Existe la opción de 30 euros

Colas en un laboratorio para hacerse las pruebas del virus: "No puedo ni dormir"

Análisis de sangre
Análisis de sangre
CLÍNICA MARGEN DE GRANADA - Archivo

El miedo lleva a una madrileña de poco más de 40 años a hacer fila en un laboratorio de la capital de España para hacerse la prueba del coronavirus pagando 60 euros por un análisis de sangre cuyos resultados "me ayudarán a dormir". También solicitó hacerse el test PCR, por el que iba a pagar 140 euros. Pero, de podérselo hacer en menos de 24 horas, pasó a "no llamarme la recepcionista para darme la cita siete días después". Así, optó por la vía más rápida para conocer las serologías del IgG e IgM y saber "si lo estoy pasando y lo puedo contagiar porque soy asintomática o ya lo ha pasado".

En ningún momento ha presentado los síntomas claros de la enfermedad -tos o fiebre- pero "dicen que puedes tener dolores de cabeza, musculares, que lleva entre nosotros desde febrero, que hay asintomáticos... demasiadas opciones". En una semana puede dar una respuesta a una crisis que tanta incertidumbre genera "y tan pocas certezas estamos recibiendo"

Todo suma para aumentar un estado de ansiedad que la lleva a evitar por todos los medios salir de casa. Comprar online o llamar al súper para que te suban las bolsas para a continuación limpiar lo comprado y desinfectar todo aquello que hayan podido tocar las bolsas se ha convertido en todo un ritual "siguiendo las indicaciones sanitarias", al igual que contar los días que han pasado desde que vio por última vez a ese conocido que sí lucha contra el coronavirus para ver si ya ha pasado la cuarentena o todavía pueden aparecer los síntomas,  "aunque tampoco nadie dice claro cuántos días hay que esperar".

Cuando no salen las cuentas aparecen los sudores fríos y las palpitaciones. "Y así no se puede vivir", asegura alguien a quien los asintomáticos le sirven como refugio para creer que ella ya lo ha tenido y respirar aliviada solo de pensar que puede intentar volver a su vida normal enfundada en unos guantes de látex que ya ha comprado y no llegan y su mascarilla FFP2 hasta que encuentre la FFP3  "y sin pantalla porque no tengo", bromea. 

Ella sirve de ejemplo de miles de ciudadanos que tras 43 días de cuarentena sus miedos e incertidumbres han ido creciendo en la misma proporción que lo hacía la  curva de muertos y contagiados en España por Covid-19. Las últimas cifras dejan una foto aterradora, con casi 23.000 fallecidos. El dato de más de 90.000 personas curadas también está en las estadísticas, pero las dudas sobre esta enfermedad lo hace invisible para todos los que esta misma semana formaban largas colas delante de uno de los pocos laboratorios que a día de hoy hace las pruebas a particulares sin una prescripción médica en Madrid, aunque el "PCR no".

Madrid es una de las comunidades autónomas más castigadas de España. Los últimos datos oficiales hablan de más de 1.000 contagios nuevos al día y un centenar de fallecidos. Pese a todo, en la ciudad se ven signos de que la enfermedad parece dar un respiro. El hospital de campaña de Ifema va cerrando pabellones y está muy cerca de enviar a su último paciente a un hotel medicalizado. En la morgue del Palacio de Hielo sonó un adagio y el himno de España con el que se rindió un pequeño homenaje a los cuerpos de los fallecidos que permanecieron allí una vez se saturaron las funenarias que no podían acoger los más de 200 fallecidos de fallecidos al día.

Ambas noticias hacen pensar que la crisis sanitaria puede empezar a despejarse, que no retroceder, y suponen para muchos una puerta abierta hacia una lenta desescalada que nos llevará poco a poco a nuestra vida tal y como era antes, aunque nosotros estaremos unos meses, "por lo menos hasta que llegue la vacuna", sin ser los mismos. Este nuevo escenario alimenta más ese pánico a salir de la seguridad de nuestras cuatro paredes en las que desde hace más de un mes no ha entrado ni salido nadie. El miedo a que nuestra salud o la de nuestros seres queridos se vea afectada por la propagación del coronavirus puede provocar ansiedad, debido sobre todo a la inseguridad que produce el desconocimiento de su evolución. Ante el miedo a lo desconocido del que habla Alessandro De Sario, director general de TherapyChat, buscamos una respuesta y "qué mejor que saber si podemos estar expuestos o no". 

