Hamás cambia el tono hacia la moderación e Israel toca la misma melodía

  • Encerrado en un discurso automático y sin matices, Israel no acierta a responder con inteligencia al giro hacia la moderación tomado por Hamás, el movimiento islamista palestino que ha alabado recientemente la lucha no violenta.

Antonio Pita

Jerusalén, 10 ene.- Encerrado en un discurso automático y sin matices, Israel no acierta a responder con inteligencia al giro hacia la moderación tomado por Hamás, el movimiento islamista palestino que ha alabado recientemente la lucha no violenta.

Su máximo dirigente, Jaled Meshal, abogó en una entrevista el mes pasado por centrarse junto con la otra gran facción palestina, Al Fatah, en la "resistencia popular", que tiene el "poder de un tsunami", como ha puesto de manifiesto la Primavera Árabe.

La declaración es llamativa en una facción cuyo brazo armado, las Brigadas de Azedín al Kasam, se atribuye la muerte en 24 años de 1.365 israelíes, centenares de ellos en atentados suicidas que propiciaron su calificación como organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea y, por supuesto, Israel.

No es, sin embargo, un desliz puntual, sino un paso más en la estrategia de pragmatismo seguida por Hamás y acentuada por la ola de revueltas en el mundo árabe, que ha trastocado los equilibrios regionales y la sede de su dirección en el exilio, Damasco.

Formalmente, Hamás llama a la destrucción de Israel, pero en la práctica aboga desde hace años por una solución al conflicto de Oriente Medio basada en el establecimiento de un Estado palestino en las fronteras internacionalmente aceptadas, las previas a la guerra de 1967, es decir, en Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania, el 22 por ciento de la Palestina histórica.

Su líder en Gaza, Ismail Haniye, ha llegado a subrayar que si el presidente palestino, Mahmud Abás, firmase un acuerdo de paz con Israel y el pueblo palestino lo refrendase en referéndum, Hamás "respetaría los resultados, aunque contradijera su línea política".

El grupo islamista también ha dejado atrás la sangrienta política de atentados que practicó en los noventa y en la Segunda Intifada (2000-2005).

Y aunque tiene aún capacidad de actuar, como ha demostrado cuando quería dar un golpe de efecto, Hamás ataca ahora con cuentagotas e incluso frena lanzamientos de cohetes desde Gaza por parte de grupos yihadistas, a fin de evitar duras represalias y ganar legitimidad internacional.

Según publicó el diario "Haaretz" hace dos semanas, Meshal ha ordenado, de hecho, a su milicia que detenga los ataques contra israelíes.

"Son cambios muy significativos que lamentablemente los gobiernos de Israel y Washington han desestimado", señaló a Efe Galia Golán, doctora de la Universidad Hebrea de Jerusalén vinculada al movimiento pacifista israelí.

El portavoz del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores, Igal Palmor, no cree, en cambio, que Hamás haya modificado sus posiciones, recuerda que los líderes del grupo efectúan a menudo declaraciones contradictorias y atribuye "toda la responsabilidad" del descenso en el número de ataques a la labor de las fuerzas de seguridad israelíes y de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

"Lo único que cuenta son los hechos, no las declaraciones, y en eso no hemos notado ninguna diferencia (...) Si Hamás quiere cambiar y ser considerado como interlocutor, ya sabe lo que hacer: aceptar las condiciones del Cuarteto (la ONU, EEUU, la UE y Rusia)", agrega.

La aceptación de estas tres exigencias (renunciar a la violencia y reconocer a Israel y los acuerdos que ha firmado con la Organización para la Liberación de Palestina, OLP) se ha convertido en una especie de mantra que, en palabras del exministro israelí de Asuntos Exteriores Shlomo Ben Ami, supone un "umbral inviable" y convierte la meta en punto de partida.

"Todo el mundo dice que tienen que reconocer al Estado de Israel y poner fin al terrorismo. Créanme, me gustaría que lo hicieran ahora mismo, pero no lo van a hacer. Lo harán eventualmente en el futuro, pero sólo como parte de un quid pro quo, justo como hizo la OLP", señaló Ben Ami en una entrevista.

En la misma línea, el diario "Haaretz" lamentaba el mes pasado en un editorial que el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu haya ofrecido "su rutinaria respuesta de silencio y apatía", en vez de "animar la nueva dirección de Hamás".

Uno de sus articulistas, Gideon Levy, considera que "el mensaje está claramente (escrito) en la pared" y lamenta que su país "sólo tome en serio a los palestinos cuando hablan el lenguaje de la guerra y el terrorismo".

Y es que, en efecto, no falta material para desacreditar los signos de cambio, algo de lo que se encargan con esmero en Israel analistas militares y organizaciones propagandísticas.

Para empezar, basta con echar una ojeada al documento fundacional de Hamás de 1988, un compendio de llamamientos a la destrucción del Estado judío trufado de referencias antisemitas.

Cuando juegan en casa, los líderes de Hamás tampoco se cansan de reivindicar "toda la Palestina" (los actuales Israel y territorios palestinos), en una suerte de cuadratura del círculo que oscurece la profundidad de la evolución.

"Hamás está preparado para aceptar la no violencia. Por supuesto no lo llamará así, sino una tregua de larga duración. Por cuestiones internas no tiene interés en que hablemos de ello, pero eso es lo que va a pasar", indicó uno de los principales dirigentes de Al Fatah, Nabil Shaat, en un reciente encuentro con periodistas.

Sólo el tiempo demostrará si la transformación de Hamás es de fondo o cosmética, pero mientras tanto Israel corre el riesgo de atrincherarse en cómodos dogmas a la espera -a veces parece- de que sus enemigos se conviertan al sionismo o desaparezcan por arte de magia.

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