Villán dona a la Fundación Jorge Guillén su archivo y pinturas de Díaz-Caneja

  • El poeta, ensayista y crítico Javier Villán ha donado a la Fundación Jorge Guillén su archivo literario, además de una colección de pintura que comparte con su esposa, Ana Merino, en la que figuran cuadros de su amigo Juan Manuel Díaz-Caneja (1905-1988), de quien fue su albacea.

Valladolid, 6 jun.- El poeta, ensayista y crítico Javier Villán ha donado a la Fundación Jorge Guillén su archivo literario, además de una colección de pintura que comparte con su esposa, Ana Merino, en la que figuran cuadros de su amigo Juan Manuel Díaz-Caneja (1905-1988), de quien fue su albacea.

Manuscritos de sus poemas, correspondencia personal, fotografías, libros propios y artículos figuran entre el fondo que ha sido cedido a la Fundación Jorge Guillén mediante un acuerdo suscrito esta mañana en Valladolid entre ambas partes: Javier Villán y esa entidad cultural de la que forman parte la Junta de Castilla y León, Universidad, Diputación y Ayuntamiento de Valladolid.

Díaz-Caneja "admiraba mucho a Jorge Guillén y fue mi gran maestro y amigo; ha sido uno de los pintores españoles más importantes del siglo XX", ha explicado esta tarde a Efe Javier Villán (Torre de los Molinos -Palencia-, 1945), uno de los impulsores de la fundación que lleva el nombre del pintor palentino.

"Me parece fenomenal que la Fundación Jorge Guillén asuma la responsabilidad de tutelar una obra sin terminar todavía y en proceso de elaboración como es la mía. Estoy muy orgulloso y honrado de que se hayan fijado en mí", ha agradecido.

De la pintura se ha declarado un simple coleccionista de obras adquiridas o recibidas de los numerosos pintores "que han representado una parte tan importante de mi vida intelectual".

La pintura "es un lenguaje sagrado", ha abundado acerca de una manifestación creativa para la que siempre se ha sentido incapaz de afrontar: "nunca jamás he podido pintar, ni siquiera un monigote, pero Ana Merino y yo somos grandes amigos de pintores y coleccionistas de arte", ha aclarado.

A Javier Villán le hubiera gustado más que toda su obra y patrimonio archivístico, "por pequeña y humilde que fuera", hubiera recalado en la Fundación Díaz-Caneja, con sede en Palencia y que contribuyó a crear, "al lado de mi gran amigo y maestro, pero no ha sido del todo posible".

No es la primera donación de este tipo que realiza Villán, hasta el año pasado crítico taurino del diario El Mundo y en la actualidad de la sección teatral en el mismo rotativo, ya que hace menos de un año protagonizó una donación similar al museo taurino de Colmenar Viejo (Madrid), su otro pueblo después de Torre de los Molinos (Palencia), donde nació en 1943 "y se encuentran mis raíces".

A ese museo ha cedido, en la sala que se llama Javier Villán, unos 150 cuadros y 2.500 libros de tauromaquia fruto de su dilatada afición a la fiesta brava que ha plasmado en diversos libros y ensayos dedicados, entre otros, a los diestros Curro Vázquez, César Rincón y José Tomás.

Pese a la "cierta querencia" que todo aficionado padece, Villán abandonó el año pasado la crónica taurina itinerante por ferias y festejos extraordinarias debido "a la edad y a la situación de mi esqueleto", y ha refugiado sus comentarios en un 'blog' que lleva su nombre y en donde también vierte reflexiones sobre arte, literatura y teatro.

"Soy muy pesimista respecto al futuro de los toros. En cierto modo, mi retirada de la crítica responde un poco a esta sensación", ha admitido.

El principal problema que aqueja a la tauromaquia como espectáculo se encuentra dentro de la fiesta y "no son sólo los nacionalismos que la denigran por ser manifestación de una cultura española o españolista, ni tampoco los europeístas ni estos nuevos intelectuales de ahora", ha sostenido.

"Ninguno de ellos habría hecho tanto daño si la fiesta hubiera tenido autenticidad y verdad. Este es el principal problema que hay que resolver", ha precisado.

Javier Villán, con la hora justa de partir a las Ventas para asistir a uno de los últimos festejos de San Isidro, ha achacado esta situación a la organización empresarial, "que ha antepuesto sus intereses mercantilistas, sus valores puramente comerciales, por encima de la ética".

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