Los israelíes han dado un paso mental gigantesco desde Madrid

  • Los israelíes han dado un paso mental gigantesco desde la Conferencia de Madrid de 1991 al aceptar la creación de un Estado palestino, y estarían dispuestos a asumir el precio de la paz -la retirada de la mayor parte de Cisjordania- bajo un liderazgo apropiado que, sin embargo, no se ve en el horizonte.

Elías L. Benarroch

Jerusalén, 27 oct.- Los israelíes han dado un paso mental gigantesco desde la Conferencia de Madrid de 1991 al aceptar la creación de un Estado palestino, y estarían dispuestos a asumir el precio de la paz -la retirada de la mayor parte de Cisjordania- bajo un liderazgo apropiado que, sin embargo, no se ve en el horizonte.

El cambio desde aquellos días en los que el entonces primer ministro israelí, Isaac Shamir, no estuvo dispuesto siquiera a tener a una delegación palestina independiente en la sala de sesiones del Palacio Real es copernicano en perspectiva histórica, y no sólo en los israelíes.

"Hoy, a diferencia de lo que se pensaba cuando se inauguró la conferencia, todo el mundo tiene claro que se trata de dos estados a lo largo de las fronteras del 67", destacó a Efe el ex ministro israelí de Exteriores Shlomo Ben Amí, que era entonces embajador de Israel en España.

"Desde luego fue un punto de inflexión, no se puede negar. El hecho de que hoy no haya una paz global entre israelíes y árabes no significa que no haya habido ningún avance", agrega.

Entre los logros que dejó el proceso abierto en Madrid están el histórico acuerdo de Oslo de 1993 por el que Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se reconocieron mutuamente, el tratado de paz entre Israel y Jordania (1994), y las posteriores conversaciones entre sirios e israelíes, infructuosas pero en si mismas un avance considerable.

Pero, sobre todo, su principal alcance fue la asimilación de la fórmula "paz por territorios" como única salida posible al conflicto de la región.

El problema en su momento, según Ben Amí, fue que "los israelíes no pensaban que eso significaba toda la tierra, y los árabes no pensaban que eso significaba toda la paz" pero "hoy ambos entienden que no hay otra solución. Pueden no quererla o no llevarla a cabo, pero ésa es", observa.

Para los israelíes, Madrid fue el comienzo de un cambio de actitud que ha calado en lo más hondo de la sociedad y, aunque en distinta medida, hace ya años que partidos derechistas como el Likud o Israel Beitenu aceptan el principio de una retirada y la creación de un Estado palestino, impensable para ellos hace menos de diez años.

Y es que celebrada entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre de 1991 por iniciativa de EEUU y la Unión Soviética, el encuentro diplomático sentó sólidas bases para cualquier proceso.

"La concepción de que hay con quien hablar y de qué hablar, se consolidó en Madrid", afirmó Yaacov Bar Siman Tov, investigador en resolución de conflictos de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Coincide con Ben Amí en que hoy la mayoría de los israelíes ("un 75 por ciento", dice este investigador) "aceptan la idea de un Estado palestino", pero el problema está para ambos en que estas mismas personas "no confían en la otra parte", y en que no creen que "el liderazgo que tienen les pueda llevar a ese acuerdo".

La confianza en los palestinos comenzó a diluirse en los atentados suicidas islamistas de 1994 a 1996, y acabó por derrumbarse totalmente en septiembre de 2000 con la segunda Intifada, tras una Cumbre de Camp David en la que Israel habló por primera vez oficialmente de crear un Estado palestino.

La peor ola de violencia que ha sufrido la ciudadanía israelí supuso también el desplome de los partidos de la izquierda pacifista, que hoy sólo tienen apenas 11 diputados de los 120 de la Kneset.

"Los israelíes realmente no se fían de los palestinos. No se fían de que entregar los territorios vaya a significar una paz duradera", explica el ex ministro al hablar de una evolución en la mentalidad israelí hacia la fórmula de "seguridad por territorios" -en lugar de "paz por territorios"- y que fue aplicada por Ariel Sharón en la desconexión de Gaza de 2005.

Para Bar Siman Tov esa "confianza" es un componente coyuntural en el que la identidad de los líderes es decisiva a la hora de "convencer" a la ciudadanía de cuándo se puede o no confiar en el otro.

"El precio estarían dispuestos a pagarlo, pero si les preguntas hoy, que no hay posibilidad de diálogo, lo más seguro es que digan que no. Si les preguntas en medio del proceso negociador y el liderazgo les convence de que hay posibilidades... dirían que sí", matiza recordando todo tipo de casos en el pasado, el más reciente un costoso canje de presos con Hamás por el soldado Guilad Shalit.

Pero lo más destacable es que pese a la asimilación de esa idea y el apoyo que supuestamente recibiría, son muchos los académicos y políticos, entre ellos Ben Amí y Bar Siman Tov, que no ven una salida al actual estancamiento del proceso de paz, desde luego no en el formato actual y sin una decisiva intervención internacional.

Para unos, las partes aún no están "maduras" para hacer las costosas concesiones que les exige la paz, para otros el conflicto "no está agotado", y no faltan tampoco los que ven en la Primavera Árabe la estocada final a cualquier posible arreglo, después de que los tradicionales regímenes árabes que acudieron a Madrid estén ahora en vías de extinción.

"No hay solución al conflicto en un futuro próximo. Vivimos en un entorno violento e inestable, y seguiremos así durante las próximas generaciones. El gran público israelí lo entiende así", señala Dan Schueftan, de la Universidad de Haifa y para quien la Conferencia de Madrid tuvo "un peso marginal".

Desde el punto de vista de la seguridad de Israel, asegura que lo único que ha cambiado estos 20 años es que "los israelíes son más realistas y no creen en la paz como tal", por lo que él aboga por una retirada unilateral de "grandes partes de Cisjordania e incluso Jerusalén Este" que sencillamente garantice la seguridad de Israel.

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