Veinte años sin Cheb Hasni, el "ruiseñor del rai" asesinado por fanáticos

  • Fue una leyenda en Argelia y el Magreb: el "ruiseñor del rai", Cheb Hasni, murió hace ahora veinte años, asesinado por un fanático islamista que le disparó dos tiros en la puerta de su casa y puso fin a la carrera fulgurante de un artista que solo tenía 26 años.

Nacera Ouabou

Argel, 30 sep.- Fue una leyenda en Argelia y el Magreb: el "ruiseñor del rai", Cheb Hasni, murió hace ahora veinte años, asesinado por un fanático islamista que le disparó dos tiros en la puerta de su casa y puso fin a la carrera fulgurante de un artista que solo tenía 26 años.

Para mantener la llama de su recuerdo, una veintena de cantantes argelinos rindieron la pasada noche un homenaje al príncipe del rai, bajo el lema "Generación Hasni, 20 años después", en una sala de fiestas de Argel.

Los cantantes desfilaron por el escenario cantando cada uno un tema de Hasni. No tenían su hermosa voz, pero el público, que llenaba el recinto, coreó emocionado cada estribillo.

El homenaje fue organizado por la Oficina Nacional de Derechos de Autor (ONDA), en colaboración con Ediciones Papidou, en la misma sala del popular barrio de Bab al Ued donde Hasni celebró un histórico concierto a principios de los años noventa.

"Las canciones de Hasni nunca mueren (,,,) Hasni ha cerrado la puerta del amor", dijo a Efe un entristecido Atmán, joven de 29 años que dice recordar perfectamente el día de la trágica desaparición de Hasni y que no faltó al homenaje de la Sala Atlas, que se celebra cada 29 de septiembre pero de forma especial este vigésimo aniversario.

Las canciones de Hasni siguen siendo muy solicitadas, incluso por aquellos que lo descubren por primera vez: "La tebkich; guli da mektubi" (No llores, mejor dí que es tu destino) se ha convertido en la canción que casi cada argelino podría cantar de memoria.

El destino de Hasni se apagó aquel 29 de septiembre en su barrio oranés de Gambetta, y el pueblo entero no pudo reprimir el llanto tras la muerte del "ruiseñor magrebí", justamente en su ciudad, la patria del rai.

En aquella época la canción rai era censurada por las autoridades por sus letras libertinas y críticas, pero sobre todo este estilo musical que canta al vino y al amor, especialmente popular en las tabernas, era odiado por los moralistas islámicos en boga en aquellos primeros noventa.

Sin embargo, las canciones de cheb Hasni eran apolíticas; él se dedicó a cantar a las mujeres, las cosas del amor y las decepciones y separaciones que trae.

La intolerancia segó la vida a Hasni justo porque representaba la expresión de la juventud argelina y sabía cómo hablar a esos jóvenes sobre el verdadero sentido del amor.

"A pesar de su ausencia de 20 años, los argelinos no lo olvidan, Hasni está todavía vivo", aseguró a Efe Huari, el hermano de Hasni.

Otra estrella del rai, Cheb Mohamed Lamin, que fue uno de los mejores amigos de Hasni, le considera como un artista único y con un estilo irrepetible, que hacen que su ausencia sea imborrable.

"Si Hasni estuviera aún vivo, podrá salvar la canción rai, que ahora está a la deriva con la emergencia de nuevas voces que no representan la imagen real del arte", dijo Lamin a Efe.

Hasni se distinguía por su estilo original y porque era muy popular y sociable, pero sobre todo porque sabía expresar con igual certeza el sufrimiento y la alegría del amor, agregó Lamin.

El asesinato de Hasni fue uno más de la macabra serie de crímenes contra intelectuales y artistas argelinos, atribuidos a terroristas islamistas.

Al asesinato de Hasni siguió, en febrero de 1995, el de Rachid, un famoso compositor, quien fue matado en Orán; en agosto del mismo año, la cantante cabil Lila Amara, fue degollada cerca de Argel junto con su marido; y dos años más tarde le tocó el turno a Cheb Aziz, de 28 años, asesinado en una provincia del este.

Uno de los crímenes más sonados fue el del poeta bereber Lubes Matub, asesinado en 1998 en su pueblo natal de la Cabilia y convertido desde entonces en símbolo de la resistencia bereber.

El próximo homenaje prometido por Nabil Benacer, director de las Ediciones Papidou, irá dedicado precisamente a la memoria de Matub.

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