El FMLI expulsa al comandante que mantiene los ataques en el sur de Filipinas

  • El Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI) ha expulsado de la organización de Umbra Kato, el comandante militar que se niega a respetar la tregua y mantiene los ataques contra objetivos militares y civiles en el sur de Filipinas.

Manila, 29 sep.- El Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI) ha expulsado de la organización de Umbra Kato, el comandante militar que se niega a respetar la tregua y mantiene los ataques contra objetivos militares y civiles en el sur de Filipinas.

Así lo anunció hoy el vicepresidente del grupo, Ghadzali Jaafar, en un comunicado en el que subrayó que "hemos decidido que él ya no está con nosotros".

La principal organización separatista islámica de Filipinas también se desligó de cualquiera de las acciones que perpetren el comandante rebelde y su grupo, el Movimiento Islámico de Liberación del Bangsamoro.

La rebelión de Kato, de 60 años, estalló en julio de 2008, después de que el Gobierno de Filipinas alcanzase un importante acuerdo con el FMLI sobre las tierras ancestrales del Bangsamoro (pueblo musulmán) y lo paralizase el Tribunal Supremo en agosto.

A partir de entonces, Kato se ha convertido en una pesadilla para las fuerzas gubernamentales y la propia organización islámica, que no sabía como relanzar las negociaciones de paz y justificar las acciones del insumiso.

La lucha de los musulmanes en el sur de Filipinas, antaño controlada por los sultanatos malayos Joló y Maguindanao, se remonta a la colonización española.

En el siglo XX, la comunidad islámica pasó de ser mayoría a convertirse en una minoría de cuatro millones que conviven con nueve millones de cristianos.

El FMLI nació de una escisión del Frente Moro de Liberación Nacional cuando éste aceptó negociar una solución que no fuese la independencia, y fue constituido formalmente en 1984.

La organización cuenta en la actualidad con unos 12.000 militantes.

Casi cuatro décadas de conflicto étnico, religioso y tribal han ocasionado miles de muertos y cerca de dos millones de refugiados en una de las áreas más pobres del archipiélago filipino.

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