De pellejero borracho y putero a santo de multitudinario fervor

  • Genaro Blanco no fue más que un bohemio de una pequeña ciudad, de los de boina, borracheras y prostitutas, un personaje carismático de los años veinte cuya figura fue sostenida en el tiempo por sus "cuatro evangelistas" hasta el punto que, esta madrugada, han sido más de 15.000 las personas que lo han recordado.

Luis V. Huerga

León, 18 abr.- Genaro Blanco no fue más que un bohemio de una pequeña ciudad, de los de boina, borracheras y prostitutas, un personaje carismático de los años veinte cuya figura fue sostenida en el tiempo por sus "cuatro evangelistas" hasta el punto que, esta madrugada, han sido más de 15.000 las personas que lo han recordado.

Nadie sabe el motivo de este fenómeno, quizá lo carismático de su historia o la contraposición a la sobriedad litúrgica, fervor religioso y recogimiento de la Semana Santa leonesa o, bien, el hecho de que aún quepa la necesidad de buscar motivos para beber a la salud de quienes ya no están.

Lo cierto es que, 85 años después de que este pellejero muriera atropellado, "con el calzón bajado", por un furgón de bomberos reconvertido en el primer camión de la basura de la ciudad, apodado "La Bonifacia", cada año "hay más gente" para honrar su memoria.

No hay ningún leonés que no conozca ni, en ocasiones, martirice a los foráneos con la historia de San Genarín, un personaje "querido y admirado por muchas personas", según relata el abad de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, Maximino Barthe, porque, como todo buen santo, Genaro tiene su propia hermandad.

Un ilustre leonés que, según cuenta la leyenda, trató de vender la Catedral a un despistado turista inglés y se dice de él que "ni una sola de las putas que ejercieron la carrera en León en el primer cuarto del siglo XX pasó a situación de reserva sin haber recibido en su cama la visita del santo pellejero".

Genaro Blanco, que tuvo mil oficios, murió en 1929, con 61 años, en la noche del Jueves Santo al Viernes Santo, atropellado a los pies de la muralla de León por aquel camión que quitó la vida a un personaje conocido y peculiar, amante del ambiente de los lupanares y de las borracheras a base de orujo.

Dicen que se encontraba orinando a los pies de la muralla de León, pero no está claro porque "la verdad es que no se sabe lo que estaba haciendo", aunque sí está probado que "tenía bajado el calzón, pero no se sabe si estaba orinando o si se la estaba colocando", ha explicado Barthe.

Lo que sí es cierto es que, a pesar de que durante los años de la dictadura franquista, la procesión en honor a este particular "santo" estuvo prohibida, ahora está más viva que nunca.

Pero eso hay que agradecérselo a sus cuatro evangelistas, quienes, además, intercedieron, según la tradición, en la obra de Genarín, porque si no hay santo sin cofradía, tampoco lo hay sin milagros.

Fueron Paco Pérez Herrero, mecánico dentista y poeta el que hizo resurgir la tradición tras los años de censura.

Junto a él, Luis Rico, aristócrata y bohemio; Nicolás Pérez, árbitro de fútbol y Eulogio "El Gafas", taxista, uno de los evangelistas más prolijos en la creación literaria entorno a Genarín y sus aficiones.

Se cuenta que una de las prostitutas de la ciudad, "La Moncha", dejó tan impúdico oficio después de ver el cuerpo sin vida de Genarín, y que sus evangelistas lograron que la Cultural y Deportiva Leonesa ganara un partido de fútbol después de bendecir la noche anterior el campo con orujo y plantar ajos en la portería.

Pero también que un enfermo de riñón, al paso por el lugar en el que falleció el pellejero, sufrió un dolor, orinó y desprendió una piedra del tamaño de una nuez, mientras que también se le atribuye el "castigo" a un ladrón que robaba las ofrendas que cada año se colocan en la muralla al, supuestamente, provocar su caída.

Además, en los tiempos en los que el socialista leonés José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la presidencia del Gobierno, hubo quien le atribuyó también al pellejero que obrara este 'milagro'.

Años después y, a la vista de los resultados, "eso es algo que pasó, pero no como un milagro, pero se lo debió ganar él solo...", ha reflexionado Maximino Barthe.

Con estos mimbres, se ha celebrado en la noche de Jueves Santo la procesión, después de una cena de los cofrades en el Barrio Húmedo, el desfile que ha partido de la plaza del Grano al tercer cubo de la Muralla de León, 85 años después de la muerte del personaje, esta vez acompañado como novedad por las "manolas genarianas".

El orujo ha corrido a raudales, eso sí, "que cada uno se lleva lo suyo", en una fiesta en la que desfilan los pasos de la procesión: uno que porta las ofrendas (el pan, el queso y la naranja, su dieta), la imagen del propio "santo", "La Moncha", la prostituta del milagro y el barril con el licor y la imagen de "La Muerte".

Una fiesta que se ha despedido, después de que el "hermano trepador" ascendiera con las ofrendas a la muralla, con uno de los más reconocidos "versos genarianos", aquel que dice: "Y siguiendo tus costumbres / que nunca fueron un lujo / bebamos en tu memoria / una copina de orujo". EFE

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