El Papa dice que retrasar la muerte, como busca la ciencia, sería una condena

  • Ciudad del Vaticano.- Benedicto XVI presidió esta noche en la basílica de San Pedro del Vaticano la Vigilia Pascual, en cuya homilía dijo que retrasar indefinidamente la muerte, buscar la inmortalidad física, como intenta la ciencia moderna, "no sería un paraíso, sería más bien una condena".

El Papa dice que retrasar la muerte, como busca la ciencia, sería una condena
El Papa dice que retrasar la muerte, como busca la ciencia, sería una condena

Ciudad del Vaticano.- Benedicto XVI presidió esta noche en la basílica de San Pedro del Vaticano la Vigilia Pascual, en cuya homilía dijo que retrasar indefinidamente la muerte, buscar la inmortalidad física, como intenta la ciencia moderna, "no sería un paraíso, sería más bien una condena".

El Papa manifestó también que el bautismo no es "un lavacro y menos aún la entrada en una nueva asociación", sino el renacimiento a una nueva vida.

En la noche en la que la Iglesia celebra la "madre de todas las vigilias", el anciano Pontífice, de casi 83 años, se refirió a la aflicción del hombre ante la enfermedad, dolor y muerte y la búsqueda de la medicina de la inmortalidad.

El Obispo de Roma subrayó que también hoy el hombre busca esa medicina y la ciencia médica trata si no de evitar propiamente la muerte, si posponerla y ofrecer una vida mejor y más longeva.

Según el Papa, retrasar la muerte indefinidamente no es bueno, "ya que la humanidad envejecería de manera extraordinaria y no habría espacio para la juventud, se apagaría la capacidad de innovación y la vida interminable en vez de un paraíso sería una condena.

Benedicto XVI aseguró que la verdadera medicina contra la muerte debe ser diferente, "debería más bien transformar nuestras vidas desde dentro, crear una vida nueva, transformarnos de tal manera que no se acabara con la muerte, sino que comenzara en plenitud solo con ella".

"Sí. Esa hierba medicinal existe, se nos da en el bautismo, una vida nueva que no es truncada con la muerte de la antigua vida, sino que sólo entonces sale plenamente a la luz", aseguró.

Y añadió: "Sí. La hierba medicinal existe, Cristo es el árbol de la vida hecho de nuevo accesible, si nos atenemos a Él entonces estamos en la vida".

La Vigilia Pascual o "Lucernario" es uno de los ritos más antiguos de la liturgia y se celebra en esta noche que San Agustín llamó "madre de todas las vigilias", en alusión a la espera de la Resurrección del Hijo de Dios.

Comenzó en el atrio de la basílica, en medio del más hondo de los silencios, con la bendición del fuego nuevo y el encendido del cirio pascual, símbolo de Cristo, "Luz del Mundo".

El Papa Ratzinger realizó con un punzón una incisión sobre el cirio pascual, grabando una cruz, la primera y la última letra del alfabeto griego -alfa y omega- y la cifra del año 2010.

A la vez pronunció en latín: "Christus heri et hodie, Principium et Finis, Alpha et Omega, ipsius sunt tempora et saecula. Ipsi gloria et imperium per universa aeternitatis saecula" (Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. A Él pertenece el tiempo y los siglos, a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos).

Después comenzó la procesión hacia el altar mayor, en medio de una total oscuridad en el templo, iluminado poco a poco con las velas de las miles de personas que lo abarrotaban, que fueron encendidas una a una con la llama procedente del Cirio Pascual.

Una vez llegado al altar mayor se encendieron todas las luces, que dejaron al descubierto las maravillas que encierra el templo vaticano y comenzó el canto del Exultet, o pregón pascual, un recorrido sintético de la historia de la salvación.

Siguiendo una tradición de la Iglesia primitiva, en la que los catecúmenos (adultos que aspiran al bautismo) eran bautizados en la noche de la Vigilia Pascual, el Obispo de Roma, revestido con ornamentos blancos, bautizó a seis catecúmenos, un japonés, un ruso, dos albanesas, una somalí y una sudanesa.

En la homilía, Benedicto XVI se refirió asimismo a los dos elementos del bautismo: las renuncias y promesas.

Con las renuncias -dijo- se rechaza un tipo de cultura que encadena al hombre a la adoración del poder, al mundo de la codicia, a la mentira, a la crueldad.

"Con ellas se quitan las viejas vestiduras, con las que no se puede estar ante Dios, que son, según san Pablo, fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, envidias, borracheras, orgías y cosas por el estilo", añadió el Papa.

El Obispo de Roma añadió que las nuevas vestiduras son, siempre según Pablo, "amor, alegría, paz, comprensión, servicio, bondad, lealtad, amabilidad y dominio de sí.

Benedicto XVI oficiará mañana en la plaza de San Pedro la misa del Domingo de Resurrección y después leerá el Mensaje Pascual e impartirá la bendición Urbi et Orbi en más de medio centenar de idiomas.

El recinto ya ha sido adornado con cerca de 25.000 flores, en su mayoría amarillas y blancas -los colores del Vaticano- y con composiciones de claveles, lirios, flor del manzano y tulipanes, procedentes de Holanda.

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