El eslabón tailandés en la "guerra encubierta" entre Israel e Irán

  • Canela Bangkok, 19 feb.- Tailandia se ha convertido en el último eslabón en la "guerra encubierta" entre Israel e Irán, a raíz de las recientes detenciones en Bangkok de una supuesta célula terrorista iraní y de un miembro del grupo chií libanés Hizbulá.

Gaspar Ruiz-Canela

Bangkok, 19 feb.- Tailandia se ha convertido en el último eslabón en la "guerra encubierta" entre Israel e Irán, a raíz de las recientes detenciones en Bangkok de una supuesta célula terrorista iraní y de un miembro del grupo chií libanés Hizbulá.

En las últimas semanas, los Gobiernos de Tel Aviv y Teherán se han culpado mutuamente de acciones como los asesinatos de varios científicos nucleares iraníes o los atentados o planes de atentar contra diplomáticos israelíes en India, Georgia y Tailandia.

Según Rohan Gunaratna, uno de los más reconocidos expertos en terrorismo internacional, los atentados o intentos responden a "los problemas sin resolver entre Irán e Israel", que han recrudecido sus ataques tras las recientes sanciones contra el programa nuclear iraní.

"Los israelíes están matando a científicos iraníes, por lo que Irán está muy enfadada y está tomando represalias atacando intereses israelíes", indicó a Efe Gunaratna, director del Centro Internacional para la Violencia Política e Investigación del Terrorismo en Singapur.

El lunes pasado, Irán anunció que ha denunciado a Israel ante los tribunales internacionales por su supuesta implicación en los asesinatos de varios científicos iraníes relacionados con el programa nuclear.

Según el régimen islámico, los servicios secretos israelíes también están detrás de los ataques o planes contra sus propios diplomáticos en India, Georgia y Tailandia para enemistar a Irán con estos países.

Para el Gobierno de Tel Aviv, los culpables de estas amenazas terroristas son "en todos los casos, Irán y su protegido Hizbulá", en palabras del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Gunaratna opina que Irán e Hizbulá trabajan juntos, como "saben los servicios secretos de todo el mundo", y cuentan con cierta presencia y capacidad para atentar en Tailandia y en el resto del Sudeste Asiático.

"Tailandia es un objetivo vulnerable debido a la gran presencia diplomática y de turistas israelíes", aseveró el experto ceilandés y autor del libro "Inside Al Qaeda".

La detención esta semana de la célula iraní evidenció la precariedad de los terroristas, que se delataron al estallar un explosivo en la vivienda que tenían alquilada en Bangkok y luego uno de ellos se automutiló con una granada que pretendía lanzar a la policía.

Sin embargo, Gunaratna advirtió de que la "escasa sofisticación" de una operación terrorista no tiene porqué paliar sus efectos letales, incluso con tecnología modesta.

Unos días antes de ser arrestados, los tres terroristas iraníes detenidos se divirtieron en compañía de mujeres en diversos locales de alterne en la ciudad de Pattaya, un centro turístico conocido por su industria del sexo y situado a unos 150 kilómetros de Bangkok.

Las autoridades tailandesas reconocen que las bandas internacionales se aprovechan de las facilidades con que el país concede visados para fomentar el turismo, sector que representa el 6 por ciento de la economía y emplea a dos millones de personas.

En opinión de Gunaratna, el arresto de un supuesto miembro de Hizbulá el pasado enero demuestra asimismo la presencia del grupo en Tailandia, donde durante en 1994 planeó un atentado frustrado contra la embajada de Israel.

En otra operación, los militantes de la organización libanesa secuestraron en 1988 un vuelo entre Bangkok y Kuwait en el que asesinaron dos pasajeros antes de liberar al resto en Irán.

Miembros de Hizbulá han sido detenidos también en Filipinas, Malasia y Singapur, donde en 2002 fue acusada por las autoridades de tratar de reclutar seguidores en la ciudad-Estado.

Los más sanguinarios atentados atribuidos a Hizbulá son los ocurridos en 1992 contra la embajada israelí y en 1994 contra un centro cultural judío en Argentina, con 114 muertos.

Una parte importante de su financiación procede de la diáspora libanesa en Estados Unidos, África Occidental y de los emigrantes asentados en Paraguay, Argentina y Brasil.

Los líderes del grupo chií, apoyado por Irán y Siria y considerado un grupo terrorista por Estados Unidos, los Países Bajos o el Reino Unido, han negado su implicación en cualquier atentado cometido después de 1990.

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