Barro rojo con arsénico

  • Las organizaciones ecologistas sospechan que los niveles de arsénico encontrados en el barro rojo de Hungría procedan de otras actividades industriales.
Varias pertenencias cubiertas por el "barro rojo" en una vivienda de Kolontár, a 167 kilómetros al suroeste de Budapest (Hungría) - EFE
Varias pertenencias cubiertas por el "barro rojo" en una vivienda de Kolontár, a 167 kilómetros al suroeste de Budapest (Hungría) - EFE
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Sara Acosta

Un día después de la catástrofe húngara de Kolontar, la organización ecologista Greenpeace envío muestras de barro rojo a la agencia de medio ambiente de Viena y de Budapest. El resultado del análisis dio altas concentraciones de arsénico, "aproximadamente el doble de lo que suelen presentar este tipo de lodos", según la organización. También se encontró mercurio y cromo. Las organizaciones ecologistas sospechan que la balsa de residuos de la empresa MAL, cuyo director fue ayer detenido, contuviera elementos químicos ajenos a la actividad de la compañía. "El Gobierno húngaro debe explicar de dónde proceden dicho residuos", explica Julio Barea, responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace.

No es la primera vez que las balsas de residuos de actividades mineras y extractivas sirven para albergar elementos químicos, o de otra naturaleza, ajenos a la compañía que obtiene la concesión. La catástrofe de Aznalcóllar fue el ejemplo más sonado, por la dimensión del vertido. Un año después de la rotura de la balsa, en 1999, la Agencia de Medio Ambiente de la provincia de Huelva reconocía en un informe que durante más de diez años de había estado transportando hasta las minas de Aznalcóllar 30.000 toneladas de ácidos débiles mezclados con 300.000 toneladas de ceniza de pirita procedentes del polo químico de Huelva.

Las tres empresas entonces presentes en la zona, Fertiberia, Atlantic Cooper y Almagrera, generaban ácidos débiles que contenían altos contenidos de metales pesados, en concreto arsénico. Dichas compañías fueron procesadas por el uso y gestión indebidos de residuos tóxicos.

Apenas una década después, en 2007, la Audiencia Nacional retiró a la compañía Fertiberia la autorización para depositar fosfoyesos (residuos radiactivos fruto de su fabricación de fertilizantes), entre otros motivos por el uso indebido de las balsas de residuos, que habían sido utilizadas como vertedero de los residuos sólidos urbanos de Huelva. En la actualidad, la ría de Huelva está en manos de un proyecto piloto de restauración de las balsas de fosfoyesos, que con sus 1.200 metros cuadrados han sido uno de los vertederos de materia tóxica más grandes del mundo.

La balsa de residuos de Cerro Colorado, en la comarca de Río Tinto, en las inmediaciones del parque natural de Doñana, ya abandonada, es otra de las señaladas por las organizaciones ecologistas como vertedero de la actividad industrial del polo químico de Huelva. "El problema de esta balsa es además que está abandonada, y cuando llueve, los residuos salen por la boca de la mina al río", explica Barea.

En total, en España existirían 524 balsas de residuos tóxicos abandonadas. En realidad, no se puede saber con certeza, ya que el último inventario que existe, elaborado por el Instituto Geológico y Minero de España, data del año 2002. Una directiva europea prevé que en 2012 exista un inventario comunitario, on-line y público, de todas las balsas existentes en la Unión Europea.

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