De Siria a Jordania, una huida plagada de peligros

  • Desde Deraa, Damasco e incluso Homs, los sirios que huyen de la violencia recorren un largo camino hasta cruzar a Jordania, en el que son testigos de bombardeos y combates entre el ejército y los rebeldes.

Marina Villén

Campamento de Zaatari (Jordania), 1 feb.- Desde Deraa, Damasco e incluso Homs, los sirios que huyen de la violencia recorren un largo camino hasta cruzar a Jordania, en el que son testigos de bombardeos y combates entre el ejército y los rebeldes.

La mayoría de los refugiados que llegan al campo de Zaatari proceden de Deraa, la provincia meridional en la que estalló con más fuerza en marzo de 2011 la rebelión contra el régimen sirio de Bachar al Asad.

Sin embargo, con el recrudecimiento del conflicto, cada vez más habitantes de los alrededores de la capital o de la región central de Homs, atraviesan medio país en busca de seguridad en Jordania.

De Homs huyó hace tres meses la joven Hanin, de 13 años, quien acompañada de sus padres y sus cuatro hermanos abandonó su hogar debido a los incesantes bombardeos del ejército contra la ciudad, uno de los bastiones de la insurgencia.

Hanin explica a Efe en una tienda de campaña de Zaatari que salieron de Homs por la noche para que la oscuridad les resguardara de ser localizados por los leales a Al Asad.

"Huimos acompañados de otra familia y fuimos disparados por los soldados", recuerda la niña, que asegura que en Homs no era capaz de dormir porque tenía mucho miedo.

El primo de Hanin falleció en los bombardeos contra la ciudad y parte de su familia decidió escapar a Damasco, donde en esos momentos la situación era más tranquila.

A los peligros vividos durante la salida de Homs se unieron las dificultades para cruzar la frontera, donde tuvieron que sobornar con 15.000 libras sirias (unos 210 dólares) a los soldados de su país para que les permitieran pasar a Jordania.

Al otro lado de la frontera les esperaban efectivos del Ejército jordano, encargado de prestar la primera asistencia y proporcionar comida y mantas a los desplazados antes de trasladarlos a Zaatari.

Como Hanin, cientos de familias sirias han cruzado a Jordania con una sola bolsa con sus pertenencias, dejando atrás toda una vida, y según los datos de ACNUR unas 30.000 personas estarían esperando a entrar en los próximos días.

Las esperanzas puestas en su refugio en Jordania se ven para muchos defraudadas debido a las duras condiciones del campo de refugiados Zaatari, cuya capacidad de acogida (construido inicialmente para acoger a 60.000 refugiados) se vio hace tiempo desbordada.

En uno de los áridos caminos del campamento, Abu Ahmed, un mecánico de 45 años, espera para comprar el pan que amasa con paciencia otro refugiado.

Abu Ahmed lleva una semana en Zaatari, a donde llegó con su familia huyendo de los bombardeos contra su localidad en la periferia de Deraa, unos ataques que le acompañaron durante toda la ruta hacia Jordania.

"Nos ayudó a escapar el Ejército Libre Sirio (ELS) y pese a buscar caminos despejados de fuerzas del régimen sufrimos bombardeos", detalla a Efe el hombre.

Parte de su familia optó por desplazarse a zonas donde están apostadas las patrullas leales a Al Asad, y que por lo menos se libran de los ataques aéreos.

Los recién llegados a Zaatari son primero internados en una zona especial hasta que se les registra, se estudian sus necesidades y se les prepara un alojamiento.

Con las nuevas oleadas de refugiados, esta área situada junto a la entrada del campamento se encuentra masificada y está siendo ampliada a marchas forzadas.

Las oficinas de ACNUR han sido instaladas cerca de la zona de llegada para acelerar el registro de los nuevos refugiados, que hacen cola ante las casetas prefabricadas.

Mientras espera su turno, Sahdana Shafae cuenta a Efe que su viaje desde Deraa duró medio día y una noche entera y que por el camino se registraron combates entre ambos bandos.

Contrató con su familia a un conductor para que les acercara a la frontera, donde su hijo varón quedó retenido ya en Jordania por el ejército porque levantó sospechas al cruzar separado del resto de sus parientes.

Shafae aguarda ahora en Zaatari a que le adjudiquen una jaima donde alojarse pero, sobre todo, espera preocupada noticias de su hijo, mientras miles como ella tratan de olvidar en el campamento las penalidades de su reciente viaje.

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