Los restos mortales del padre Jacques Hamel, el sacerdote católico asesinado hace una semana por dos yihadistas en su iglesia del noroeste de Francia, han tenido lugar en la catedral de Ruán en una atmósfera de recogimiento y entre fuertes medidas de seguridad.
"Un sacerdote fue asesinado por terroristas, hay que estar presentes para decir no", subrayó Jean-François, militar jubilado de 72 años que prefirió no dar su apellido.
El féretro, llevado por cuatro personas, fue ingresado al templo precedido y seguido por una procesión de prelados ataviados en blanco y violeta, colores del duelo.
Muchos musulmanes estuvieron presentes en la ceremonia: "He venido para mostrar mi solidaridad con la comunidad cristiana. Es un deber. Estamos aquí por la buena convivencia", subrayó Hassan Houays.
En total, cerca de 2.000 personas estuvieron presentes en una ceremonia que contó con la presencia del ministro de Interior, Bernard Cazeneuve, y de las autoridades locales y regionales. Además, una pantalla gigante en el exterior de la catedral retransmitió la ceremonia.
Su iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, donde había oficiado cerca de medio siglo y escenario del sórdido asesinato, permanecerá cerrada varias semanas, según la diócesis, hasta que un "rito penitencial de reparación" permita la reapertura y reanudación del culto después de la profanación.
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