Entre camposantos, barriletes y fiambre, Guatemala recuerda a sus muertos

  • Entre camposantos adornados con coronas elaboradas de papel y flores, festivales de barriletes (cometas) gigantes en poblaciones indígenas y fiambre, una delicia de la gastronomía local, Guatemala recuerda hoy a sus muertos en el Día de los Santos y los Difuntos.

Oscar René Oliva

Guatemala, 1 nov.- Entre camposantos adornados con coronas elaboradas de papel y flores, festivales de barriletes (cometas) gigantes en poblaciones indígenas y fiambre, una delicia de la gastronomía local, Guatemala recuerda hoy a sus muertos en el Día de los Santos y los Difuntos.

Como es tradicional, cientos de miles de deudos acuden cada 1 y 2 de noviembre a los cementerios del país centroamericano para adornar las tumbas de sus seres queridos fallecidos, la mayoría de ellos con nostalgia.

Los guatemaltecos convierten los cementerios en centros de llanto, pero también en sitios de alegría debido a que, al calor de las bebidas alcohólicas, muchos contratan grupos musicales para recordar a sus antepasados.

Los cementerios, que durante la mayor parte del año permanecen sucios y llenos de maleza, sobre todo en el interior del país, lucen impecables y multicolores para el Día de los Santos y los Difuntos.

De acuerdo con los historiadores guatemaltecos, la conmemoración de esta fecha se remonta al año 311 cuando el emperador romano Constantino declara el Panteón como el templo de todos los dioses.

Sin importar los niveles de pobreza que afecta a la mitad de los 15 millones de guatemaltecos, todos los camposantos son pintados y adornados como parte de la religiosidad popular.

Otra de las tradiciones populares y ancestrales de la época son los festivales de barriletes (cometas) gigantes que se elaboran con mucha antelación en las poblaciones indígenas de Santiago y Sumpango, en el oeste de Guatemala.

Las dos comunidades son abarrotadas por miles de turistas nacionales y extranjeros, que a veces tienen que caminar cientos de metros para llegar a los campos de fútbol donde se exhiben y vuelan los cometas elaborados con papel de china de colores y varas de bambú.

Los participantes de estos festivales, en su mayoría miembros de núcleos familiares, se dan a la tarea de hacer barriletes de más de 22 metros de diámetro para lo que invierten importantes sumas.

Los más pequeños de los alegóricos cometas surcan los cielos de las dos poblaciones indígenas guatemalteca durante la conmemoración de los difuntos.

Según la leyenda, los barriletes se fabrican desde hace más de un siglo para alejar a los malos espíritus que causan malas cosechas en la región.

Jóvenes y adultos hacen gala de su creatividad en las cometas, muchas de ellas con figuras casi reales de hombres y mujeres con sus trajes indígenas, productos agrícolas como el maíz, el consumo principal.

Sólo en Sumpango, en el departamento de Chimaltenango, los organizadores del festival esperan la visita de más de 150.000 turistas locales y extranjeros.

Mientras que en el municipio Todos Santos Cuchumatán, en el departamento noroccidental de Huehuetenango, el Día de Difuntos coincide con la feria patronal.

La actividad se inicia en el cementerio de la localidad en el que las cofradías realizan ceremonias mayas, luego dan paso a los bailes folclóricos como el Venado y el Torito, para concluir con la tradicional carrera de caballos.

Los indígenas se tienen que embriagar porque así lo establece la competencia para premiar a los que lleguen a la meta luego de una larga cabalgata por un camino de tierra, donde muchos se caen de los caballos debido al alto consumo de alcohol.

Y uno de los puntos culminantes de estos festejos es el fiambre, un plato culinario emblemático que sólo se consume para esta época.

Familias enteras se reúnen en los hogares para consumir esta comida elaborada de una mezcla de verduras, caldos, embutidos, carnes, quesos, mariscos y huevos.

La tradición de este plato, que se come frío, y que muchos acompañan con un trago de aguardiente o ron, se remonta a los años 1623 y 1636.

Se elaboran de color morado por la mezcla de remolacha, agridulce por la inclusión de granos de maíz y hasta "divorciados" porque se sirven de forma separada la carne y las verduras.

Las verduras representan la vida y las carnes frías la muerte, de acuerdo con la leyenda.

A este plato se suman las conservas de calabazas, manzanillas, camote (papa dulce) o yuca en dulce.

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