Todo el céntrico barrio judío ha sido calificado como zona roja y el aparcamiento en todo el sector fue prohibido así como revisadas las alcantarillas y sótanos de todas las edificaciones.
Unos 1.500 invitados y 300 periodistas van a presenciar la visita del pontífice argentino, programada a las 15H00 GMT.
La Gran Sinagoga de Roma se encuentra en el llamado gueto, al borde del río Tíber, el barrio en donde los judíos vivieron confinados por más de tres siglos. El papa argentino será el tercer pontífice que entra en un templo judío después de Juan Pablo II en 1986 y Benedicto XVI en 2010.
El recorrido que el pontífice realizará desde el Vaticano hasta el barrio judío -cerca de dos kilómetros- no ha sido revelado por adelantado.
En la zona arqueológica más cercana al gueto, el Teatro Marcello, se sellaron hasta los botes de basura, en el marco de medidas sin precedentes tomadas desde que se inauguró a inicios de diciembre el año santo especial, el llamado Jubileo de la Misericordia.
Soldados armados, con metralletas en mano, son visibles al frente a las iglesias del centro histórico y de los monumentos más conocidos.
A pesar de que hasta ahora no ha habido ninguna amenaza concreta, los atentados en París de noviembre generaron temores de posibles ataques en Roma del grupo yihadista Estado Islámico (EI) por lo que la afluencia de turistas y peregrinos disminuyó significativamente.
En los jardines de la sinagoga, el papa se detendrá ante dos placas conmemorativas. Una recuerda la gran redada de octubre de 1943, en la que 1.024 judíos fueron deportados al campo de exterminio nazi de Auschwitz, y la otra el ataque palestino de 1983 al templo, que provocó la muerte de Stefano Gay Tache, un niño de dos años, e hirió a otros 37 judíos romanos.
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