A día de hoy, con condena judicial o sin ella, la inmensa mayoría de los españoles ya ha condenado a Cristina de Borbón por uno de estos dos delitos. De los cuales no puede escapar por cuanto ser inocente de uno implica automáticamente la culpabilidad del otro:
a)Conocer las actividades irregulares de su marido.
b)No conocer las actividades irregulares de su marido.
Los moralistas hablarían de "pecado de acción" o "pecado de omisión".
El 8 de febrero de 2014, el juez Castro interrogó a la infanta y, aunque prohibió la grabación de sus declaraciones, alguien filtró a El Mundo un vídeo que recogió subrepticiamente preguntas del juez y respuestas de la infanta:
- Juez: ¿Tiene usted conocimientos jurídicos?
- Cristina: No.
- Juez: ¿Tiene usted conocimientos tributarios?
- Cristina: No.
- Juez: ¿Sabe usted lo que es el programa PADRE?
- Cristina: Me suena, pero no.
- Juez: ¿Tiene usted conocimientos económicos?
- Cristina: No, muy básicos, pero no.
Supongo que Cristina mentía, algo a lo que tiene derecho como imputada. Cristina se licenció en Ciencias Políticas, cursó un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Nueva York, realizó prácticas en la desde de la UNESCO en París y dirige un departamento importante de una de las Fundaciones más importantes de España. Además, era la hija de un jefe de Estado vitalicio. El mundo de la política y el Derecho no pueden serle ajenos. Mucho menos, el mundo de la opinión pública, puesto que a eso se ha dedicado toda su vida: a representar.
Si Cristina de Borbón termina ingresando en la cárcel por blanqueo y delito fiscal, cosa que dudo, no empeoraría mucho la nefasta imagen que ya tiene entre los españoles.
Porque, al fin y al cabo, y a efectos prácticos ¿qué importa de las acciones, gestos y palabras de una infanta de España sino cómo repercuten, para bien o para mal, en la vida pública del país?
Ese juicio, que para ella es el más importante, ya lo tiene perdido.
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