El desafío de equiparar como presidente la oratoria de un revolucionario

  • Barack Obama, quien irrumpió en el escenario político nacional por su oratoria inspiradora, encara este fin de semana el reto de un discurso que esté a la altura de uno de los mayores del siglo XX, el "I Have a Dream", de Martin L. King.

Jorge A. Bañales

Washington, 25 ago.- Barack Obama, quien irrumpió en el escenario político nacional por su oratoria inspiradora, encara este fin de semana el reto de un discurso que esté a la altura de uno de los mayores del siglo XX, el "I Have a Dream", de Martin L. King.

Obama hablará el miércoles desde la escalinata del Monumento a Lincoln donde, cuando él había apenas cumplido dos años, el adalid de los derechos civiles condensó en 1.667 palabras y en poco más de 16 minutos el desafío para que Estados Unidos estuviese a la altura de sus principios fundamentales.

Aunque parece inevitable la comparación entre King, asesinado en 1968 cuando se solidarizó con una huelga de basureros en Memphis, Tennessee, y Obama, el primer presidente de piel oscura en EE.UU., sus papeles son muy distintos.

En agosto de 1963, King era la figura más notable de una protesta por la segregación de los negros que se aproximaba al borde de una insurrección. Medio siglo después Obama transita su segundo mandato en las alturas del poder que King y millones de militantes desafiaron.

"Son dos papeles diferentes", comentó esta semana Jesse Jackson, quien sí estuvo junto a King en las luchas de entonces. "Lo que necesitábamos de King era motivación y visión. Lo que necesitamos del presidente es asignaciones de fondos y legislación".

Obama no se queda corto en la calidad de su oratoria: en julio 2004, cuando hacía campaña para ser senador de Illinois, emocionó al país con su discurso principal en la Convención Nacional Demócrata.

Irónicamente cuando Obama aceptó la candidatura presidencial de su partido en Denver (Colorado) el 38 de agosto de 2008 hizo referencias a King pero no lo nombró, prefiriendo referirse a él como "un joven pastor de Georgia".

La segunda inauguración presidencial de Obama en enero pasado coincidió con la observación nacional del aniversario del nacimiento de King, pero otra vez Obama se refirió a "un King", sin mencionar todo su nombre.

Para muchos negros, que ahora lidian con Obama como presidente más que como una persona de piel oscura, el discurso del miércoles aparece como una tercera oportunidad para que sea más específico.

Otra dificultad en la comparación es que King, un clérigo hijo de clérigos, hizo sus campañas centradas en principios religiosos y morales, y nutrió sus discursos, casi sermones, con citas bíblicas y para audiencias profundamente religiosas.

"I Have a Dream" contiene dos citas bíblicas (Amos 5:24 e Isaías 40:4-5), y concluye con una emocionante rendición de un viejo "spiritual" de los que cantaban los esclavos negros.

Obama encara una audiencia nacional muy diferente. Los negros ya no son la minoría más numerosa -los hispanos lo son- y otras minorías, como los homosexuales, reclaman sus propios derechos a la igualdad.

Y mientras gran parte del impacto en la oratoria de King -al igual que una década más tarde la de Jackson- surge de la rima y el ritmo en la alocución de los predicadores bautistas, Obama es en general un orador de más palabras y menos emoción.

Algunos investigadores sostienen que la agenda económica y de justicia social de la Marcha por la Libertad y Empleos en 1963 se ha olvidado a medida que los negros obtuvieron victorias en cuanto al derecho de voto y la eliminación de las leyes de segregación.

"Los organizadores de la Marcha también demandaban vivienda decente, educación adecuada e integrada, un programa federal de pleno empleo, y un sueldo nacional mínimo que equivaldría hoy a 13 dólares por hora", señaló Algernon Austin, del Instituto de Política Económica, un grupo de estudio con sede en Washington.

Obama es, ahora, el titular al frente de un sistema político y económico que vuelve a restringir el derecho de voto, y en el cual los negros y los hispanos tienen las tasas más altas de desempleo, encarcelamiento, deserción escolar, abortos, madres solteras y esperanzas frustradas.

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