Juan de Ávila, un sacerdote con ardiente espíritu misionero

  • Juan de Ávila (1499-1569), el santo español proclamado hoy por Benedicto XVI "Doctor de la Iglesia Universal", fue una persona dotada de un ardiente espíritu misionero", un hombre de Dios que unía la oración constante con la acción apostólica".

Ciudad del Vaticano, 7 oct.- Juan de Ávila (1499-1569), el santo español proclamado hoy por Benedicto XVI "Doctor de la Iglesia Universal", fue una persona dotada de un ardiente espíritu misionero", un hombre de Dios que unía la oración constante con la acción apostólica".

Así presentó hoy el papa Ratzinger al patrón del clero español, un hombre que vivió en el siglo XVI, gran conocedor de las Sagradas Escrituras.

Juan de Ávila nació en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) el 6 de enero de 1499 ó 1500.

Proveniente de una familia muy rica, cuando murieron sus padres decidió donar todos sus bienes entre los pobres y cursó sus primeros estudios de Teología en 1523. Tres años después se decidió por el sacerdocio.

Se trasladó a Sevilla con la intención de ir a las Indias, pero el arzobispo don Alonso de Manrique le mandó por precepto de santa obediencia quedarse en la ciudad andaluza para evangelizar.

Según los estudiosos del santo, Juan de Ávila no sólo reevangelizó la Andalucía de su siglo sino que también favoreció el diálogo entre religiones.

A lo largo de su vida, fue reuniendo grupos de sacerdotes y tras hacerles meditar en la Pasión de Jesucristo y en la Eucaristía, rezar y recibir los sacramentos los iba enfervorizando y después los enviaba a predicar.

Los frutos que consiguió fueron inmensos, ya que unos 30 de esos sacerdotes se hicieron después sacerdotes de la compañía de Jesús.

La muchedumbre acudía a escuchar sus sermones donde predicaba y cada sermón estaba precedido de cuatro o más horas de oración, de rodillas. A sus discípulos los exhortaba a hacer la propio:"las almas se ganan con las rodillas", aseguraba.

En varias ocasiones, Benedicto XVI puso como ejemplo "la vida y doctrina del santo maestro Juan de Ávila" y su profundo conocimiento de la Sagrada Escritura, de los Padres de la Iglesia, de los concilios, de las fuentes litúrgicas y de la "sana teología", así como su amor fiel y filial a la Iglesia.

El Obispo de Roma señaló además que Juan de Ávila, sacerdote y escritor ascético, fue un "auténtico renovador, en una época difícil de la historia de la Iglesia".

Para el obispo de Ciudad Real, Antonio Algora, provincia en la que nació, Juan de Ávila es la "muestra fehaciente de que la santidad es posible en nuestra tierra y que la respuesta de una sola persona, su fidelidad a la palabra de Dios y la obediencia a su voluntad, pueda enriquecer a toda la Iglesia universal y hacer que la historia sea fuertemente evangelizadora".

En 1535 inició Juan de Ávila su apostolado en Córdoba, un año después fue a Granada. En 1537 intervino en la conversión de Juan de Dios y en 1539 en la de Francisco de Borja.

Durante este tiempo obtuvo el grado de maestro en teología y Santa Teresa de Jesús, San Pedro de Alcántara, San Juan de Ribera y San Ignacio de Loyola, fueron algunos de los que aprovecharon de su consejo y su amistad.

En 1539 comenzó la fundación de colegios en Córdoba, Jerez de la Frontera, Zafra, Priego..., hasta un total de 15. Y una Universidad: la de Baeza.

En 1560 se retiró a Montilla, donde falleció el 10 de mayo de 1569 agotado por sus trabajos y después de una larga enfermedad.

Tras su muerte, la Iglesia presenta a San Juan de Ávila como ejemplo de santidad, maestro e intercesor: León XIII lo declaró Beato en 1894; Pío XII lo nombró Patrono principal del clero secular español en 1946 y Pablo VI lo canonizó en 1970.

Con su proclamación, Juan de Ávila se une a otros grandes doctores de la Iglesia nacidos en España, como san Isidoro de Sevilla (560-636), santa Teresa de Jesús (1515-1582) y san Juan de la Cruz (1542-1591).

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