Los institutos de Chile tienen guarderías para los hijos de sus alumnas

  • Chile está revolucionando los institutos del país con un proyecto pionero. Desde hace tres años, 36 escuelas de secundaria ofrecen un servicio de guardería para bebés y niños pequeños de las estudiantes. El objetivo es evitar que las madres adolescentes tengan que abandonar la escuela en un país donde el 16% de los bebés son hijos de mujeres menores de edad.
Hijos de las estudiantes adolescentes en la guardería de un instituto chileno
Hijos de las estudiantes adolescentes en la guardería de un instituto chileno
Pascale Bonnefoy | GlobalPost para lainformacion.com
Pascale Bonnefoy | GlobalPost para lainformacion.com

(Santiago de Chile, Chile). Sin hacer caso de las miradas de reprobación de otros pasajeros, decenas de jóvenes estudiantes se suben al autobús con los libros en una mano y su bebé en la otra. Son las madres adolescentes de Chile. Y van a la escuela con sus hijos.A pesar de las restricciones presupuestarias y las quejas de algunos padres, 36 institutos públicos de todo el país han abierto guarderías para los bebés de las alumnas.

Hace tres años, sólo una escuela ofrecía esta posibilidad. En el pasado, y aún en muchos institutos de educación secundaria de Chile, estas jóvenes madres habrían sido expulsadas de la escuela o se les habría impedido terminar sus estudios. También habrían sido acusadas de ser un mal ejemplo para sus compañeras.

Según la información más reciente (2006) del ministerio de Salud de Chile, más del 16 por ciento de los bebés chilenos tiene una madre adolescente, un aumento del 13,7 por ciento en comparación con hace 15 años. La mayoría de estas jóvenes madres abandona la escuela para ocuparse de sus hijos; algunos de los padres hacen lo mismo para trabajar y generar ingresos.

La presidenta Michelle Bachelet ha convertido la educación infantil en una prioridad de su gobierno y ha extendido la cobertura del servicio. Desde 2006, se ha triplicado el número de guarderías para niños menores de 2 años y el objetivo es llegar a 3.500 centros en marzo de 2010. Estas guarderías son gratuitas y están disponibles para el 40 por ciento más pobre de la población. Como la demanda es alta, la mayoría tiene listas de espera, pero las madres adolescentes tienen prioridad.

El Liceo Técnico Juanita Fernández Solar es uno de los tres institutos de Santiago que cuentan con guardería. Es una escuela sólo para niñas y ofrece cinco años de educación secundaria. Además del currículo tradicional, las jóvenes reciben preparación técnica para trabajar como auxiliares de guardería, administrativas o en el sector alimentario.

Cuando Catalina Alarcón asumió la dirección del establecimiento en 2006, se encontró con una gran cantidad de alumnas embarazadas. La mayoría de ellas eran de la zona, pero también había algunas de otras áreas de la región metropolitana de Santiago. Se trataba de niñas que no habían sido admitidas en su municipio debido a su estado o a que se sentían discriminadas en sus antiguos institutos y necesitaban urgentemente un título técnico para empezar a trabajar lo antes posible para criar a sus hijos. Por eso llegaron al Juanita Fernández.

En esa época, el instituto no tenía guardería. Fueron los alumnos y los padres quienes comenzaron a presionar para abrir una."Los padres estaban preocupados porque todas estas chicas estaban en décimo grado y no sabían qué hacer una vez que naciera el bebé", recuerda Alarcón. "Entonces organizamos una reunión general con los padres y todos estuvieron de acuerdo: se necesitaba una guardería".

La inauguración se produjo en 2007 y fue financiada en gran parte por el gobierno. Tiene capacidad para 22 bebés de menos de dos años. Las alumnas dejan a sus niños al comenzar las clases a las 8 de la mañana y se reúnen con ellos durante las pausas. También tienen derecho a un tiempo de lactancia y pueden ausentarse de clase en caso de algún problema. Una política de puertas abiertas pemite a las jóvenes madres pasar el máximo de tiempo posible con sus hijos.

