La investigación empieza en las clases de anatomía

  • Ni los programas informáticos más sofisticados ni las tecnologías más avanzadas de animación digital o imagen tridimensional pueden sustituir a la fuente definitiva para el conocimiento de la anatomía, el propio ser humano, de ahí la importancia de donar cuerpos a las facultades de Medicina.

Madrid, 31 dic.- Ni los programas informáticos más sofisticados ni las tecnologías más avanzadas de animación digital o imagen tridimensional pueden sustituir a la fuente definitiva para el conocimiento de la anatomía, el propio ser humano, de ahí la importancia de donar cuerpos a las facultades de Medicina.

"Lo que no se dibuja no está en la cabeza", señala, en una analogía, José Luis Bueno López, presidente de la Sociedad Anatómica Española y catedrático de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad del País Vasco, con unidad de donación desde 1981.

Bueno López asegura que el "altruismo" que existe en España con la donación de órganos se repite para cuerpos.

Donante puede ser cualquier persona que por voluntad propia así lo haya manifestado expresamente y las gestiones las hace directamente a través de la Facultad de Medicina de su ciudad.

Las donaciones son altruistas y no implican gastos para los donantes, tampoco beneficios económicos.

CON VIH, HEPATITIS U OBESIDAD MÓRBIDA, NO APTOS PARA DONAR

Sin embargo, no todos los cadáveres, aunque la persona posea el carné de donante, son aptos para la donación, precisa Bueno López.

Y es que son rechazados aquellos cuerpos con infecciones como el VIH o la hepatitis (para evitar contagios en los técnicos durante el embalsamamiento), con obesidad mórbida, con grandes mutilaciones, con cáncer generalizado o pendientes de procesos judiciales.

"El hecho de donar un cuerpo no quiere decir que vaya a servir", según Jesús Villanueva, director de la Unidad de Donación de la Universidad de Sevilla, creada en 1993 y que este año recibió 18 cadáveres.

Cuando una persona donante fallece su familia debe llamar inmediatamente al número que aparece en su carné de donante.

Es una funeraria la que traslada el cuerpo ya con licencia de sepultura a la facultad y lo deposita en una cámara frigorífica.

Allí, los expertos realizan una extracción de sangre para detectar si existen enfermedades infecciosas; si el resultado es negativo, el cadáver se queda en la unidad, si es positivo se devuelve a la familia del fallecido, que deberá hacerse cargo o en su caso la entidad aseguradora que éste tuviera contratada.

DOS AÑOS PARA EMBALSAMAR

Una vez hecho este análisis, el cuerpo se procesa: generalmente se hace una incisión en la ingle para buscar los vasos femorales y se sustituye la sangre por una serie de líquidos como el formol, el fijador que más hace perdurar el tejido y con más fiabilidad.

Así se deja listo para su conservación y se sumerge después en un arcón individual de acero inoxidable con más formol y otros líquidos (como agua) y se deja un año, para luego pasar a otra cámara, esta vez con ausencia de líquidos, donde también se quedará un año.

Por lo tanto, según Villanueva, pasan al menos dos años hasta que un cuerpo llega a las clases de anatomía de las facultades, un proceso en el que es importante la formación previa de los técnicos.

Otros métodos de preservación utilizan líquidos distintos al formol y evitan la inmersión posterior en el arcón, pasando los cuerpos directamente a ser colocados en cámaras refrigeradas.

Cada método tiene ventajas e inconvenientes, según los expertos consultados por Efe.

En este sentido, Virginio García Martínez, catedrático de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad de Extremadura, relata que todos los químicos usados para la fijación de tejidos, entre ellos el formol, son tóxicos y el grado de toxicidad se controla con el tiempo de exposición y las medidas preventivas.

CADA UNIVERSIDAD, SU MÉTODO

Cada universidad tiene su método a la hora de impartir anatomía, según José Luis Bueno López.

En Euskadi, por ejemplo, los alumnos la cursan durante el primer y segundo año, y aprenden entonces a diseccionar el cuerpo empezando por la espalda y las extremidades en el primer año, continuando con el tórax, el abdomen, la pelvis, el cuello y la cabeza en el segundo año, detalla Bueno López.

Después de estos dos años, el cuerpo es incinerado y las cenizas se entregan a la familia si así lo requiere.

En muchas facultades una vez al año se celebra un sencillo acto de agradecimiento donde se entregan las ánforas a los allegados y en algunas, por ejemplo en País Vasco y Murcia, existen jardines con grupos escultóricos erigidos como monumentos a los donantes.

La primera vez que ven un cadáver los estudiantes sufren un "impacto" pero éste pasa pronto, según Bueno López, quien asegura que están a la vez ansiosos y temerosos, aunque ninguno de ellos, que él sepa, se ha echado atrás.

"Parece que la modernidad había llegado a un estado en que la enseñanza no requería el estudio de cadáveres", pero no es cierto, afirma este catedrático, quien advierte de que los modelos de plástico y ordenadores ayudan pero la forma de aprender es que un estudiante vea y, si es posible, haga él mismo la disección.

De la misma opinión es Alfonso Rodríguez Baeza, catedrático del departamento de Ciencias Morfológicas de la Universidad Autónoma de Barcelona, para quien el aprendizaje de la anatomía pasa por el estudio directo del cuerpo humano.

Para este experto, la gente está muchísimo más informada que hace unos años -En España se hacen donaciones a las facultades al menos desde hace 35 años- y culturalmente está predispuesta a donar.

En esa universidad catalana, que en 2011 recibió 73 cadáveres, hay una base de datos de unos 4.000 donantes potenciales, cifra similar a la del País Vasco.

Bueno López, de esta última universidad, cree que los españoles han sido más reacios a la donación de cuerpo en época pasada, quizás por el peso de tabúes religiosos y sociales pero también por desconocimiento. Ahora las cosas han cambiado.

Según Bueno López, en cuanto a mentalidad, España está algo más retrasada que Alemania, Gran Bretaña y países escandinavos, pero por delante del resto, y las donaciones han aumentado sobre todo por el "boca a boca", el conocimiento de sus beneficios sociales y porque cada vez hay menos reparos a la incineración.

"Tenemos progresos positivos", según Virginio García, de Extremadura, cuya universidad en ocasiones recibe cuerpos de otras.

García recuerda que en la donación de sangre y órganos existen campañas, no así para cuerpos, un apartado, dice, peculiar de la donación.

PERSONAS INQUIETAS Y SOLIDARIAS

No existe un registro nacional de donantes, sino que cada facultad lleva el suyo, y no hay un perfil del donante, según Villanueva, de la Universidad de Sevilla, quien no obstante opina que se trata de personas inquietas y solidarias, la mayoría mayores.

Este es el caso de Purificación, de 87 años, quien es donante en la Universidad de La Laguna para "dar facilidades a los estudiantes" y porque le dan "alergia" los entierros y ataúdes.

"Quiero que los futuros médicos estudien sobre mi cuerpo; lo que piense la gente me da igual", apunta a Efe Purificación.

Los expertos no creen que la crisis haya aumentado la cifra de donantes; no hay datos concluyentes para afirmar algo así, e insisten en que los cuerpos siguen siendo imprescindibles para la docencia, la investigación -también sirven para investigadores en anatomía clínica y cursos de formación médica continuada- y, en definitiva, para la ciencia. EFE

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(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Código 5070979 y otros)

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