Al menos 29.000 personas resultaron afectadas por el virus, caracterizado por fuertes fiebres hemorrágicas, durante los dos años que duró el brote, el peor de la historia. Según fuentes oficiales, unas 11.000 personas murieron, la mayoría en Guinea, Libera y Sierra Leona.
"Tuvimos que tomar esas medidas para proteger el país. El hecho de que no hayamos registrado ni un sólo caso debería considerarse un verdadero éxito", ha señalado Bruno Kone, portavoz del Gobierno de Costa de Marfil, que cerró sus fronteras en agosto de 2014.
La decisión del Gobierno marfileño fue criticada por algunas organizaciones internacionales de salud, que alertaron de que el cierre de las fronteras podía agravar más la situación en aquellos países donde la epidemia estaba teniendo una mayor incidencia. Otros países como Malí y Senegal también cerraron sus fronteras temporalmente como medida preventiva.
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