Fernando Ónega: "Adolfo Suárez contagiaba encanto y transmitía complicidad"

  • El periodista Fernando Ónega, jefe de prensa del fallecido expresidente del Gobierno Adolfo Suárez en sus años en la Moncloa, destaca su capacidad de escuchar, su sencillez, su templanza y afirma que "contagiaba encanto" y "transmitía complicidad".

Madrid, 23 mar.- El periodista Fernando Ónega, jefe de prensa del fallecido expresidente del Gobierno Adolfo Suárez en sus años en la Moncloa, destaca su capacidad de escuchar, su sencillez, su templanza y afirma que "contagiaba encanto" y "transmitía complicidad".

Ónega rememora, en declaraciones a Efe, la faceta más personal del primer presidente de la democracia española de sus años de trabajo junto a él, a quien le escribió una docena de sus discursos y al que creó la célebre frase electoral "puedo prometer y prometo".

"Le gustaba escuchar, escuchaba a todo el mundo. Es una virtud que siempre aprecié en él", señala el veterano comunicador, que recuerda que descubrió el alzheimer de Suárez cuando un día llamó al presidente por teléfono y le habló de su esposa, Amparo Illana, como si estuviera viva, cuando había fallecido hacía más de un año.

La sencillez es otra de las cualidades que Ónega emplea para describir a Suárez. "Era un tío sencillo que hablaba con todo el mundo".

Y cuenta una ocasión en la que Adolfo Suárez estaba afeitándose en el cuarto de baño de La Moncloa, "recién estrenada", y apareció un hombre vestido con un mono azul que entró y le saludó.

"Buenos días, ¿qué tal?", le contestó el presidente del Gobierno, según relata entre risas el periodista gallego, que señala que Suárez tuvo la suerte de estar en pijama en ese momento, "pero si hubiera estado en pelotas, le hubiera ocurrido lo mismo".

"Y no se cabreaba con nadie por el hecho de que un tío vestido con mono estuviera en aquel momento trabajando allí sin advertírselo", indica.

Ónega asegura que nunca le vio "cabreado", aunque reconoce que sí le escuchó "algún grito" detrás de la puerta con algún colaborador cercano, pero siempre por cuestiones menores.

"Era templado, sólo desde la templanza se pueden aguantar las tensiones que él aguantó", sostiene el periodista, que subraya que pese a que Suárez no era "un tipo de chistes, era salado y un gran seductor".

Como decía alguien, añade Ónega, "el hombre que mejor abrazaba de España".

"Él contagiaba encanto. Por su forma de sonreír, de morderse el labio cuando te saludaba, te transmitía complicidad, daba la impresión de que se alegraba mucho de verte", relata el periodista, que confiesa que lo que más le impresionó de Suárez era lo poco que comía.

"El café con leche en vaso largo y la tortilla francesa forman para mí el paisaje típico del Suárez sentado en una mesa", evoca Ónega, que no estaba seguro de estar en la lista de amigos de Adolfo Suárez, aunque le apreciaba como el "colaborador leal" que era.

En los pasillos de La Moncloa sí tuvo "multitud de confesiones con él", luego un período de distancia profesional y finalmente "un acercamiento más humano" cuando ya estaba retirado de todo; "quizá esta ultima parte sea la mas entrañable, no la más cercana".

Y durante esos años de trabajo, Ónega también percibió a un Suárez "atormentado" por la falta de atención y de cuidado a su familia y "con miedo" a lo que pensaran sus hijos.

Esa consternación encontró "alivio" con el paso de los años y gracias también a que gente cercana a Suárez en sus años como presidente -como Ónega- ayudó a la familia a entender y reflexionar sobre lo que constituyó "el período más difícil y quizás el más importante" de su vida.

Esta es la faceta más personal que el periodista recuerda a Efe del que fuera el primer presidente de la democracia española, y que, a su juicio, pasará a la historia de España como el "último héroe nacional".

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