Pide el "autoconfinamiento"

En guerra con la Covid desde el primer día: "En una guardia firmé 12 muertes"

La neumóloga Aylaf Latif no olvida el pasado 8 de marzo cuando atendió a un paciente cuyo nivel de oxígeno en sangre "era incompatible con la vida y no lo notaba". Ese día ella se contagió de coronavirus.

Aylaf Latif Essa trabaja en el Hospital
Aylaf Latif Essa trabaja en el Hospital Príncipe de Asturias en Alcalá de Henares.
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La neumóloga Aylaf Latif Essa lleva en primera línea de la lucha contra el coronavirus desde que el pasado 8 de marzo se encontrara con uno de los primeros casos de la Covid-19 en Madrid. No olvidará esa fecha porque ella también se contagió de aquel paciente que atendió de urgencia y asombraba a todos por ser capaz de seguir hablando con un nivel de oxígeno en sangre "incompatible con la vida". El estado de alarma todavía no había sido decretado en España y esa noche pasó más de una hora junto a su cama sin ninguna protección intentando descifrar lo que le estaba sucediendo. Estaba ante un caso de lo que ahora se conoce como hipoxia feliz que deja "placas de los pulmones horribles" pero que el paciente no lo nota. 

Casi un año después acaba de publicar en su cuenta de Twitter otra de esas placas "que nunca antes habíamos visto" con un comentario: "Mi paciente me coge de la mano y me dice a ver si me sacas de esta. Qué difícil es fingir que todo saldrá bien". Así es el día a día de una neumóloga que como otros expertos también cree que en la tercera ola se están pagando los excesos de la Navidad, que está convencida de que vienen meses muy duros, pero que no quiere perder la esperanza. Va un paso más allá al poner el foco también en las secuelas de este "bicho tan puñetero" relatando la historia de esa mujer de 68 años a la que están enseñando a andar y comer. Atrás quedan esas guardias en las que "solo yo firmé  12 partes de defunción". Con todo, sigue al pie del cañón y lanza una petición: "Invito a la gente a autoconfinarse". 

El pasado 8 de marzo de 2020 Aylaf Latif Essa fue llamada durante su guardia de urgencia en el Hospital Príncipe de Asturias en Alcalá de Henares (Madrid) por el caso de un paciente que tenía el oxígeno muy bajo. "Él estaba tranquilo y hablando y al preguntarle si podía respirar decía que estaba mejor que otros días". No daba crédito porque "el oxígeno en sangre que marcaba no era compatible con la vida". Tanto le extrañó que llegó a solicitar a la enfermera que cambiara el pulsioxímetro "por si estaba estropeado". Seguía marcando tan solo un 60% y con semejante registro "era incapaz de pronunciar una palabra". 

En su historial clínico los médicos ya habían anotado que había discordancias porque clínicamente no se le veía mal ni fatigado". Poco a poco los neumólogos fueron comprobando que las neumonías por coronavirus  se comportaban de forma distinta a las de otras enfermedades respiratorias". A día de hoy "la falta de aire es una de las principales causas por las que los pacientes acuden alarmados" pero siguen dejando placas de pulmones completamente blancos y "clínicamente no les repercute". Hace dos días "fallecía un paciente que estaba con un 65% de oxígeno y no paraba de hablar". Tanto que le pidieron que "se concentrara en respirar y parara de hablar para revertir la situación". 

Aylaf Latif Essa
Aylaf Latif Essa pide el autoconfinamiento para plantar cara a la pandemia. 
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Ese hombre no tardó en hablar de sus nietos con esta neumóloga queriendo compartir situaciones cotidianas de su vida como otros tantos que han pasado por la Unidad de Cuidados Respiratorias Intermedios del madrileño centro hospitalario y se han visto en plena guerra con el virus. Y en ese punto es donde la doctora Latif Essa sigue sorprendiéndose cada vez que llega un paciente con una placa de pulmón "completamente blanca". El último, un hombre de poco más de 40 años que ingresó con una neumonía antes jamás vista". Nada más ingresar sus primeras dudas no eran sobre su estado sino por el de su hija de cuatro años que también era positivo en coronavirus. "Afortunadamente no bajó a la UCI y salió adelante" pero estas monstruosas neumonías no entienden de edad. Esta neumóloga cada vez está más acostumbrada a que estos pacientes acaben contándole qué es lo que les hace aferrarse a la vida.  Y no puede evitar emocionarse al recordar otros casos en los que el paciente sí ha fallecido y ha tenido que llamar a la familia "cuando la tenía, que hay pacientes que se han ido sin saber a quien llamar". 

La cara más cruel de esta enfermedad también se la llevan los familiares, que durante la primera ola no se podían ni despedir de sus seres queridos, que veían cómo empeoraban en la soledad de su habitación. "Como médico es difícil transmitir la situación del paciente porque hasta que no lo ven no se lo creen". Recuerda aquí a una familia que cada vez que descolgaba el teléfono y les decía "soy la doctora y te llamo del hospital" lo primero que escuchaba por respuesta era "seguiremos luchando". El día que pudieron ir a hacerle una visita "porque la situación ya empeoró muchísimo" fueron ellos los que entraron a su despacho para decir "paremos esto". En su  memoria siempre estarán los mensajes de cariño de la hija "por cómo había cuidado a su padre" y ese abrazo que todavía le debe y le dará "cuando acabe todo esto". 

Reflexiona esta neumóloga de 30 años sobre algo que no paraba de escuchar al principio porque decían que "los médicos estamos preparados y acostumbrados a ver gente morir... y ese no es nuestro día a día". Explica que "yo soy joven pero lo hablaba con compañeros que llevan muchos años y como neumólogos tenemos pacientes con patologías avanzadas pero que se podía morir uno cada tres meses pero durante el mes de marzo, cuando estábamos 24 horas de guardia, yo sola puede que haya llegado a firmar hasta 12 certificados de defunción en un solo día... y había más compañeros". Y continúa: "Detrás de ese certificado hay familias".  "Doctora, sálvelo", "doctora, tengo que luchar porque tengo cuatro nietos", "doctora, tengo dos hijas adolescentes"... son algunos de los deseos que entre lágrimas ha escuchado una y otra vez, y sigue haciéndolo, de unos pacientes que viven la misma situación que hace meses y donde "no hay un día sin un drama familiar o un paciente que haya que sedar ". 

Hoy en día ya no hay aplausos a los sanitarios, hay más agotamiento entre los médicos, siguen llegando placas de pulmones "horribles" y se continúa luchando contra un virus que en esta tercera ola "está afectando más a familias enteras que en las anteriores". Los neumólogos son los primeros que le ven la cara a la Covid cuando un paciente llega por urgencias. Por sus síntomas y tras su PCR acaban en un circuito que en los hospitales denominan 'sucio' y que a algunos les puede llevar hasta unas UCIS que según datos ayer de Sanidad están saturadas con hasta el 43% de ocupación solo de pacientes covid. En el caso de Latif Essa los atiende antes de necesitar ser intubado de forma invasiva. Junto a esos pacientes cuyos familiares mandan fotos para que se las cuelgue junto a su cama lleva desde hace ahora casi un año y teme que en todo este tiempo cada vez que se publica la cifra de fallecidos en un solo día "nos estemos acostumbrando". Es aquí donde pide no ser "egoístas" y "autoconfinarse" porque "las vacunas vendrán a ayudar, pero está en nosotros".  "Una comida con amigos puede salir cara", sentencia. 

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