe y francesa, nació como Frank -"que no Francis", precisa- Vincent Zappa en 1941 en la ciudad de Baltimore, en Maryland.

Cuando se asomó al mundo, "tenía todo el cuerpo negro y creyeron que estaba muerto". "Ahora estoy bien", añade con sorna, y eso que se crió en un complejo de viviendas del ejército, a unos dos kilómetros de distancia de unos bidones de gas mostaza. Puede que ahí empezara su atracción por las "cosas que hacían pum".

A los doce años empezó a sentir curiosidad por la batería, en una época en la que el rock and roll aún no se había inventado (hablamos de 1951 aproximadamente). "A mí me llamaban la atención los sonidos de cosas con las que se puede marcar un ritmo", explica.

Así empezó su progresión musical, ensayando "sobre tarros y cazuelas", hasta la firma de su primer contrato discográfico para la grabación del seminal "Freak Out!" ("Flipad", en español), disco de 1966 en el que The Mothers of Invention, su primer grupo, se revelaría "no como la banda de blues blanca" que MGM Records pensó haber fichado, "sino como algo parecido".

"La gente pensaba que yo estaba colocado hasta las cejas de refrigerios químicos. En absoluto. De hecho, tuve varias broncas con algunos músicos que sí tomaban 'sustancias recreativas para la alteración de la conciencia'", cuenta de la acogida de aquel disco y aquel grupo de "tíos muy feos, con ropas raras y el pelo largo".

Sorprende su capacidad para entremezclarse con lo más gamberro y, a la vez, con lo más granado de la cosmogonía musical. Ahí queda el recital que ofreció junto a la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles bajo las órdenes de Zubin Mehta o su charla con el compositor Pierre Boulez.

Los menos pudorosos deberían acudir directamente al capítulo 10, "El que estabais esperando", con abundante documentación que explica el escatológico origen de canciones como "Stevie's spanking", del disco "Them or us" (1984).

"Quienes más se ofenden con mis letras son, por lo que se ve, los críticos de rock. Al público en general le gustan", subraya en estas páginas, en contra de aquellas críticas que lo calificaron como un "degenerado" o "una amenaza para la sociedad".

En este terreno merece la pena detenerse en su recreación de las llamadas "guerras del porno", a propósito de una iniciativa a cargo de mujeres casadas con miembros influyentes del Senado, como la esposa de Al Gore, que exigían una calificación para los discos similar al que existe para las películas, según el nivel de "glorificación" de las drogas, el alcohol, el sexo y la violencia.

En una carta abierta al entonces presidente, que nunca tuvo respuesta, Zappa protestaba por ese país "donde unos grupos de presión trastornados luchan por la retirada de la educación sexual de las escuelas públicas y donde los padres saben tan poco de sexo que tienen que acudir a la televisión para buscar respuestas a preguntas elementales sobre anatomía".

"¿No sería infinitamente más responsable que estas estimadas esposas y madres le exigieran al Congreso una desmitificación global de los temas relacionados con el sexo?", escribía, en una clara muestra de ese influjo que aún hoy hace del hombre del bigotazo un artista rabiosamente actual, no solo en lo musical.

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