Barcelona.- El arquitecto Gaudí "no era un esotérico, ni un críptico, sino un simbolista", según el teólogo y bibliólogo Armand Puig, que acaba de publicar "La Sagrada Familia según Gaudí", un ensayo que trata de dar explicación a la simbología interna del templo.
Puig ha presentado el libro, editado por Pòrtic y publicado en catalán, castellano e italiano, en el interior de la Sagrada Familia entre los ruidos de grúas y el martilleo de las herramientas de los paletas que ultiman el acondicionamiento de la nave interior para la visita del papa el próximo 7 de noviembre.
Para el teólogo, en la Sagrada Familia "está todo el universo de Gaudí, está la cartografía más importante en cuanto a edificio religioso del siglo XXI".
El simbolismo comienza ya desde las cuatro columnas centrales de pórfido -la piedra más dura que existe-, una por cada uno de los cuatro evangelistas, que marcan "el centro de la futura basílica", que dan sustento al cimborrio, la gran torre central de Jesucristo que se alzará hasta los 170 metros de altura.
Entre el "bosque de columnas" que se encuentra el visitante en el interior de la nave, destacan las doce columnas interiores, que tienen sus correspondientes doce torres exteriores, que simbolizan los doce apóstoles.
Siguiendo con las equivalencias litúrgicas, "las 24 linternas representan a los 24 ancianos que menciona el libro del Apocalipsis, que es el libro de la liturgia celestial".
En la parte más perimetral de la nave interior se sitúan las columnas de las diez diócesis catalanas, más allá las de las españolas y finalmente las de las diócesis universales.
Siguiendo nuevamente el libro del Apocalipsis, que dice que "en la nueva Jerusalén no habrá ni día ni noche", Gaudí, añade Puig, quiso que la luz fuera lo que hermanara toda la Sagrada Familia, que fuera "el mortero que uniera toda la simbología que tienen las piedras".
En los tejados del templo aparecen doce cestas de frutas, una por cada mes del año, que corresponden a los frutos que se recogen en los huertos del campo de Tarragona, que son "los frutos de la infancia de Gaudí".
La interpretación de Puig permite ver una "vía de la humanidad", que atraviesa la nave central y va desde la puerta principal, la futura fachada de la Gloria, hasta el ábside, donde se encuentra el primero de los órganos previstos, una vía determinada por el dios creador".
El otro itinerario es la "vía de Jesucristo", que circula entre la fachada del Nacimiento y la de la Pasión, desde el niño de Belén protegido por su madre hasta el final de su vida, la Pasión, simbolizada por los huesos que representan las 24 columnas -tenemos igual número de costillas y de vértebras-, añade el teólogo.
El genio de Gaudí, asegura Puig, radica en que "hace una reinterpretación del simbolismo de las basílicas góticas, que identificaban la planta de los templos con la figura de Jesús en la cruz, "con la cabeza en el ábside, el tronco y los pies en la nave y los brazos en el crucero".
El claustro perimetral es una de las aportaciones de Gaudí, con unas medidas, unos 6 metros de ancho, que se corresponden con el muro que rodea la nueva Jerusalén, según la profecía del Libro de Ezequiel, un claustro envolvente que "no separa el templo de la ciudad, sino que está diciendo que no se puede hacer eucaristía en el interior sin tener en cuenta el sufrimiento y lo que está pasando fuera".
La singularidad de la Sagrada Familia viene dada también, sostiene Puig, por su ubicación geográfica, "casi en la mitad matemática de la llanura barcelonesa, equidistante de la montaña y el mar, y de los ríos Besós y Llobregat".
Gaudí ya adelantó que la Sagrada Familia sería visitada por gente de todo el mundo y lo único que su clarividencia no pudo ver, "por su modestia", es que sería inaugurada por el papa de Roma.
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