Fancy Lobos tuvo a su hijo Cristóbal cuando tenía 15 años y estaba en décimo grado (tercero de ESO). Estaba contenta, pero sobre todo, temerosa de que lo dijera su familia. "Mi abuela estaba disgustada y mi madre no me habló durante dos semanas. Un día me llevó al doctor para un control del embarazo. Yo era tan pequeña que ni siquiera sabía que tenía que ir a ver a un doctor", explica.

Lobos indica que la guardería en el instituto es un elemento vital. Sin ella, Lobos dice que tendría que haber abandonado sus estudios. Ahora su hijo tiene un año y ella está a punto de comenzar el duodécimo grado (primero de Bachillerato). "Me han enseñado muchas cosas. He pasado mucho tiempo con otras chicas con hijos y nos ayudamos. Durante la pausa nos reunimos y hablamos. Creo que un bebé no es un obstáculo para poder estudiar o trabajar. Por el contrario, un niño da más satisfacción, me da más fuerza para seguir adelante", explica la alumna y madre.

Algunos detractores sostienen que los institutos fomentan el sexo precoz y los embarazos adolescentes porque "hacen más fáciles las cosas" cuando se tiene un bebé. Para Alarcón esto es un disparate. "No promovemos los embarazos de adolescentes. Lo que hacemos es apoyar a estas chicas para que puedan acabar la escuela, darles las herramientas para que ingresen en el mercado laboral y puedan educar a sus hijos. Estamos afrontando la realidad", señala.

De hecho, el instituto hace todo lo que está a su alcance para evitar los embarazos entre sus alumnas y realizan normalmente talleres de educación sexual. Tener la guadería es el mejor anticonceptivo posible, según Tamara Fuenzalida, su directora: "Las compañeras de clase ven que el cuidado de un niño implica un enorme sacrificio. Estas estudiantes no pueden salir de juerga. Si su bebé está enfermo por la noche, llegan a clase sin haber dormido en toda la noche. No pueden salir tampoco al recreo como los demás, porque están aquí con sus bebés. Las otras chicas las ven llegar por la mañana cargadas de bolsas, el bebé y a veces con un cochecito y un paraguas".

En otros municipios también han dado pasos sin precedentes para garantizar la educación de estas estudiantes.En el distrito santiagueño de Puente Alto, por ejemplo, un decreto municipal define los derechos y las obligaciones de los estudiantes, sus familias y las escuelas durante el embarazo de una estudiante y después de dar a luz, incluyendo la baja por maternidad y cinco días de permiso para los chicos que se convierten en padres, citas médicas, permisos para las madres para amamantar a sus bebés y cuando éstos se pongan enfermos, además de ayuda psicológica cuando resulte necesario.

Las reglas establecen incluso que los profesores no pueden prohibir ir al aseo a las estudiantes embarazadas cuando quieran y garantizan que la oferta de las bibliotecas ofrezcan material de lectura sobre el embarazo y el cuidado de la embarazada.

En 2009, el programa nacional para la Asistencia a las Escuelas y la concesión de becas envió un cuestionario a todos los institutos públicos del país para evaluar el número de estudiantes embarazadas, las que ya hubieran tenido hijos o quienes estuvieran educando a un niño. Fue la primera vez que una agencia gubernamental reunía este tipo de estadística y descubrió que había más de 16.000 estudiantes que se encontraban en una de estas tres situaciones.

Pero apesar de estas regulaciones del ministerio de Educación chileno, la forma en que las escuelas se enfrentan a la situación aún son muy variables. "No he visto regulaciones como las de Puente Alto en ningún otro sitio", dice Juanita Aguilera, responsable de asuntos de género del ministerio.

"No ha sido fácil, porque se trata de un problema al que la sociedad está empezando a hacer frente ahora, y muchos prefieren mirar para otro lado", asegura Fuenzalida, la directora de la guardería de día. "No hay educación sexual en las escuelas y todo el mundo dice que se opone al aborto [ilegal en Chile], pero cuando las chicas se quedan embarazadas, nadie las ayuda a continuar su educación".

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