Solidarios en acción: Cuando EEUU devuelve a México a niños sin papeles

  • Angelito, nombre ficticio de un niño de 2 años y medio, iba a volver a su casa en Estados Unidos con sus padres y su tío de 17 años, después de haber venido a su ciudad de Puebla, en México, para bautizar al niño. Vivían desde hacía tiempo en el que muchas veces se denomina "el país de las oportunidades", pero después de conseguir cruzar la frontera, sufrieron un accidente con el coche y su padre murió. Los menores fueron repatriados y encontraron refugio en una Casa de Migrantes en Ciudad Juárez.

Cada año cruzan la frontera de México a Estados Unidos entre 400.000 y un millón de migrantes indocumentados. A menudo aprovechan el desierto o un río para tratar de llegar al otro lado de 3.200 kilómetros que separan a ambos países entre estrictas medidas de seguridad. Tres de cada cuatro personas que lo intentan, consiguen que la patrulla fronteriza no les atrape, según datos oficiales citados por los expertos en seguridad internacional Global Security.

Muchos de ellos son menores de edad. Amnistía Internacional ha condenado recientemente la muerte de un niño de 14 años al que presuntamente la policía estadounidense habría disparado desde el otro lado de la frontera cuando el chaval y unos amigos les lanzaban piedras.

La delegación mexicana de la organización cristiana YMCA fundada en Estados Unidos ha establecido refugios para estos migrantes en situación irregular en cuatro de las ciudades fronterizas: Tijuana, Agua Prieta, Piedras Negras y Ciudad Juárez.

Refugio para los pequeños y adolescentes

Leticia López es la directora de la Casa de Menores Migrantes YMCA en esta última ciudad, una de las más violentas del mundo debido a la presencia de los carteles de la droga al mismo tiempo que supone uno de los principales sitios de paso a Estados Unidos elegidos por los migrantes indocumentados.

López explica que su misión es atender a niños y adolescentes repatriados de Estados Unidos a México, después de haber cruzado la frontera solos. La Casa de Menores Migrantes busca proporcionarles "espacios dignos y seguros" donde tienen atendidas sus necesidades básicas de alimentación y cobijo. Además, les ayudan a ponerse en contacto con sus familiares, aunque no existe una limitación al tiempo de estancia en el centro.

En la actualidad, el centro acoge a 12 jóvenes que han visto truncado su deseo de una vida mejor en Estados Unidos, aunque muchos están dispuestos a volver a intentarlo. "Los menores llegan muy tristes por no haber logrado el objetivo de cruzar y desesperados por regresar a sus hogares. Otros desean volver a intentar cruzar", cuenta López.

Algunos viven en la propia ciudad, pero otros recorren largas distancias para llegar hasta aquí e intentar cruzar la frontera. Las razones son diversas. Puede ser que su familia les esté esperando al otro lado -"algunos se quieren reunir con sus padres, que radican en los Estados Unidos"- , otros esperan mejorar su nivel económico y a otros simplemente les atrae la cultura del sueño americano.

"Actualmente estamos pasando una adversidad muy difícil [en Ciudad Juárez]. Cientos de juarences tenemos familia en la vecina ciudad de El Paso (Texas) , con una relación familiar, de trabajo", cuenta la directora de la Casa de Menores Migrantes.

Violencia en Ciudad Juárez


En 2009, la urbe fue escenario de 2.632 asesinatos, algo más de la tercera parte del total del país, que ascendió a unos 7.700. Ciudad Juárez está constantemente vigilada por las fuerzas de seguridad desde el año pasado, algo que de momento no ha hecho disminuir la violencia.

Además, la Red por los Derechos de la Infancia (Redim) en México critica la falta de efectividad del Gobierno, pues según datos de la Secretaría de Salud entre 2006 y 2008 se triplicaron las muertes violentas de adolescentes en la frontera.

El director ejecutivo de Redim, Juan Martín Pérez García, ha ligado el aumento de los homicidios en menores de edad a la llamada 'guerra contra el narcotráfico', ya sea "en enfrentamientos, a manos de sicarios o por culpa de balas perdidas de los cuerpos de seguridad".

El responsable de Redim lo ejemplificó en una rueda de prensa con la muerte a balazos el pasado abril de Bryan y Martín Almanza, dos niños de 5 y 9 años en una carretera de la entidad fronteriza de Tamaulipas, tras un tiroteo entre fuerzas militares y presuntos narcotraficantes. Pese a que la familia de las víctimas acusa al Ejército, éste aseguró que los dos menores murieron por el impacto de granadas lanzadas por los sicarios.

Presa fácil para el narcotráfico


Por otra parte, los cárteles aprovechan la migración ilegal para convencer a quienes intentan pasar a Estados Unidos sin papeles de que lleven alijos de narcóticos a cambio de dinero. Y los menores tampoco se libran de este mercadeo.

"Los niños, niñas y jóvenes son presa fácil para involucrarlos en estas actividades ilícitas y especialmente cuando no traen cimientos en valores para poder decir no cuando es necesario al estar carentes de la atención", asegura la directora del centro de Ciudad Juárez, donde también han alojado a menores implicados en el narcotráfico.

El programa de Casas del Menor Migrante de YMCA lleva en marcha desde 1991 y desde entonces, las casas –tanto en la frontera como en el interior de la república mexicana- han atendido más de 55.000 jóvenes.

Familias rotas

A Leticia López se le ha quedado "grabado" el caso de un niño de dos años y medio, al que da el nombre ficticio de Angelito:

"Angelito y su tío de 17 años viajaban en familia después de que los padres de Angelito ya venían radicando algún tiempo en los Estados Unidos y deciden regresar a la ciudad de Puebla donde vienen a bautizar al pequeño. De regreso a los Estados Unidos invitan al tío. Todos logran cruzar la frontera, pero el vehículo donde ellos viajaban sufre un accidente que marcó la vida de esta familia. El padre de Angelito muere [y los niños] fueron referidos por el Consulado General de México en El Paso (Texas) [de vuelta a México]".

Menores como Angelito y su tío vuelven así a vivir en medio de una ciudad dominada por la violencia del narcotráfico –incluidos los secuestros según denuncia la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México-. A pesar de su corta edad, algunos jóvenes mexicanos lo volverán a intentar.

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