Iglesia argentina se compromete a revisar su actuación durante la dictadura

  • La Iglesia católica argentina se comprometió hoy a realizar un estudio sobre su actuación durante la última dictadura militar (1976-1983) y rechazó cualquier tipo de "connivencia" entre los obispos y el régimen de facto.

Buenos Aires, 9 nov.- La Iglesia católica argentina se comprometió hoy a realizar un estudio sobre su actuación durante la última dictadura militar (1976-1983) y rechazó cualquier tipo de "connivencia" entre los obispos y el régimen de facto.

"Nos sentimos comprometidos a promover un estudio más completo de esos acontecimientos, a fin de seguir buscando la verdad", dijo la Conferencia Episcopal Argentina en una carta difundida en el marco de su 104 asamblea plenaria.

Los obispos señalaron que se están "abocando a revisar todos los antecedentes" a su alcance y alentaron "a otros interesados e investigadores a realizarlo en los ámbitos que corresponda".

"No podemos ni queremos eludir la responsabilidad de avanzar en el conocimiento de esa verdad dolorosa y comprometedora para todos", continúa el documento, que subraya que "nos queda la preocupación por completar un estudio demorado pero necesario".

El anuncio sale al paso de la denuncia del expresidente de facto Jorge Rafael Videla, quien afirmó en una entrevista realizada en 2010 y divulgada el pasado julio, que jerarcas de la Iglesia católica estaban al tanto de las desapariciones durante la dictadura y hasta se ofrecieron a informar a familiares de las víctimas sobre los asesinatos.

El documento sostiene que plantear "una suerte de connivencia totalmente alejado de la verdad de lo que hicieron los obispos involucrados en ese momento".

"Hemos colaborado con la justicia cuando se nos solicitó información de la cual podíamos disponer. Además, exhortamos a quienes tengan datos sobre el paradero de niños robados, o conozcan lugares de sepultura clandestina, que se reconozcan moralmente obligados a acudir a las autoridades pertinentes", señala el texto.

Argentina, continúa, vivió en la década de 1970 "un tiempo especial de desencuentro y de enfrentamientos dolorosos" sobre el que "siguen surgiendo interrogantes".

El documento indica que la Iglesia vuelve "con respeto" sobre la actuación de los obispos durante la dictadura aunque "sin poder conocer a fondo cuánto supieron personalmente de lo que estaba sucediendo".

"Ellos intentaron hacer cuanto estaba a su alcance por el bien de todos, de acuerdo con su conciencia y juicio prudencial", afirma el texto en el que los obispos dicen conocer "los sufrimientos y reclamos de la Iglesia" por las víctimas del "terrorismo de Estado", así como "la muerte y desolación, causada por la violencia guerrillera".

Los obispos aseguran querer "estar cerca de cuantos sufren todavía por hechos no esclarecidos ni reparados" y admiten que "cuando la justicia es demasiado largamente esperada, deja de ser justicia, y agrega dolor y escepticismo".

"Sabemos que en miles de familias hay heridas abiertas y angustiosas (...). Compartimos el dolor de todos ellos y reiteramos el pedido de perdón a quienes hayamos defraudado o no acompañado como debimos", agrega.

En la entrevista publicada el pasado año, Videla aseguró que habló de las desapariciones durante la dictadura "con muchas personas", entre ellas, el entonces nuncio apostólico en Argentina, Pío Laghi -fallecido en 2009-, quien fuera cardenal primado del país, Raúl Primatesta -fallecido en 2006-, y otros obispos de la Conferencia Episcopal local.

"Con ellos hemos tenido muchas charlas (...). Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla", dijo Videla, de 86 años, el primero de los cuatro presidentes de la dictadura y condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad.

Videla está imputado por el crimen del obispo Enrique Angelelli, asesinado en La Rioja en 1976, cuando investigaba el asesinato de otros dos sacerdotes y un laico a manos de militares.

Además de Angelelli, durante la denominada "guerra sucia" 19 sacerdotes fueron asesinados, junto a 11 seminaristas y cuatro religiosos, entre ellas las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon.

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