El desasosiego que genera no saber si desde el Gobierno dispondrán de los test necesarios para comprobar hasta dónde ha llegado al Covid-19 en la sociedad tampoco ayuda a L. H. ni a los que como ella no dudan en buscar una solución alternativa como este análisis privados que también le llegó a quitar el sueño porque no lograba que le mandaran la cita. Desde que le indicaron que la llamarían insistió en más de una ocasión hasta que diez días después llegó un justificante a su móvil en el que se indicaba que era el resguardo de su cita médica, por si en el trayecto era parada por alguno de los agentes que estos días montan controles para impedir que los ciudadanos se salten el estado de alarma y no salgan de sus casas, excepto para  ir a trabajar, al médico, a la farmacia, o la compra.

El horario para realizar estas pruebas es de 08:00 a 18:30 horas de forma ininterrumpida. Ella eligió las 15:00 horas del día  pensando que se encontraría con menos gente. Pero no. Al llegar "la fila iba rápido y subían al laboratorio en grupos de siete en siete, pero había mucha gente, sobre todo cuando me fui". Separados por la distancia de seguridad recomendada, todos esperaban en la calle bordeando el edificio mascarilla en cara, guantes en manos. Y así algo más de una hora hasta que "respiré". Mientras, no quitaba ojo a los de la fila, comprobando que había tanto mujeres como hombres de todas las edades y que el goteo de policías nacionales y locales no cesaba. Ellos no guardaban fila. Muchos salían con el signo inequívoco de que se habían hecho el análisis de sangre por el algodón que se les veía. Otros iban para preguntar.

Cuando le llega el turno lo primero que le preguntan es si acude por alguna prescripción médica. "No", responde. Hace dos semanas Sanidad 'confiscó' los test del coronavirus y en los centros privados sólo se podían médico mediante. Esa misma mañana este medio se puso en contacto con este laboratorio y los seguían ofertando.  Le toca ahora rellenar un documento en el que además de nombre y apellidos le preguntan si ha tenido algún síntoma vinculado con el coronavirus y si ha podido estar en contacto con algún positivo. "Sí" y "Sí", responde convencida. Ya le toca y paga con tarjeta de crédito 60 euros por el esperado análisis de sangre en el que le dirán si tiene el virus, lo que querrá decir que lo ha cogido recientemente (IgM) y si ha generado el anticuerpo que aparece ya en una fase de recuperación del coronavirus (IgG). 

Si el primero es positivo y el segundo negativo está pasando el coronavirus en una fase temprana de la enfermedad, lo que implica que podría contagiar. "Yo no tengo síntomas pero ¿y si soy asintomática?", se pregunta. El segundo contempla que los dos den positivo, lo que significaría que lo está pasando y su sistema inmunológico está creando anticuerpos. Y el escenario ideal según los virólogos, el tercero, sería que el IgM fuera negativo y el IgG positivo, lo que "indicaría que el virus ya no está en mi cuerpo y además he generado anticuerpos, lo que me haría ir mucho más tranquila", asegura consciente de que una cuarta posibilidad es que ambos salgan negativos y le suponga volver a la casilla de salida de una enfermedad ante la que Madrid ya estudia la posibilidad de hacer un test y mediante una app saber quién debería empezar a salir a la calle ante la llegada de la desescalada. 

Mientas, en este laboratorio en el que salta un buzón de voz que ya está lleno para pedir información, se siguen ofreciendo estos análisis por 60 euros o 30 euros, si lo que queremos conocer es solo el IgM. "El ser humano nace con unos sistemas emocionales para responder automáticamente al mundo cuando ante la complejidad o el no control de la situación, responder por ejemplo a esta pandemia con una serie de emociones primigenias, entre ellas el miedo", explica el psiquiatra Jorge Tizón. Y precisamente eso ha llevado a L.H. y a cientos de madrileños a buscar una respuesta a sus preguntas.

Seguirá duchándose nada más vuelva a casa cuando salga. No volverá a abrir una puerta con la mano en mucho tiempo, no faltará lejía entre sus productos de limpieza y los zapatos estarán en cuarentena el tiempo que haga falta sea el que sea el resultado, pero "por lo menos, sabré si lo que me espera es seguir histérica a la espera de que aparezca algún medicamento o una vacuna... aunque esta última tardará". Al respecto Vanessa Llorca, neropsicóloga del Grupo Casaverde, puntualiza que todo el día estamos recibiendo noticias sobre el coronavirus "y la mayoría son negativas" al mismo tiempo que se van descubriendo novedades y eso va "generando preguntas para las que buscamos respuestas". Necesitan "descansar" porque la situación hace que "nos volvamos obsesivos y cuando haya que volver a la normalidad habrá personas a las que les cueste mucho más". Destaca el sentimiento de intentar no estar "en lugares donde haya mucha gente y siempre guardar las distancias, por lo que incorporarse al trabajo puede suponer un reto". 

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