Funchal se esfuerza por borrar la huella de las riadas que asolaron la ciudad

  • Funchal (Portugal).- Los operarios públicos, los equipos de protección civil, el Ejército portugués y, sobre todo, los bomberos, se esfuerzan por borrar, con rescates heroicos y turnos de trabajo maratonianos, las huellas de las riadas que asolaron Madeira y segaron 39 vidas.

Funchal se esfuerza por borrar la huella de las riadas que asolaron la ciudad
Funchal se esfuerza por borrar la huella de las riadas que asolaron la ciudad

Funchal (Portugal).- Los operarios públicos, los equipos de protección civil, el Ejército portugués y, sobre todo, los bomberos, se esfuerzan por borrar, con rescates heroicos y turnos de trabajo maratonianos, las huellas de las riadas que asolaron Madeira y segaron 39 vidas.

El peligro de derrumbes, sobre todo en la parte alta de Funchal, la capital madeirense, y la búsqueda de cuerpos enterrados en el lodo ocupa aún a cientos de personas y miles de voluntarios en toda la isla, que no han tenido tregua desde que el sábado casi 15 horas de lluvia torrencial destrozara Madeira.

El comandante de los bomberos de Funchal, Nelson Bettencourt, retrató a EFE la agotadora y peligrosa labor de sus hombres, que ya ha causado una muerte entre ellos, desde que el pasado sábado por la mañana los desbordamientos y riadas dejaron un rastro de toneladas de piedras, lodo y destrucción.

"Hay lugares de muy complicado acceso y mucho riesgo", señala Bettencourt, quien recuerda emocionado que el sábado un bombero falleció llevado por las aguas cuando intentaba salvar de la riada a una mujer.

La mejor manera de honrar la memoria del compañero muerto es "trabajando", dice ahora Bettencourt, al resaltar que también poniendo en peligro sus vidas dos bomberos lograron rescatar a 17 personas, entre ellas nueve de la misma familia, de una muerte segura en el barrio de Los Moinhos, donde se formó un río de lodo.

Los bomberos que buscan víctimas entre casas medio derruidas de los cerros de la parte alta de la ciudad, muy dañadas por las aguas, se juegan también la vida en terrenos inestables y con peligro de que se repitan los deslizamientos de tierra del sábado.

"Es difícil explicar lo que sucedió. Hubo situaciones que nunca imaginamos", explica consternado Bettencourt al recordar las calles y carreteras anegadas y cortadas por enormes piedras y las personas, vehículos y casas enteras arrastradas por el agua.

Sin embargo, no oculta el orgullo por la reacción de los bomberos de la ciudad, que fue "inmediata" y consiguieron tener un centenar de hombres sobre el terreno el sábado y el domingo.

Las situaciones más difíciles se sucedieron donde había sospecha de víctimas sepultadas y aún ahora, cinco días después de la tragedia, continúan las operaciones de búsqueda entre los escombros, casa por casa, con ayuda de policías y perros entrenados en rescate de personas.

Los actuales 50 efectivos de los bomberos de Funchal colaboran con los bomberos voluntarios de Madeira, otros procedentes del Portugal continental, varios voluntarios de Alemania y los equipos de la Cruz Roja.

Los equipos de salvamento de la región se han reforzado también con la fragata portuguesa Corte-Real, que el año pasado lideró el combate de la OTAN contra la piratería en las aguas de Somalia, y ha traído al puerto de Funchal asistencia humanitaria, buceadores, médicos, un destacamento de fusileros y materiales para ayudar a reconstruir la isla.

Además de los 39 cadáveres encontrados, las inundaciones de Madeira han dejado 29 desaparecidos, unos 600 desalojados y 18 heridos, de acuerdo con el balance oficial hecho hoy.

Según el Gobierno regional del archipiélago luso, aunque todavía no ha concluido la búsqueda de cuerpos en varios estacionamientos públicos anegados por el agua y el lodo los trabajos van muy adelantados y no se han encontrado hasta ahora nuevas víctimas.

La isla vuelve poco a poco a la normalidad y hoy fueron reabiertas muchas escuelas, la mayoría de las carreteras y calles son ya transitables y funciona el 50 por ciento del transporte público.

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