De las figuritas de toda la vida a los imanes de la nevera


  • Unos días antes de Navidad (el puente de la Constitución es un buen momento), hay una tarea de la que pocos se libran. Siempre es la misma. Rebuscar en maleteros y trasteros la caja en la que, justo 12 meses antes, se guardaron los adornos navideños. Y, entre ellos, el belén. Hace años eran pocas las posibilidades que había, pero de un tiempo a esta parte se han multiplicado. Ahora, la falta de espacio ya no es excusa para no montar el belén en casa. Respetar o no lo que manda la tradición es cosa de cada uno.
Un Belén para cada casa
Un Belén para cada casa
David Silverman/Getty Images
M. J. Arias

No hay vuelta atrás. Los copos de nieve han empezado a caer, los anuncios de juguetes a bombardear en televisión y las estanterías de los supermercados a llenarse de turrones y mazapanes. La Navidad ha llegado. Son fechas para desempolvar los adornos e ir preparando el belén. Los hay de todos los tipos, desde los tradicionales con figuritas a los imanes para la nevera. Sólo hay que elegir el que se adapte al gusto de cada uno o al espacio del que se disponga.

Las figuras son la representación más clásica. Lo que sería el Portal de Belén de toda la vida. En sus inicios, allá por el siglo XIII (dice la historia que fue San Francisco de Asís quien inauguró la costumbre), las materias primas eran la terracota, la cera y la madera. La tradición se fue propagando poco a poco y cada país tiene la suya propia o su toque de color. En España, el nacimiento es toda una institución. Se pone en las casas, pero también en las sedes de organismos públicos, colegios, ayuntamientos e, incluso, algunas empresas montan el suyo.

Los hay de todas las tallas. Desde las pequeñas figuras de escasos centímetros a los belenes gigantes que organizan en algunas localidades. Pero el tamaño no afecta sólo a las figuras, sino también a la envergadura del montaje, es decir, al número de personajes que se incluyen. Los clásicos son San José, la Virgen María, el Niño, el buey y la mula. A partir de ahí, el nacimiento no hace más que crecer y multiplicarse. Así llegan el ángel encima del pesebre, la estrella de Belén que guió a los Reyes Magos y, por supuesto, Melchor, Gaspar y Baltasar con sus pajes y camellos. Después, si hay espacio y ganas, viene el pueblo entero de Belén con sus pastores, lavanderas, patos, ovejas…

Las figurillas pueden conseguirse de dos formas, comprándolas o haciéndolas uno mismo. Pueden adquirirse figuras de escayola que cada uno pinte a su manera (practicopedia.com te enseña) o, directamente y dependiendo de la maña, fabricarlas. Si hay niños en casa la arcilla y la plastilina son dos materiales perfectos para estos casos. Puede que el resultado no sea tan artístico, pero los padres presumirán mucho más de su belén ante las visitas de familiares y amigos.

Más allá de los belenes caseros están las grandes superproducciones. Habría, principalmente, dos tipos: los vivientes y los mecánicos. De los primeros está llena la geografía española. Uno muy típico es, por ejemplo, el que cada año montan en Buitrago de Lozoya (Madrid). Van por la XXII edición y suele ser todo un éxito de asistencia pese a las bajas temperaturas de la sierra madrileña. Los segundos, los mecánicos, tienen también su encanto. Lo que se hace en ellos es instalar mecanismos para que algunas figuras o arquitecturas tengan movimiento y amenizar la estampa. El agua que corre, el molinillo que gira, o el herrero golpeando con su martillo son algunas de las posibilidades que ofrecen.

Pero la concepción del belén navideño ha ido evolucionando y separándose, en cierta manera, de la tradicional estampa a la que todo el mundo está acostumbrado. Por eso, en los últimos años se aprecia el nacimiento de nuevas formas de poner, hacer y entender los belenes más allá de las típicas figuras. Algunas de las opciones más 'raras' que pueden encontrarse son belenes montados con los ladrillos de Lego, con muñecos de Playmobil, como portavelas o, una de las más recientes, imanes para la nevera. No dejan de ser belenes, pero rompen con lo habitual.

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