Cuatro años después de la matanza, Utoya vuelve a la vida

  • Escenario de una masacre monstruosa ejecutada por Anders Behring Breivik, la isla noruega de Utoya recobrará vida al acoger el primer campamento de verano de la Juventud Laborista desde la tragedia.

Con algunos sobrevivientes de la matanza en sus filas pero con nuevos integrantes en su mayoría, mil jóvenes militantes son esperados entre el viernes y el domingo en la pequeña isla en forma de corazón, en la cual 69 de sus predecesores murieron el 22 de julio de 2011.

Ese día Breivik había disparado a sangre fría sobre unos 600 participantes de la concentración veraniega de la Juventud Laborista (AUF). El asesino sembró el terror durante una hora y cuarto entre los adolescentes, atrapados en este pedazo de tierra de 0,12km2 en medio de un lago.

El extremista de ultraderecha, que acusaba a sus víctimas de promocionar el multiculturalismo, había hecho estallar previamente una bomba cerca de la sede del gobierno en Oslo, a unos 40 kilómetros de allí, matando a otras ocho personas.

"Vamos a apoderarnos de nuevo de Utoya", había dicho el entonces jefe de las Juventudes Laboristas, Eskil Pedersen, al día siguiente de la masacre, en un país conmocionado.

Cuatro años y algunos desacuerdos después, el lugar va a retomar su vocación, lo cual promete una mezcla de fuertes emociones.

Algunas familias de las víctimas estaban desanimadas con la idea de que los jóvenes pudiesen volver a jugar al fútbol, contar historias y tener debates políticos acalorados en el mismo lugar donde sus hijos perdieron la vida.

Para algunos es demasiado pronto.

"Yo no estoy seguro de querer volver al campamento. Prefiero esperar a que me den muchas ganas de ir", explicó a AFP Stine Marie Hogden, militante laborista de 21 años. Con el agua hasta las rodillas, ella había escapado a las balas de Breivik al esconderse en un acantilado.

Mani Hussaini, elegido jefe de las Juventudes Laboristas noruegas el año pasado, y originario del Kurdistán sirio, reconoce que este nuevo campamento de verano será "especial".

La edición de 2012 había sido anulada y las dos siguientes habían sido organizadas en otro lugar. Entretanto, Utoya ha acogido solamente algunas visitas puntuales de familias y de sobrevivientes.

"Aquellos que se preparan para volver a Utoya contribuyen a escribir una nueva página de la isla", dijo Hussaini a la AFP.

Astrid Willa Eide Hoem, de 20 años y sobreviviente del tiroteo, decidió asumir un rol activo. "Es importante para la AUF como organización y para mí como persona", recalcó.

"Utoya debe seguir siendo un taller donde los jóvenes aprendan de democracia, política y compromiso".

Para el reencuentro, esta boscosa isla se ha renovado. Gracias a centenares de voluntarios y a las donaciones, se construyeron nuevos edificios de madera, parecidos a los antiguos, cargados ahora de una nefasta historia.

La cafetería donde fueron asesinados 13 jóvenes iba a ser demolida pero finalmente fue conservada con los impactos de bala. No obstante, otro edificio de madera, "la casa de la salvaguardia", se está construyendo, la cubrirá parcialmente y estará consagrada a la memoria de aquellos hechos.

"La nueva Utoya debe ser un lugar de memoria en el cual uno aprenda y cultive su compromiso político", subrayó Hussaini.

Un poco apartado, un monumento funerario bautizado "el claro" ha sido acondicionado en el bosque: un gran cilindro metálico colgado de los árboles lleva los nombres de 60 de las 69 víctimas, una generación de jóvenes militantes literalmente diezmada.

La prueba de que las heridas siguen abiertas es que las familias de las otras nueve víctimas se oponen todavía a que sus nombres sean esculpidos allí.

Breivik por su lado cumple una pena de 21 años de cárcel susceptible de ser prolongada indefinidamente en tanto siga siendo considerado como una amenaza para la sociedad.

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