All Blacks reciben a Spingboks, 35 años después de 'bombas de harina' contra apartheid

Los espectadores del partido entre Nueva Zelanda y Sudáfrica estarán tal vez tentados, el sábado en Christchurch, con ocasión del partido del Rugby Championship, de levantar la mirada al cielo, 35 años después del 'test match de las bombas de harina", un partido que fue más allá del aspecto puramente deportivo.

El 12 de septiembre de 1981, el espectáculo no se dio en el césped de Auckland, sobre el que voló una avioneta que lanzó al Eden Park bombas de harina y octavillas contra el apartheid.

Gary Knight, pilar de los All Blacks, fue blanco incluso de uno de los proyectiles.

Los jugadores decidieron continuar hasta el final ese partido en un ambiente surrealista mientras que los ecos de los enfrentamientos entre policías y activistas anti-apartheid en el exterior del estadio había llegado hasta las celdas de los prisioneros políticos sudafricanos.

"Les pillamos de improviso", recuerda con orgullo John Minto, uno de los organizadores de la manifestación, con respecto al ataque aéreo sobre Eden Park.

"La policía sabía que seríamos muchos en Eden Park y había transformado el estadio en fortaleza, con barreras y alambres", describe.

"Pero no podían hacer nada ante un avión. Estábamos locos de alegría al ver eso desde el suelo. Fue espectacular", indicó.

En julio de 1981, la selección sudafricana aterrizó en Nueva Zelanda en un contexto eléctrico. Para muchos, los Springboks eran la bandera de un régimen racista contra el que se movilizaba la comunidad internacional.

Para el gobierno conservador neozelandés, como para la federación local de rugby, la gira de los Springboks tenía que realizarse ya que el estadio no es un lugar para la política.

Una posición contra la que se levantaron muchos neozelandeses que consideraban que recibir a los sudafricanos era como aceptar el apartheid.

Un partido de los sudafricanos contra el equipo de Waikato de Hamilton debió ser anulado el 25 de julio tras una invasión del terreno que conllevó una violenta reacción policial.

El 29, las fuerzas de seguridad cargaron contra los manifestantes que intentaron llegar al consulado sudafricano cercano al Parlamento de Wellington. El suceso pasa a la posteridad como la "Batalla de Molesworth Street".

En ese clima, los Springboks ganaron el primer test en agosto en Christchurch. Los All Blacks se impusieron en el segundo.

"El ambiente era muy tenso en todo el país", recuerda John Minto. "Estoy seguro de que si la gira hubiera durado una o dos semanas más, habría habido muertos", añade.

El 12 de septiembre, más de 2.100 policías fueron movilizados para el tercer test en Eden Park, un 40% del conjunto de las fuerzas de la policía nacional.

El objetivo de los militantes anti-apartheid era claro: obtener la anulación de este últimos encuentro. Pero los jugadores irían hasta el final del partido, que terminará con victoria neozelandesa (25-22).

En el exterior del Eden Park, 67 manifestantes tuvieron que ser hospitalizados mientras que centenares fueron conducidos ante la justicia. Marx Jones, el piloto de la avioneta, fue condenado a seis meses de prisión.

"Perdimos la batalla porque el partido se jugó entero", señala Minto.

"Pero ganamos la guerra ya que los Springboks no jugaron contra ninguna selección importante antes de 1992, cuando el apartheid dejó de existir", añade.

Minto recuerda con orgullo que Nelson Mandela explicó un día que la movilización de los neozelandeses en 1981, en particular la anulación del partido en Hamilton, había galvanizado el movimiento sudafricano contra el apartheid.

"Dijo que cuando supieron la noticia, los prisioneros de la cárcel de la isla Robben Island se pusieron a golpear las puertas de sus celdas", explica.

"Afirmó que fue como si el sol acabara de salir", concluye.

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