La derecha se radicaliza en Bulgaria

  • La semana pasada un grupo de radicales atacó una mezquita y a quienes estaban dentro. La investigación, que ya está en marcha, tiene  al principal partido de la extrema derecha como primer sospechoso. Con las elecciones a la vuelta de la esquina todo indica a que es una acción de pre campaña.
Boryana Dzhambazova, Sofía (Bulgaria) | GlobalPost

Cada viernes a mediodía los musulmanes se reúnen en la única mezquita que hay en la capital de Bulgaria, Sofía, para celebrar su rezo diario. Después de que su reunión semanal terminase en un ataque violento hace tres semanas, ahora también acuden como testigos de la cita agentes de policía y cámaras de televisión.

Durante una manifestación a finales de mayo, los simpatizantes del partido de extrema derecha Ataka lanzaron piedras y huevos a los fieles al tiempo que coreaban “¡Bulgaria!”. En teoría protestaban por los altavoces que llaman al rezo, que según los nacionalistas son muy ruidosos. Los musulmanes se defendieron del ataque, mientras los manifestantes quemaban alfombras para el rezo y destrozaban sombreros religiosos. Varias personas resultaron heridas, incluidos algunos policías.

Los expertos creen que la violencia religiosa que se está registrando en Sofía forma parte de la pre campaña electoral de la extrema derecha. Este otoño los búlgaros celebrarán elecciones presidenciales y municipales y, al parecer, los nacionalistas están utilizando la retórica xenófoba y la violencia para mejorar sus perspectivas de voto.

“El motivo detrás de esta agresión está claro: las próximas elecciones. Ha sido un acto bien planificado, diseñado para situar a Ataka en el foco de los medios”, afirma Dimitar Bechev, jefe de la oficina en Sofía del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Los resultados en otros países de la UE muestran que la estrategia les puede salir bien. Los partidos de extrema derecha están logrando cada vez más adeptos a lo largo de Europa. Hace dos meses, el True Finns de Finlandia logró cerca del 19 por ciento de los votos en las elecciones generales, convirtiéndose en la tercera fuerza del parlamento. El año pasado, los votantes holandeses otorgaron al partido del anti islamista Geert Wilders suficientes escaños en el parlamento como para entrar a formar parte del actual Gobierno de coalición. En Hungría, el antisemita partido Jobbik ha conseguido el 17 por ciento de los votos.

Pero en Bulgaria la extrema derecha parece haber llevado su mensaje un poco más allá que en el resto de países europeos, instigando a sus seguidores a la violencia.

Durante un reciente programa de radio en directo, el líder de Ataka, Volen Siderov, se peleó con un ex miembro del partido favorito de la minoría musulmana turca de Bulgaria.

Aunque los discursos de Siderov suelen incluir mensajes xenófobos, tras el episodio de la mezquita declaró que él nunca ha incitado al odio étnico o religioso. Según él, quienes se enfrentaron a los musulmanes en la mezquita de Sofía no son miembros de su partido.

En abril, otro partido nacionalista, el VMRO, organizó una protesta contra los Testigos de Jehová que también acabó en altercado. Durante el enfrentamiento hubo varios heridos y se produjeron daños materiales. VMRO ha amenazado con desarrollar más protestas contra este colectivo religioso.

Algunos fieles que acudieron el pasado viernes a la mezquita de Sofía aseguran temer  nuevos actos violentos a medida que se vaya acercando la campaña electoral. Mehmet Kailitski todavía se siente profundamente preocupado por lo ocurrido.“La casa de Dios, sea cual sea tu Dios, es sagrada”, asegura. “Cuando uno está rezando, debería de sentirse seguro”.

Irónicamente, la violencia ha tenido como escenario la llamada Plaza de la Tolerancia, un lugar en el corazón de Sofía en donde conviven a escasos metros una iglesia ortodoxa, una catedral católica, una mezquita y una sinagoga.

Mientras los seguidores de los partidos más a la extrema derecha de Europa se quejan sobre la inmigración, la situación en Bulgaria es diferente. Hay partes del país que fueron del Imperio Otomano entre el siglo XIV y finales del XIX, así que allí hay una minoría turca musulmana asentada desde hace 500 años. En torno al 12 por ciento de la población de Bulgaria es musulmana.

“El ataque ha sido una vergüenza para Ataka y para cualquier búlgaro de bien”, asegura Veli Karaahmedov, de 35 años, mientras espera a entrar a rezar en la mezquita.

El primer ministro Boyko Borisov ha calificado el incidente de la mezquita de “provocación” política, subrayando que es una forma desagradable de empezar unas elecciones. Actualmente Ataka es el único aliado parlamentario del partido de centroderecha GERB, que gobierna en minoría hace dos años.

El incidente desencadenó no obstante una reacción inmediata por parte de la sociedad civil. Gente anónima comenzó a llevar flores a la mequita como gesto de disculpa a la comunidad musulmana, y los defensores de los derechos humanos y las autoridades gubernamentales condenaron la agresión.

Margarita Ilieva, vicepresidenta de la ONG Bulgarian Helsinki Committee, asegura que “esta vez Ataka ha ido demasiado lejos”.“Creo que esto es el acto más desagradable y brutal de agresión realizado por ese partido”.

Hace dos semanas el Parlamento búlgaro aprobó por unanimidad una declaración que critica firmemente el ataque, describiendo a Ataka como “peligroso para el Gobierno del país”. Miembros de Ataka abandonaron el Parlamento en protesta antes de la votación.

La Fiscalía, que ha empezado una investigación sobre el aumento del odio étnico y religioso, ha advertido que el partido podría ser prohibido si hay evidencias de que provocó de forma deliberada la violencia.

Bechev, no obstante, cree que el análisis de lo ocurrido debería de ir más allá de la política mundana. “Es un síntoma del déficit general de tolerancia que hay en el país. Incidentes como ese sólo demuestran que todavía hay mucho que mejorar en nuestro respeto hacia quienes son diferentes”, apunta.

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