La ministra de Exteriores afirma que los presos de Sachsenhausen salvaron los valores europeos

Berlín.- La ministra española de Exteriores, Trinidad Jiménez, recordó hoy a quienes "opusieron la firmeza de sus principios y el valor de sus ideales contra la brutalidad" al rendir homenaje a los españoles que estuvieron presos en el antiguo campo de concentración nazi de Sachsenhausen.

"Quienes hoy disfrutamos de esta Europa unida y democrática les debemos mucho, muchísimo, a quienes en aquellos años salvaron la dignidad de los valores europeos frente a la barbarie", dijo Jiménez al descubrir una placa en recuerdo de los al menos 190 españoles que estuvieron presos en el campo de concentración al norte de Berlín.

La ministra tuvo un recuerdo especial para el presidente de la II República española Francisco Largo Caballero, que estuvo preso en Sachsenhausen desde 1943 y hasta su liberación por el Ejército Rojo, pero también para Pedro Martín, el último superviviente español, quien no pudo acudir hoy al homenaje por su delicada salud.

"Todos ellos fueron enviados aquí porque se negaron a aceptar la tiranía", dijo la jefa de la diplomacia española durante el acto de homenaje, que tuvo lugar ante uno de los muros interiores del campo, donde se encuentran las fosas comunes con unos 300 prisioneros que fallecieron tras su liberación por las secuelas del duro internamiento.

La placa de homenaje a los españoles internados en Sachsenhausen, de los que una veintena murieron, está situada junto a las de otros países como Polonia, Francia, Noruega o Luxemburgo, en el antiguo campo de concentración que llegó a contar con prisioneros de una treintena de nacionalidades.

En un español impecable, el presidente del Comité Internacional de Sachsenhausen, el antiguo prisionero Roger Bordage, subrayó que la solidaridad entre los prisioneros, la mayoría de ellos de carácter político, facilitó la supervivencia de muchos de ellos.

En ese sentido, comentó que Largo Caballero "se encontraba en un estado realmente lamentable" cuando llegó a Sahsenhausen procedente de las celdas de la Gestapo, la policía secreta nazi, en Berlín y que fueron los grupos de resistencia en el campo de concentración los que le ayudaron a sobrevivir.

"La organización de los comités de resistencia le evitó el largo y agotador proceso de admisión en el campo" y facilitó su ingreso en una enfermería, donde fue tratado por médicos polacos, luxemburgueses y belgas, presos también, quienes "le cuidaron y curaron de la mejor manera posible en tales circunstancias".

Bordage recordó que la mayoría de los españoles presos en Sachsenhausen llegaron en 1943 procedentes de Francia, a donde habían huido tras la caída de la República y donde fueron entregados "por el gobierno de Vichy al ocupante nazi en un acto de cobardía".

El campo de concentración de Sachsenhausen, situado en la localidad de Oranienburgo, vecina a Berlín, fue construido por orden del Tercer Reich por los propios confinados en 1936 y estuvo operativo hasta 1945, inicialmente para internar a los opositores al régimen, aunque también acogió homosexuales, gitanos, prisioneros de guerra y, en menor medida, judíos.

Se calcula que más de 200.000 personas de 30 nacionalidades estuvieron encarceladas allí, teniendo en cuenta no sólo su época nazi, sino también en la posterior, en que sirvió como campo de confinamiento a los soviéticos, tras la capitulación alemana, en 1945, y hasta 1950.

Desde los barracones hasta el patíbulo, pasando por las torres de control o la cocina de los prisioneros son testimonio hoy de aquel genocidio, en forma de museo y monumento conmemorativo que fue inaugurado en 1993.